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Alimañas

Alimañas, Óscar Pérez Varela. Ediciones Evohé, 2013. 180 págs.

Por Óscar Bribián

AlimañasDijo Murakami que si lees los libros que está leyendo todo el mundo, solo podrás pensar como lo hace todo el mundo. Pues bien, aquí tenemos un libro para pensar de forma diferente, para reflexionar sobre cuanto acontece a nuestro alrededor. Una novela corta que se nos presenta con acertadas ilustraciones. A medida que el lector avanza en la historia, asimila mejor la función que cumplen las imágenes, reforzadoras de la atmósfera y los puntos clave de la trama.

Alimañas es, ante todo, una dura fábula existencialista, plagada de contrapuntos por los personajes tan dispares que en ella aparecen. Exabruptos, citas filosóficas, peleas honrosas, traiciones, ladinos enemigos y desafortunados amigos, momentos de tensión y rabia, disputas y peligro, calma y razonamiento. Un guiso con una gran cantidad de ingredientes cuyo poso se deja notar paulatinamente. Esta obra es una constante alegoría. Estamos ante un viaje iniciático, la búsqueda de un lugar esperanzador por parte de un personaje, una gata, cuyo rostro afeado por una cicatriz –recuerdo de una pelea- es un reclamo para quienes solo buscan los defectos. Un animal solitario que vaga por el mundo encontrándose con variados obstáculos y ayudas. Porque la novela va de animales, claro. Cuervos, patos, perros, loros, gatos, ratones. Animales que, como es lógico en toda fábula, se identifican con las actitudes de las personas. Tenemos personajes como el de un loro que ofrece su discurso filosófico y pacífico para ayudar a la protagonista a cruzar el cinturón de asfalto, contrapunto a los zafios comentarios de las palomas, que representan lo pérfido del ser carácter humano, la constante descalificación y crítica de quienes no tienen nada que perder o no aspiran a nada. Esta obra muestra constantes encuentros entre personajes que se ayudan o se odian, se traicionan o se devoran los unos a los otros. La vida misma. Un mundo opresivo y competitivo, violento. Incluso hay lugar, un claro lugar, para las sectas coercitivas que se aprovechan de quienes son vulnerables, de quienes atraviesan malos momentos, de quienes necesitan creencias, para ofrecer su doble rostro, sus recintos aparentemente idílicos, como salvavidas en un bombardeo de amor que torna en mentira. Así, el Hombre al que todos los animales temen, ese ser sobrenatural que decide las condiciones en que viven las alimañas, que delimita los territorios, dispone las comidas y las basuras de las que aquéllos se alimentan, los castigos, tendrá un papel relevante como las deidades en las civilizaciones, que se desarrollan al amparo de los designios de sus dioses con la vana esperanza de ser salvados. En la historia es muy destacable el encuentro con unas aves que se ven encerradas en un recinto, pese a que podrían superar sin problemas el vallado, pero no quieren atravesar el obstáculo porque el Hombre lo puso allí, y ese hombre representa los miedos, la imaginaria protección con que cada uno se envuelve para excusar su inapetencia, sus miedos, su incertidumbre. Pero no hay un ser superior que pueda salvar a los animales, ni a la raza humana. El mundo es algo mucho más prosaico.

Alimañas es una novela que aúna el realismo sucio con el existencialismo. Desde Rebelión en la Granja no recuerdo un libro que criticara la realidad a través del mundo animal tan eficientemente, de forma tan eficaz y soterrada al mismo tiempo. Una obra donde se muestran las crudas verdades del mundo al desnudo, sin más envoltorio que el de la metáfora. Y en este infierno de hormigón, asfalto y vidrio, donde también proliferan las reflexiones y las citas filosóficas, Óscar Pérez Varela nos muestra las múltiples ventanas que tiene este gran edificio del siglo XXI, a través de las cuales nosotros podremos asomarnos para lanzarnos al vacío o, simplemente, disfrutar del horizonte sin esperar un mañana.

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