La calle Great Jones
La calle Great Jones. Don DeLillo. Seix Barral, 2013.296 págs. 19.00 €
Por Héctor Tarancón
«Quería existir igual que existe la música, en ninguna parte, más allá de los mapas del lenguaje» (p. 18). Dar cuenta de las relaciones implícitas entre individuo y música es el principal objetivo de la tercera novela que escribió Don DeLillo (1936), La calle Great Jones, que ha recuperado muy acertadamente Seix Barral cuarenta años después. Bucky Wunderlick, el protagonista, es un afamado cantante y compositor de música rock desatada que, no obstante, decide retirarse súbitamente de los escenarios, debido a que «es posible que la cultura haya alcanzado su límite, un punto de tensión elevada» (p. 8).
Desde este momento, la acción transcurrirá en espacios selectos, principalmente en la calle Great Jones, que da título a la obra, donde el autor desarrolla toda una poética que busca confrontar dos puntos de presión: el tiempo controlado por los mass media y el tiempo imperceptible de la naturaleza. En la actualidad, esta oposición ha sido tratada por Eloy Fernández Porta, que confronta el Tiempo Real -basado en la velocidad del instante- y el TiempoTM -apoyado en el tiempo comercial («la gente quiere palabras e imágenes (…) Cuanto menos dices, más eres», p. 147)-, al TiempoTM sampleado, que busca la asimilación de lo tecnológico a favor de una temporalidad íntima. DeLillo esculpe sus personajes lentamente prestando gran atención a cada detalle, a cada muesca que pueda explicar el conjunto, para más tarde emplazarlos en un tiempo tecnológico que no les corresponde: los protagonistas de sus novelas buscan la privacidad y la interioridad reflexiva absoluta en la corriente del tiempo real, que nunca termina por llegar («el regreso del hombre privado, según ellos, es la única forma de destruir la idea del hombre masa», p. 74). Es por esto que sus sujetos se convierten en seres anacrónicos: se funden con el mismo pulso de la vida, dan cuenta de cada movimiento dentro de una temporalidad que fluye libremente sin referentes.
En otro sentido, la historia también ofrece diversas reflexiones sobre la relación del capitalismo y los mass media: la teoría del simulacro de Jean Baudrillard, según la cual las simulaciones de los acontecimientos (como las noticias de una guerra nuclear) son más reales que la propiedad realidad, cuando el protagonista afirma: «en este preciso momento del tiempo duplicado, a Bucky Wunderlick le están cortando las uñas en las Waldorf Towers. Usted ha estado haciéndole una entrevista a su facsímil» (p. 34); o la importancia de los objetos individuales frente al consumo compulsivo: «las suyas eran posesiones en las que resonaba el tiempo, una sensación de años reunidos» (p. 49).
Un mundo que, además, se coloca en paralelo al ámbito artístico: «el teléfono ha descendido a la falta completa de voz y de ese modo se ha vuelto hermoso» (p. 41), que recuerda a la estética del ready-made con un objeto sin función práctica; o « mi marido acaba de volver del noroeste de México para recaudar fondos para el terremoto en el que ha estado trabajando allí. Tú simplemente acuérdate de no llamarlo arte» (p. 92), que refleja las conexiones entre el arte de la tierra (land art) y la vuelta al primitivismo con el objetivo de ofrecer una nueva conexión entre el ser humano y su entorno.
La narración se complementa igualmente con letras de canciones y entrevistas del personaje, que ayudan a conformar las diversas perspectivas de todo el mundo que le rodea. Toda una serie de percepciones que se amontonan, como lo hacen en los objetos, inaugurando un nuevo tipo de estudio en el futuro: «dentro de un milenio o dos, lo que ahora parece una paradoja de nuestra civilización la entenderán mejor los hombres versados en los métodos de la contraarqueología. Ya no nos estudiarán excavando en el suelo, sino escalando las dunas gigantescas de escombros industriales y acero mutilado, intentando alcanzar las cimas de nuestros edificios» (p. 233).
En última instancia, DeLillo ha construido una de sus mejores obras combinando la búsqueda de la intimidad en el mundo contemporáneo y el difícil y caótico negocio musical. Una lectura muy recomendable tanto para neófitos como para admiradores de su trayectoria literaria.