Cézanne. Site/Non-site

Por Lucía Berruga Sánchez.

Museo Thyssen Bornemisza

Pº del Prado, 8. Madrid

Del 4 de febrero de 2014 al 18 de mayo de 2014

Dentro de la exposición que el Museo Thyssen de Madrid ha abierto para inaugurar su año artístico con Paul Cézanne como protagonista quiero destacaros una sección particular que marca en concreto esa relación entre el paisaje y la naturaleza muerta, dialéctica que la exposición site/non-site plantea a través de sus 5 salas. La diferencia de Cézanne con los impresionistas es la importancia que le daba a las naturalezas muertas en las que establecería una íntima relación entre ellas y el paisaje introduciendo en sus bodegones elementos paisajísticos y, recíprocamente, llevando a sus paisajes el orden de la naturaleza.

La sala donde mejor se aprecia esta relación entre ambos motivos artísticos no es otra que El fantasma de la Sainte-Victorie, donde se aprecia como la pintura de estudio, como es la naturaleza muerta, hace un reflejo del encuentro entre el pintor y la naturaleza, llenando de ecos de paisajes sus bodegones. André Masson decía: “Mirad estas naturalezas muertas, siguen el consejo de la Sainte-Victoire: son geológicas”. Y, en efecto, en ciertos bodegones de Cézanne el mantel sobre la mesa aparece ahuecado, evocando la silueta familiar de la Sainte-Victoire; de esta forma se puede ver como el mantel que se levanta en diagonal en Naturaleza muerta con flores y frutas, uno de sus cuadros más bonitos, recordando el perfil de la montaña.

Pero las sugerencias paisajísticas no se limitan a esas similitudes, también destaca la presencia de un cántaro de gres en cuatro naturalezas muertas del artista que sin ser parecido a la montaña hace un equivalente a ella en su forma de posicionarse en el cuadro: desplazado hacia un lado pero sin dejar de ser el centro. Así, en la versión castellana que hace Andrés Sánchez Robayna de la obra de Wallace Stevens De la Simple existencia. Antología poética, aparece unos versos:

“Y tomó posesión por todas partes.

Desnudo y gris era aquel cántaro”

 Las obras de esta sala sin duda marcan una sensación de estar en una espacio poco tangible lleno de metáforas donde las cosas no son simplemente como se muestran o como parecen ser. La forma de existir de las figuras en sus cuadros, poco definidas y heterogéneas en muchas ocasiones, existen sin existir, pintadas e incompletas pero sin necesitar, paradójicamente, ninguna pincelada más para considerarse terminada.

Mientras contemplas su obra, en medio de la plasticidad de las formas, de los colores, en medio de la pincelada suelta y flotante pareces percibir como aún sueña el pintor un delirio de color y formas que no termina nunca y que sigue vivo en cada una de sus pinceladas.