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Jeremías Gamboa: «Muchos lectores cercanos se sorprenden al conocer las diferencias entre mi vida y la de Gabriel Lisboa, su protagonista»

Por Francisco Arbós

Gamboa RepúblicaContarlo todo (Literatura Random House, 2013), la primera y flamante novela de Jeremías Gamboa (Lima, 1975), fue presentada en la pasada FIL de Guadalajara en loor de multitudes. En ella, un becario dispuesto a abandonar su incipiente carrera periodística para dedicarse a la literatura nos cuenta su historia. La nueva promesa de la literatura peruana y, sin duda, una de las voces más potentes del momento atiende a Culturamas desde su apartamento en Miraflores, a pocos metros del Pacífico.  

No hay duda de que estamos ante uno de los fenómenos editoriales de 2014. ¿Qué tal llevas eso de ser el hombre del momento?

Como todo en la vida, el éxito tiene algunas cosas muy buenas y otras no tan buenas. Tal vez la  más complicada sea asimilar el cambio dramático. Pasas de estar trabajando en silencio muchos años a estar completamente expuesto al juicio de lectores y críticos. En cualquier caso, la primera impresión es intensamente positiva, pues lo que un escritor desea por encima de todo es ser leído por una multitud de lectores.

Todo un cambio, desde luego.

Sí. Pero ya soy demasiado mayor como para sentirme agobiado. Es cierto que esta es mi primera novela publicada, lo que me convierte en un autor tardío, pero no el primer libro mío que sale a la luz. Antes me publicaron en Lima un libro de relatos, Punto de fuga, que se reeditará en España y en toda Latinoamérica a lo largo de este año.

En cualquier caso, la publicidad que se ha hecho de la novela ha alimentado los prejuicios de algunos críticos y lectores. ¿Crees que hay algo de envidia en ello?

En absoluto. Es cierto que la publicación de la novela ha generado un debate potente,  en el que caben grandes elogios y críticas destructivas. Pero esto siempre ha ocurrido con cualquier novela que pretenda tocar las fibras sensibles de sus lectores.

Uno de los aspectos del libro que ha azuzado la controversia es su elevado grado de autoficción. 

Contarlo todo es mucho menos autobiográfica de lo que la gente se imagina. Muchos lectores cercanos se sorprenden al conocer las diferencias entre mi vida y la de Gabriel Lisboa, su protagonista. Y lo cierto es que se trata de un mecanismo intencionado, yo buscaba desde el principio generar ese efecto. Fíjate que algunos críticos han acabo incorporando a su argumento pasajes de mi vida.  

GM27217.jpgEntonces hay más distancia de la que creíamos entre tu personaje y tú.

¡Claro! Además, cuando uno habla de sí mismo lo hace con bastante más pudor que si lo hace, por ejemplo, sobre un personaje histórico. En ese caso le resulta mucho más fácil al escritor contar ciertas intimidades.

En cualquier caso, es inevitable relacionar a Gabriel Lisboa contigo.  

Por supuesto. Es una extensión psíquica de mí mismo en la misma medida en la que pueda serlo el resto de personajes.  

Madame Bovary soy yo…

¡Cierto!    

Los autores del “Boom” latinoamericano se centraban sobre todo en aspectos sociales relativos a una colectividad. Contarlo todo, en cambio, parece ocuparse principalmente del ser.

Completamente. Esto también forma parte del debate generado por mi novela en Latinoamérica. Muchos críticos han querido ver en ella influencias del “Boom”, sobre todo cuando hablo de la problemática social, de los esquemas de poder, incluso ven en la extensión del libro una ambición parecida. Sin embargo, la novela habla sobre todo de la búsqueda del ser. Hay en ella la indagación psicológica y existencial de un individuo.

¿Con qué autores te gustaría que se te comparara?

Philip Roth, Naipaul o Bolaño son autores a los que me gustaría parecerme. También Hanif Kureishi, un autor que ha sabido conjugar muy bien lo mejor de Roth y de Naipaul. Su novela El buda de los suburbios fue un norte para mi mientras escribía Contarlo todo.    

El hilo argumental es puramente metaliterario. ¿Qué otros aspectos esenciales caracterizan la novela?

La indagación emocional es uno de los aspectos que considero más destacables. Hay un abanico de sentimientos muy fuerte: sexualidad, amor, anhelo, rabia. Creo que la literatura contemporánea de corte intelectual lleva un tiempo desatendiendo el mundo de las emociones. Luego creo que Contarlo todo se circunscribe en el clasicismo del storytelling, pues es una novela que apuesta por contar una historia. Entonces, fíjate lo extraño que resulta que una novela tan vital y sanguínea hable también de aspectos metaliterarios. Una novela metaliteraria suele ser una novela para escritores, y sin embargo Contarlo todo llega a todo el mundo.

Y, ¿qué me dices de la ambición? Son más de quinientas páginas.

Yo más que de ambición hablaría de actitud. La honestidad con que Gabriel explica su historia responde a una actitud muy poco latinoamericana. En esto he querido emular  a Roth cuando hablaba de cosas sobre las cuales un judío siempre evitaba pronunciarse, como la sexualidad. Entonces, esa voluntad de contarlo todo por parte de Gabriel ha dado para quinientas páginas. ¡Si hubiera sido yo mismo en persona no habría pasado de la tercera página! (Risas).     

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