Como Olivares
Por Inmaculada Durán. Hoy me siento como el conde-duque de Olivares: achacosa en la salud, algo deprimida y con una actividad frenética en pos de mantener mi estatus, sólo que en vez de guerras en Flandes y Mantua, lidio con el déficit de tarifa eléctrico -imposible de aclarar y más imposible de pagar- y con la subida, en general, de todos mis recibos e impuestos en la misma proporción que mi bajada de sueldo, incluida la parte que me repercute del incremento del IVA cultural. En este sentido, apoyo, como a cualquier gremio que tenga dificultades para salir adelante, la reivindicación de los actores de este país. En el resto, ni me meto. Como decía el actor Kevin Spacey en una entrevista recogida por El País, “creo que mi perspectiva sobre la política es jodidamente aburrida, y a nadie le importa una mierda lo que un actor piense sobre política”. Esto es tener bien claro qué haces y qué no quieres hacer. O como el escritor Frederick Forsyth, quien declaraba hace unos días para ABC que con sus libros no pretende “predicar, ni dar una perspectiva moral”, lo suyo –afirmaba- “es entretenimiento”. Dicho esto, no puedo más que destacar la sensatez de quien es honesto con sus límites. Y mis límites este mes pasan por equilibrar prepuestos, pero sin Consejo de Castilla, como tendría Olivares.