Sintecho
Sintecho. Miguel Torres Lopez de Uralde , Reino de Cordelia, 2013. 256 págs. 15.95 €
Por Sara Roma
En esta nueva era el diccionario se ha enriquecido con nuevos términos que se han acuñado para describir una realidad caracterizada por los grandes avances tecnológicos y por un retroceso en los derechos humanos. Palabras como ‘mileurista’, ‘simpapeles’ o ‘sintecho’ han sido asimiladas de una manera tan natural como la vida misma y todos las hemos utilizado en más de una ocasión o las hemos escuchado mientras veíamos tranquilamente el telediario. Pero no es casual que Miguel Torres López de Uralde —que nos conquistó con No sé quién eres— haya querido retratar en su última novela el declive vital de un hombre que parecía poseer todo lo necesario para tener una vida plena.
Sintecho (Premio Vargas Llosa de Novela 2012, organizado por la Universidad de Murcia, la Obra Social de la CAM y la Cátedra Vargas Llosa) está protagonizada por un joven que decide abandonar una prometedora y cómoda vida para dedicarse por completo a su verdadero sueño: la literatura. Abandona a la novia con la que va a casarse y, por extensión, su trabajo como editor en la empresa de su futuro suegro y se instala en una vivienda vacía, sin más muebles que una caja de madera y el mobiliario de la cocina que utiliza como armarios para guardar sus enseres. Su patria es una casa vacía con vistas a un río sin agua. Un día llama su atención un coche abandonado con las ventanillas cubiertas por papeles de periódicos y del que a altas horas de la madrugada sale una sombra imprecisa. Movido por la curiosidad, inicia una particular investigación que lo llevará a descubrir datos concernientes al secuestro de una niña alemana en una playa de Nerja. Será el hallazgo de un diario personal lo que ayudará al protagonista a descubrir al posible habitante del automóvil y a reconocer que, si no lo remedia, él también puede ser un sintecho.
La novela posee una estructura narrativa muy similar a No sé quién eres, no solo porque la obra se localiza en Málaga y en una vivienda (esta vez vacía) que ofrece unas vistas que desencadenan una serie de acontecimientos, sino por su ritmo, por la profunda descripción psicológica de sus personajes y por el sugestivo arranque: «soy culpable sólo por haber nacido y por ser hombre y por estar en este mundo al que no fui convocado ni invitado». Miguel Torres López de Uralde sabe seducir al lector y llevárselo de calle. Las primeras páginas son más que suficientes para sumergirse en una novela que te atrapa y te envuelve en sus redes. ¿Por qué? Porque sabe construir una historia con una prosa cuidada y elaborada, dosificando la información y acompañando al lector en una aventura que no parece concluir porque incluso su final lo dejará en vilo.
¿Qué pintan los mendigos en esta sociedad? ¿Son producto o consecuencia de la sociedad del consumo? ¿Son los oficinistas, los profesionales liberales y los funcionarios los mismos obreros alienados de la Revolución Industrial? Sintecho es una crítica a la sociedad que excluye, condena y margina a los indigentes sin cuestionarse o preocuparse por conocer las causas que los han llevado a esa situación y también una denuncia al estilo de vida consumista que ha acabado convirtiendo al hombre en un moderno Prometeo sobre el que planea continuamente el sentimiento de la culpa, pues nuestras decisiones tienen consecuencias en nuestras vidas y en las de otras personas.
Sintecho es una novela de compromiso tan real que duele.