La Neomudéjar
Por Cristian Sánchez San Segundo.
C/Antonio de Nebrija s/n, MADRID
La Neomudéjar es un centro de arte y residencia artística que lleva funcionando desde Junio de 2013, viene de la mano de la entidad cultural Arthouse Madrid. Se encuentra en unas antiguas instalaciones ferroviarias aledañas a la estación de Atocha, en lo que era la zona de carga y paquetería hasta finales de los 80 y donde se situaban unos antiguos talleres de formación.
La propuesta pretende introducir las dinámicas del arte de las últimas décadas dentro de un espacio al que los promotores del proyecto, Francisco Brives y Néstor Prieto, le han dado una fuerte carga ruskiniana. Recalcan que uno de los aspectos más importantes del edificio es que muestre la propia decadencia del mismo, un ejercicio de referencialidad a la que fue su actividad; de hecho, algunos elementos relativos al ferrocarril que allí fueron almacenados se han repartido entre las distintas zonas del espacio, entrando en relación directa con las obras que se exponen en el mismo. En este sentido, no se ha alterado apenas las estructuras que allí se encontraban en su adaptación como centro de arte, ni tan siquiera se ha enlucido el muro, pues los responsables consideraron, dentro precisamente de ese ruskianismo, que era un elemento fundamental de la identidad del espacio. También el nombre del espacio alude al estilo arquitectónico historicista que en principio le da identidad y que caracterizó el nacionalismo español del siglo XIX y que continuó hasta la década de los 20 del siglo XX, el neomudéjar, ciertamente, este edificio, más allá del uso del ladrillo y algunos elementos, no es el mejor ejemplo de neomudéjar de la zona, pero al menos, si se puede considerar como tal.
La propuesta, que si bien, podría resultar atractiva al establecer una suerte de relaciones de temporalidad entre el espacio y lo que se produce, queda un tanto deslucida por un discurso no excesivamente elaborado, que peca de clichés habituales dentro de una suerte de mainstream cultural que ha obviado, precisamente, las dinámicas discursivas del arte que se vienen dando desde las tres últimas décadas. El autodefinirse como un espacio de artes de vanguardia contrasta con los discursos habituales del arte, que de una forma u otra han dejado de lado esa proyección tan sumamente lineal en cuanto a lo que es su producción. No en vano, desde las llamadas vanguardias históricas, se ha evidenciado una constante dinámica de retornos en la producción de arte durante la segunda mitad del siglo XX e inicios del XXI. De hecho, aunque la idea de los gestores del espacio sea la necesidad de buscar la innovación en el arte, se está recuperando un término relativamente trasnochado y prácticamente en desuso en el habla castellana dentro de la producción actual de arte, al haberse perdido esa proyección de temporalidad lineal, tan propia de una modernidad que se supone superada, incluso en las diatribas de autores como de Jameson o Žižek a la posmodernidad. En este sentido, las obras expuestas actualmente no suponen ninguna reinvención, ni renovación del arte, ni tan siquiera supone una ruptura con un supuesto academicismo, concepto hoy en día completamente desdibujado dada la propia deriva del arte, que en tanto a que es multi e interdisciplinar se han desdibujado precisamente esa idea del arte ligado a unas disciplinas específicas en lo que es su concreción, incluso desde las instituciones. Un proceso que comenzó en la década de los 50 en lo que se ha denominado segunda vanguardia.
Por otro lado, es significativo que La Neomudéjar si ha abordado una cuestión muy importante en la producción contemporánea del arte, sobre todo dada por el influjo de los media y el advenimiento de internet, algo que se ve reflejado sobre todo tanto en la propia forma en la que se ha concebido el espacio; el reciclaje. Concepción correlativa a la idea desarrollada por Claude Levi Strauss en El Pensamiento Salvaje y que ha sido una la tónica general durante los últimos 20 años en la producción del arte, algo que se ha acelerado dado que internet ha facilitado enormemente una constante recuperación de información, reforzando la idea de archivo, pero a su vez democratizándola.
La Neomudéjar falla en esa pretensión de innovar y encauzar el arte dentro de Madrid precisamente por no generar rupturas, sino continuidades dentro de la producción actual de arte, haciendo sobre todo hincapié en las propias disciplinas o nociones como la del streetart fuera de la calle. En cuanto a las exposiciones actuales, existen varias propuestas, algunas correctas, otras muy buenas, pero si por algo destaca, es por utilizar un espacio muy atractivo que invita a explorar, algo que da mucho juego, permitiendo añadir un mayor atractivo a las obras.