La metamorfosis de los espectros
Por Antonio Tamez-Elizondo.
Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, Montealegre No 5, Barcelona
De martes a domingo, de 11:00 h a 20:00 h
Hasta el 7 de septiembre, 2014
De vez en cuando es recomendable hundirse en el subconsciente, encontrarse con todos sus fantasmas, sombras y mitos personales y colectivos. Es una actividad que no solo sirve de herramienta para el conocimiento propio, sino también como mirada alterna al mundo que hemos construido sobre los bosques y pantanos en donde hace ya tantos años vivían las hadas y los monstruos. El Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona y la Casa Encendida fundación Caja Madrid han colaborado para facilitar un vistazo a ese mundo secreto con la exposición Metamorfosis. Visiones fantásticas de Starewich, Švankmajer y los hermanos Quay, un evento único en España que presenta la obra de estos cuatro grandes de la animación y el stop motion a través de una extensa exposición de piezas originales que se presenta desde el 25 de marzo hasta el 7 de septiembre en Barcelona y del 2 de octubre hasta el 11 de enero, 2015, en Madrid.
Comisariada por Carolina López Caballero, la exposición muestra en detalle piezas originales de la obra de Ladislas Starewich, pionero ruso de la animación, Jan Švankmajer, coleccionista de rarezas universales y los hermanos Stephen y Timothy Quay, autores de una obra barroca obsesionada por lo minúsculo y oculto. Cuatro artistas poco conocidos por el público general pero cuya obra, nutrida del cuento de hadas, el terror y la psicología, ha servido de mapa para trazar el rumbo de la animación contemporánea.
La muestra está organizada como un recorrido no solo cronológico, sino atmosférico. Comienza con Starewich, entomólogo de profesión y autor de Le Roman de Renard. Es un espacio boscoso, casi abrumador, pero en el que se disfruta de cuentos y aventuras estelarizadas por un reino animal en donde el león es rey a capa y espada y los insectos hacen más llevadera la noche con la música de sus pequeños instrumentos. A las marionetas y maquetas le acompañan también fragmentos de estas primeras películas en las que se cuentan historias que, aunque inocentes, ya insinúan ese algo siniestro que se oculta bajo los pliegues del cuento de hadas. Se pueden ver libretas de apuntes, diagramas de diseño, moldes, colecciones de escarabajos y mariposas, así como estudios de movimiento hechos durante los días pioneros del vídeo.
De la tentativa inicial se pasa a la experimentación del rico bestiario de Jan Švankmajer, una obra expresiva, de lenguaje alquímico y psicológico que marca el camino a las preocupaciones metafísicas del cineasta checo. Abre su espacio un anaquel de piezas artísticas de la África y Asia tribales y chamanísticas, aquellas que están en contacto directo con el subconsciente; efigies de dioses hechas de trapo y cráneos de monos, tótems, máscaras e incluso frutos del mar, como conchas de diversos tamaños y formas, todo parte de la colección privada del animador. Las piezas propias, obra escultórica generada por y para su trabajo animado, remiten a los monstruos de El Bosco o a las visiones psicodélicas de los estados alterados de conciencia. A estos seres, productos de una inquietud por trazar un atlas de un mundo alterno, les hacen compañía objetos artísticos rústicos, máquinas de placer y otras piezas propias del outsider art. Un espacio carnoso en el sentido más literal de la palabra en donde además se puede apreciar obra de, entre otros, Goya, Alenza y Eva Švankmajerová, esposa de Švankmajer y colaboradora con él en piezas importantes de su carrera, como Alice y Faust.
Un cambio a tonos más sombríos da paso al recorrido de los hermanos Stephen y Timothy Quay, gemelos idénticos de Filadelfia y asentados hace más de treinta años en Reino Unido. Corona el inicio Les Enfers, de François de Nomé, una caverna de espectros que marca el tono de todo lo que sigue por ver, un trabajo fílmico preocupado por lo pequeño, el pie de página, tonos grises y el significado no aparente. La obra de los Quay estudia la atmósfera de un mundo que no ha dejado atrás la textura de lo viejo, microscópico y grotesco como el reino de los insectos. Influenciados por la literatura, han adaptado La metamorfosis de Kafka y La calle de los cocodrilos, de Bruno Schulz. El espacio junta maquetas y títeres que dan a conocer parte del proceso creativo y mecánico detrás de la obra, testimonio del amor que tienen los Quay hacia el detalle. Junto a las piezas exhibidas se encuentra una serie de carteles de cine y teatro polacos, los cuales fueron un encuentro decisivo para los hermanos durante sus años formativos en la universidad y que sirvieron para trazar el estilo de todo lo que vendría después.
Esta es una exposición que no solo debe interesar a los animadores y estudiosos de este arte, sino también a los curiosos y encantados por el lenguaje simbólico de los sueños, el miedo y la literatura, solo algunos de los registros detrás de la obra de estos cuatro artistas. Si se quiere disfrutar de todo el material reunido, es aconsejable tomar varias horas del ajetreado tiempo moderno para poder ver, leer e interpretar lo que se presenta. El bosque es un laberinto pero su clave está en sus sonidos e imágenes.