Darío de Regoyos en el Museo Thyssen Bornemisza
Por Lucía Berruga Sánchez.
Darío de Regoyos. 1857-1913
Pº del Prado, 8. Madrid
Del 18 de febrero de 2014 al 1 de junio de 2014
El Museo Thyssen Bornemisza acoge en sus salas, además de la exposición de Cezánne, la exposición temporal del mayor representante del impresionismo español, Darío Regoyos, organizada con ocasión del centenario de su fallecimiento, mostrando una amplia retrospectiva de la trayectoria artística del pintor.
Regoyos se presenta como más de cien obras que muestran las diversas formas de expresión, así como los intereses temáticos y la evolución estética de toda su carrera. La originalidad cromática y la audaz representación de los fenómenos lumínicos atmosféricos hacen de loa paisajes del pintor uno de los episodios más innovadores del panorama español del momento.
La exposición, divida en cinco salas, pasa por distintas épocas del pintor, partiendo de sus primeros años en los que Regoyos compaginó sus estancias de trabajo en Bélgica y España, vinculándose en Bruselas a los grupos artísticos más avanzados. Se dejó seducir por una pintura algo más sombría, pero siempre interesada por los efectos lumínicos. Así es como encontramos obras como Effets de lumière (Efectos de luz). Estación Norte o La procesión de capuchinos en Fuenterrabía.
En la siguiente parte de la exposición nos encontramos de lleno con la sala de España Negra, en la que encontraremos obras que reflejan la España que el pintor recorrió en 1888 con el poeta Émile Verhaeren, que después publicaría España negra, donde se mostrarían las impresiones del viaje que hicieron juntos, mientras que Regoyos haría lo que mejor sabía hacer: dedicar numerosos pasteles, óleos y acuarelas, así como dibujos a este mismo tema.
En Divisionismo encontramos gran cantidad de obras que reflejan el interés del pintor por el neoimpresionismo tras conocer en París y Bruselas sus primeras formulaciones de la mano de Seurat, Signac y Pissarro. La obra destacada en estas salas es Las redes, aunque no duró mucho ya que esta técnica le impedía pintar al aire libre; ello no implicaría que ocasionalmente usase en sus cuadros esta técnica, dándoles un toque puntillista para conseguir nuevas texturas, como Danza en la playa.
La siguiente sala es Impresionismo, del que Regoyos dijo “El impresionismo es un infinito capaz de renovarse siempre, al ser el reflejo de ese otro infinito -la naturaleza- se transforma contantemente“.
Sumergido en el Impresionismo Regoyos investigó sobre la luz y el color en sus distintas gradaciones y matices, y ello se lo permitió el arte del paisaje; quiso expresar en su obra la impresión inmediata que produce la apariencia de las cosas y para ello adoptó la paleta clara y una técnica de pequeños toques de pincel, rápidos y cortantes para reflejar los distintos fenómenos que ocurrían a cualquier hora del día, los fenómenos lumínicos, que en salidas y puestas de sol, días nublados, la hora del crepúsculo o las luces nocturnos reflejaban y Regoyos plasmaba en sus lienzos.
Entre estas obras destacan El baño en Rentería o La concha, nocturno con las que reflejó la pasión que le transmitían aquellos territorios que él consideraba más afines a su sensibilidad artística.
Por último encontramos la sala Barcelona, última etapa que, más pequeña que el resto, representa la etapa en la que Regoyos seestableció con su familia en Barcelona para pasar el invierno de 1912. Allí, ya gravemente enfermo, hizo varias exposiciones de sus obras y siguió trabajando al aire libre, no dejando que la enfermedad le venciera y pintando hasta al final, como el artista que fue.
Un perfecto homenaje para un gran artista que sabe cómo transmitir sensibilidad en todos y cada uno de sus cuadros.