Carta de ajuste, Alberto Infante
Eds Vitruvio, Madrid, 2014.
Por Ricardo Martínez
Si hemos de aludir a un discurso en clave poética donde prime la ‘actitud personal’, el discurso que clama por ser escuchado a cambio de una sinceridad volcada en las palabras (ello sea dicho en contra o en oposición a ese otro discurso que, por exceso de palabrería, resulta menos creíble o más alejado) entonces el lector ha hecho bien en reparar en este libro que, voluntariamente, arranca (o pretende arrancar, al modo machadiano) desde la raíz de las cosas y su significado -desde la raíz de las emociones- para expresarse.
Leamos, si no: “Al final todo se reduce a esto: /a tener una duda y a saber esperar. /O a una llamada. No hay otra opción: /o comunicas o mueres, /bajo esta tormenta, allí donde el rayo, /frente a la línea de costa, /no lejos de la estación Lesseps». El fragmento corresponde al poema ‘O tú o yo’, dentro de uno de los apartados del libro titulado ‘La grande place’.
El mensaje es sobrio, directo, y tiene una desnudez difícil de eludir, lo que equivale a decir que su contenido es implicador. Pero eso es lo que busca el lector, que le impliquen en el discurso, que le hablen de sí a ser posible, esto es, de los lazos que unen a los humanos, los que constituyen, al fin, la comunicación para el amor y el horror, o para la fe y el estupor, o para el temor y la libertad pretendida…
Un libro, pues, muy sincero en su manifestación personal, construido bajo una alusión directa a un comportamiento de conciencia que, por eso mismo, no resulta ajeno. Y los ejemplos a esgrimir pudieran ser varios, pero quien ha de extraer la sustancia del mensaje ha de ser, obviamente, el lector. Eso sí, dejar constancia acaso, para ese mismo lector, del poema que se acoge bajo el (necesario) epílogo y que tiene mucho de sugerente desafío pensante -o cualquier otra manera emocional con que se lea-: “A la luz de una vela, /a la vacilante luz de una vela, /cuanto no sucedió: /la increíble y repetida historia/ de la sombra sin luz, /de la dicha sin sombra”. El comienzo de la soledad, y de la libertad.
Carta de ajuste es, en realidad, un acta notarial, un espejo al fondo del pasillo que refleja nuestra imagen aunque apaguemos la luz, un riguroso inventario de certezas siempre a medias que son las mejores, un testimonio, en fin, de tanto pequeño desajuste cotidiano, de tanto empeño del poeta y su lector por encontrar esa luz que se nos niega… (de una carta de Rafael Soler)
Nació en Madrid en 1949. Me doctoré en Medicina y Cirugía en la Universidad Complutense. He vivido en Madrid, Almería, Cádiz, Sevilla y Washington DC. Leer, viajar, escribir, tratar de comprender lo que me rodea y preocuparme por la salud de la gente han sido (y siguen siendo) mis grandes pasiones.
Escribo desde los 20 años. Hice crítica de poesía en la revista La Luna de Madrid en los años ochenta. He publicado: “Dicen que recordar” (relatos, editorial Ex Libris, 2003), “La sal de la vida” (poesía, ediciones Vitruvio, 2004), “Diario de ruta” (poesía, ediciones Vitruvio, 2006), “Circunstancias personales” (relatos, editorial Ex Libris, 2008), “Los poemas de Massachusetts” (poesía, ediciones Vitruvio, 2010), “Línea 53″(relatos, Hiria ediciones, 2011) y, más recientemente, “Bajo el agua” (novela, Endymion, 2011). En 2012, apareció “12+1 un antología de poetas madrileñ@s actuales” (poesía, Endymion)
También he dirigido numerosos talleres de escritura creativa en varias ciudades españolas y en la Universidad George Washington. Animar a la gente a leer y, también, a utilizar la escritura como medio de expresión y de (re)conocimiento personal es una de mis inquietudes.
Hasta hace poco mi lema había sido leer mucho, escribir bastante, romper casi todo y publicar casi nada. Ultimamente lo he abandonado en parte. Esta página electrónica es una muestra de ello. Con cierta vergüenza admito haber concurrido (eso sí, sin éxito) a varios premios literarios. Mis esfuerzos de estos últimos diez años me han llevado de ser un “escritor secreto” a ser un “escritor prácticamente secreto”.
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