Beatriz Rodríguez Delgado, a propósito de “La vida real de Esperanza Silva”
«Camináis durante horas por las calles de la ciudad. De vez en cuando tienes que entrar en un bar y acercarte a los enchufes de las máquinas tragaperras, mientras en los ojos de la niña se reflejan las peras y las manzanas luminosas. No habla y en el fondo se lo agradeces. Los niñosestatua parlotean en un idioma que dejaste de entender hace años.»
Beatriz Rodríguez Delgado (Sevilla, España, 1980) es licenciada en Filología Hispánica. Ha trabajado como editora para Trama editorial, La Fábrica y el Grupo Anaya. Ha sido colaboradora de revistas como El rapto de Europa o Trama y Texturas y en guiones de documentales como La memoria de los cuentos. Los últimos narradores orales, de José Luis López Linares. También ha participado en secciones literarias y de opinión, en publicaciones del Grupo Andalucía Información y, recientemente, en la antología de relatos Watchwomen. Narradoras del siglo XXI. Actualmente dirige la editorial Musa a las 9.
La vida real de Esperanza Silva es su primera novela. En ella la autora plantea una nueva forma de escritura en la que la narración se fragmenta en bocados de realidad, y en la que la memoria le roba a la experiencia cotidiana su sentido más profundo y vital.
La vida real de Esperanza Silva. Beatriz Rodríguez Delgado. Editorial Casa de Cartón. 150 páginas. 14,00 €
¿Cuántas vidas puede tener una mujer como Esperanza Silva? Retazos de días, trozos de sueños, historias que componen un mural fascinante. En esta novela, vemos pasar, uno tras otro, los cuadros que ha pintado su protagonista, Esperanza, una pintora de una invención y sensibilidad muy originales: la infancia, la adolescencia, el amor, el dolor, los deseos, las frustraciones, la miseria y la felicidad de una mujer que no quiere diferenciar entre verdad y ficción. Estos cuadros crecen sobre los colores del mundo y consiguen crear su propia existencia, una más auténtica, más intensa, única como la vida de Esperanza Silva.
P.- Cundo una persona ha dedicado mucho tiempo a la edición, ¿se hace inevitable plantearse la escritura de un libro? ¿Dónde está el germen que dio origen a este?
Creo que la escritura y la lectura son dos caras de una misma forma de observar y entender la vida. La relación entre el lector y el autor de un texto es uno de los ejemplos de comunicación humana más simples y, a la vez, más fascinantes, porque es en ese acto de comunicación donde surge realmente la creatividad. En este sentido, la edición es una especialización posterior a la experiencia lectura-escritura, aunque evidentemente está más unida al papel del receptor.
La idea de Esperanza partió de un juego entre la realidad y la ficción y de cómo la identidad y la experiencia muchas veces están marcadas por una visión externa a nosotros mismos, ajena a lo que pensamos que realmente nos define.
P.- ¿Cómo nació el personaje de Esperanza Silva? ¿Cuántas vidas tiene?
Todo empezó con una historia muy especial que me contaron y cuya protagonista se llamaba así, Esperanza Silva, me gustó tanto el nombre que empecé a bautizar así a los personajes femeninos sobre los que escribía, y poco a poco fue naciendo la historia de esta mujer que vive entre la realidad y la ficción. Tiene tantas vidas como experiencias o sueños, porque ella no distingue entre ambos estados, quiero decir que para Esperanza Silva cualquier momento es digno de ser “real” si el motor que lo sustenta tiene algo que ver con las pasiones vitales.
P.- En la primera parte de tu novela te vales de la pintura para estructurar los capítulos. Cómo si la visión real de la pintora se confundiera con la que vuelca en el cuadro…
Exacto. Los cuadros marcan momentos trascendentales de su vida, en muchos ni siquiera es la protagonista directa, en otros se introduce lo fantástico a través de una visión onírica, y en otros hay experiencias verdaderas. Estos cuadros me permiten fragmentar su historia para que el lector reciba la idea de que una vida no es necesariamente un argumento lineal, una vida no es descriptiva, no es lo cotidiano, sino los momentos que nos hacen girar, ya sean de felicidad, de dolor, de pasión, de crueldad o, simplemente, de ensoñación.
P.- A modo de puzzle podría trazarse la evolución vital de Esperanza Silva. ¿Para conocerla bien habría que encajar todas las piezas, seguir todos sus cuadros?
La novela se puede leer de muchas formas, yo la he estructurado así para que el lector siga esa guía, de manera que, efectivamente, cuando termina el libro el mural sobre el que hemos “trabajado” tenga sentido. Si el lector quiere romper mi estructura y saltar de cuadro en cuadro, creo que el mural, el que yo tengo en la cabeza, podría variar, lo cual sería interesantísimo, al menos para mí. Si alguien lo hace, por favor, ¡que me lo cuente!
P.- ¿Qué faceta es la que más destacarías de Esperanza Silva?
El apego por la infancia. Creo que se ha quedado anclada en las primeras experiencias vitales que, por otra parte, son las que realmente nos construyen. Lo demás le aburre, le parece falso.
P.- ¿La sensibilidad está ligada al personaje y su dedicación? ¿o va más pareja a la autora y su forma de ver el mundo?
Está más ligado al personaje, por supuesto. Dentro de la ficción te puedes permitir hablar de alguien tan excéntrico como Esperanza y conseguir que le caiga bien a todo el mundo, aunque trabajes desde distintos puntos de vista, como es el caso de esta novela. La realidad es mucho más dura, porque la construcción se escapa del individuo, es siempre caleidoscópica.
Aunque sí hay una cosa que comparto con Esperanza: a ambas nos horripila el cinismo.
P.- Se nota que eres gran observadora, ¿crees que los pequeños detalles son los que mejor definen una situación, o dicen más de una persona?
Sobre todo los detalles que no se ven, o los que se ocultan intencionadamente. Me gusta observar a la gente en facetas que no quieren mostrar, me gusta mirar y escuchar historias que están aparentemente ocultas, casi siempre son más auténticas.
P.- Tu forma de narrar parece fragmentaria, como si viniese ya trabajada desde el relato.
Bueno, esto es así porque me lo ha pedido esta historia concreta, precisamente por el juego que se plantea en el título.
P.- El cambio de registro y de narrador te permite jugar con el personaje, pero también con la mirada del lector.
Es una de las cosas que más me atraían de este libro ya que Esperanza no está siempre en el centro. De alguna manera me parecía que así podía implicar más al lector en la construcción del personaje. He intentado abrir un poco el punto de vista de la narración para no encorsetar la historia.
P.- Como editora que eres, ¿qué tipo de literatura te marca a la hora de elegir?
Pues hay una expresión que me resulta muy divertida y que se ha puesto de moda en los últimos años, aquello de “editorial literaria”. Hablar de “literatura literaria” parece un acto de cinismo de esos que no nos gustan ni a Esperanza ni a mí.
En resumen, publico lo que me gusta, pero lo que me gusta, al parecer, no tiene nada que ver con el producto de consumo en masa.
P.- ¿Tienes ya algún nuevo proyecto entre manos?
He terminado una novela hace poco, aunque la sigo corrigiendo. Es otra de las grandes ficciones que inventan los escritores: fingir que siguen corrigiendo mientras esperan que el libro se edite.
Por Benito Garrido.