El desconocido del lago (2013), de Alain Guiraudie
Por Miguel Martín Maestro.
Este desconocido no se refiere a una persona en concreto, y también lo es, en realidad en este lago de la Provenza todos son desconocidos, fuera del ambiente de sexo gay que se ha establecido en la zona del lago, los personajes no tienen ninguna relación personal fuera de él, e incluso llegan a desconocer cualquier dato personal de los hombres con los que mantienen sexo. Loa encuentros son furtivos, animales, sin sentimientos de por medio, es sexo homosexual en un ambiente de naturaleza y libertad, nadie pregunta y nadie tiene que responder, pero a veces, surge la chispa, el fogonazo del amor o algo que se le puede parecer.
Sospecho que este desnudo rodaje, cuya única banda sonora es el viento que ruge entre las hojas de los árboles o suena como una suave brisa, al ritmo del desarrollo de la historia, va a tener difícil distribución en España, cine de homosexuales, en ambiente de homosexuales, cuerpos masculinos en permanente desnudez, imágenes de sexo explícito… deben pesar mucho en el debe de un distribuidor dispuesto a estrenar cada semana mucha basura y a dejar pasar películas con contenido e historia.
Un crimen en el desarrollo de la película cambia totalmente la percepción que del lugar, los personajes y la naturaleza hemos comprendido hasta entonces. La broma acerca de que en el lago se ha visto un siluro de 5 metros de largo se transforma en amenaza cuando sabemos lo que el lago contiene, atracción, deseo y muerte. Eros y Tánatos por partes iguales, observadores imparciales en la orilla, sensación de riesgo y excitación en el protagonista, espectador involuntario del crimen y que aprovecha la situación para poder acostarse con el desconocido que ha aparecido por primera vez en un lugar conocido para “iniciados”.
Cuanto más se va estrechando el círculo, más incomprensible puede parecer el comportamiento de Frank en relación con Michel, cuanto más se quiere fortalecer el compromiso por parte de Frank, más renuente se muestra Frank a compartir nada de su vida con el amigo ocasional, al que ya ha avisado que su historia se irá enfriando con el paso de los días estivales, pero cuando Frank intenta mantener ámbitos de privacidad, Michel desvelará un aspecto celopático y peligroso desacorde con su aparente promiscuidad y ajeno a su ausencia de complicidad con el amante.
Frank sabe lo mismo que nosotros, mientras otros lo sospechan, la película no es un thriller, ni un psicothriller barato como era Instinto básico, aquí lo importante es el aspecto psicológico de un personaje rodeado de un ambiente, idílico para la mayoría, pero hostil cuando surge el conflicto. El hombre desnudo y totalmente desprotegido, sin refugio, amenazado en el agua y en el bosque, apenas seguro en la playa, esa zona un tanto artificial de cuerpos expuestos donde todos miran y buscan ser mirados, escoger y ser escogidos. Este L’inconnu du lac guarda semejanzas con Sólo el viento de Benedek Fliegauf, la presencia de la amenaza constante y el reto de los protagonistas dispuestos a mantenerse a flote rodeados del peligro. El viento como un actor más, pero con un desenlace muy distinto, aquí cae la noche, poco a poco, tras una jornada de violencia extrema, donde presa y cazador juegan como el gato y el ratón, tanto cae la noche que terminaremos por no ver, sólo oír, oír a Frank llamando a Michel, un tanto desesperadamente y con amor. Hay miedo, pero hay deseo, el desconocido sigue allí y sigue siendo un desconocido, no sabemos si es un psicópata homófobo o un celoso patológico, o simplemente quiere poner fin a una relación de la forma más fácil y sin dejar huellas y lo demás son las consecuencias de una suma de errores, pero el desconocido último es nuestro Frank, de quien no sabemos qué busca ni por qué lo busca así.
Hablamos de una película premiada en Cannes, en la sección Un certain regard, y en Sevilla en el reciente festival de cine europeo, ¿llegará de alguna manera a España? “On va voir”.