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Entrevista a Jesús M. Amilibia por su último trabajo, «Y todo por una perra»

 

«Es la detención más extraña que he hecho nunca y no solo por lo impasible del asesino, que nos esperaba tranquilo y feliz sentado en la escalera, sino por su aspecto: era la viva imagen del hombre bueno y honrado que por fin ha hecho lo que tenía que hacer, un alma en paz…»

Y todo por una perra, de J. M. Amilibia.
Y todo por una perra, de J. M. Amilibia.

J. M. Amilibia (Bilbao, 1943) es periodista y escritor, ha trabajado en prensa, radio y televisión y ha escrito más de una decena de novelas; también libros de humor y periodísticos. No pertenece a ningún partido ni a ninguna tribu y cada día le apetece más la soledad en todos los sentidos. Tiene más preguntas que respuestas. No le gustan las masas, los políticos, el capitalismo salvaje y beber con mala conciencia por culpa del azúcar alta y el colesterol.

Y todo por una perra.  J. M. Amilibia.  Alrevés Editorial, 2014.  275 páginas.  18,00 €

En una sociedad cada vez más manipulada por la prensa sensacionalista, marcada por un creciente control gubernamental, y una educación en total decadencia, la violenta tortura hasta la muerte de la inocente perrita podría haber sido tan solo un caso más. Sin embargo, Frank, su amo, un profesor de historia jubilado, sale de una vida en letargo y confiesa que ha vengado ejecutando a los dos adolescentes que además de matarla grabaron su agonizante sufrimiento y lo difundieron por Internet. El caso despierta el total interés de Oscar, el periodista estrella del «amarillo» semanario La Lupa de Sherlock. En esta ocasión, Oscar no solo busca liderar el índice de lectores del país, sino que encuentra en Frank a su particular Perry –igual que aquel que inmortalizó Truman Capote en A sangre fría–, que lleva años buscando, para por fin poder escribir su gran novela. Pero en una sociedad totalmente anestesiada, esclarecer el asesinato de los torturadores de la perrita pone de manifiesto una sociedad no muy lejana que está más enferma de lo que el lector sospecha.

 

P.- ¿Qué te empujó a escribir esta novela? ¿Cuál fue la idea detonante?

Quería escribir algo sobre la crueldad gratuita, porque no la entiendo. Yo escribo muchas veces sobre cosas que no entiendo para ver la posibilidad de entenderlas. No lo consigo, pero lo intento. La vida es intentar: intentar ser bueno, intentar ser dichoso, intentar adelgazar…

 

P.- Tal y como ves las cosas en tu novela, ¿seguimos perteneciendo a una sociedad amoral que disfruta con el dolor ajeno?

No digo que toda la sociedad sea así, pero hay una parte de ella que evidentemente disfruta con el dolor ajeno. Y la moral ha sido barrida por otras cosas: el éxito, el dinero, la fama…y la batalla por la subsistencia o la supervivencia.

 

P.- ¿Quiere más a su mascota que a su hijo? Esa es la pregunta que reza en tu libro. Pero ¿quién está habilitado para cuestionar la forma que cada uno tiene de relacionarse con el mundo que le rodea?

No diré que lo esté yo. Porque yo no soy bueno. Si lo fuera, después de ver a un tipo pidiendo en la calle no entraría en un bar a tomarme un whisky, le tendría que dar el dinero del whisky a él. Si fuera bueno dejaría de comer al ver en el telediario a los niños africanos llenos de hambre y de moscas. Y no lo hago. Comprendo que alguien pueda querer más a su perro que a su hijo. No es el ideal, pero…Yo creo que el hombre aún no es hombre; estamos en un grado bajísimo de la evolución.

 

P.- La tortura gratuita a los animales te sirve de buque insignia para afrontar éste y otros temas más profundos y complejos como la deshumanización social o la manipulación informativa. ¿Es algo a lo que tendremos que acostumbrarnos?

Es algo a lo que no tenemos que acostumbrarnos. Escribir es no adaptarse a las costumbres, entre otras muchas cosas. Escribir es sentarse a ver pasar la verdad. Tu verdad, al menos.

 

J. M. Amilibia.
J. M. Amilibia.

P.- ¿Es la novela negra el género más adecuado para poder hacer crítica social como la que presentas en tu libro?

Toda la vida se ha dicho que la novela negra es ideal para hacer crítica social. No creo que hayan hecho otra cosa Chandler y Hammett. De cualquier forma, yo no sabía que había escrito una novela negra hasta que me lo dijeron los editores de Alrevés.

 

P.- Ante la violencia gratuita, ¿existe algún camino de redención, o de perdón? ¿Crees que ante la crueldad solo se puede contestar con la misma moneda, con venganza?

Ante la crueldad gratuita sólo existe una palabra: educación. El ojo por ojo nos dejará a todos tuertos, como dijo Gandhi. A pesar de todo, comprendo la venganza.

 

P.- Como muchas cosas en esta vida, ¿todo es cuestión de educación? ¿o de conciencia social?

La conciencia social, creo, se crea con la educación, con la lectura, con el estímulo de la sensibilidad y la pasión por la belleza y el conocimiento. Parece que los neurólogos están empezando a descubrir que hay gente incapaz de tener conciencia social.

 

P.- ¿Todos seríamos capaces de matar llegado el momento? ¿Seguimos siendo seres salvajes por naturaleza capaces de explotar en función de la situación sufrida?

Sin duda. Ahí está el instinto, la reacción instintiva que nos hace reaccionar anteponiéndose a la razón. Ahí está el acto reflejo.

 

P.- En tu novela, ¿en qué posición queda la justicia?

No tengo una gran fe en la justicia de los hombres, y como soy agnóstico, menos aún en la divina. La justicia queda retratada en su situación actual: inexistente.

 

P.- ¿Dónde podría estar Ciudad, lugar donde transcurren los hechos?

En cualquier sitio, en un futuro muy próximo.

 

P.- Cómo periodista, ¿qué erradicarías o cambiarías del actual mundo de la comunicación?

No soy un experto en comunicación. Eso lo son los teóricos del periodismo. Yo sólo soy un reportero que además escribe novelas. A Manu Leguineche, cuando le preguntaron en Vietnam si creía en Dios, dijo: “Eso es cosa de los editorialistas, yo sólo soy un reportero”. Pero puestos a convocar al genio de la lámpara, erradicaría  el sectarismo, el partidismo descarado, y la miseria y el miedo a perder el puesto de trabajo que obliga al servilismo. También ese vicio de ver la vida a través de la pantalla de un ordenador.

 

P.- Cómo escritor, ¿qué tipo de autores evitarías leer? ¿Y qué opinas de la actual situación que vive el mundo editorial?

Evito leer a los edulcorados, pesados, pretenciosos y nada claros. La oscuridad, la complejidad pretenciosa, tiene en la literatura un prestigio que no merece. El mundo editorial está desorientado o perplejo ante la rápida evolución de las nuevas tecnologías. Está como yo: buscando un libro de éxito. Pero nadie me ha enseñado cómo se hace. ¿Podría darme alguna pista?

 

Por Benito Garrido.

 

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