Secuestro, violación y asesinato en ‘Rigoletto’
Por Horacio Otheguy Riveira
El Reina Victoria de Madrid presenta una ópera genial de Giuseppe Verdi, inspirada en una obra teatral de Victor Hugo: primer alegato contra el terrorífico imperio de la lujuria masculina.
Sin duda, un gran trabajo en pequeño formato que presenta a excelentes cantantes-actores con una orquesta de 35 jóvenes músicos en formidable unión, con un sobresaliente talante profesional para enfocar el primer argumento del teatro europeo —y podemos decir mundial— acerca del drama que aún acosa a millones de mujeres, víctimas del abusivo poder masculino, que siempre tiene su punto de partida en lo social y económico para erigirse después en una falocracia presidida por una verga interclasista que vive por sí misma y sólo proyecta, se alimenta y duerme en función de su penetrante satisfacción, como la lanza del salvaje, la animalidad del sátiro, el tridente del demonio, la voracidad del vampiro…
Una criminal fiesta perpetua
El duque de Mantua se divierte, prisionero de una lujuria exultante. Secuestra y viola, a menudo con ayuda de mujeres que se prestan al dominio de las de su propio sexo, pero siempre con la colaboración del bufón de su corte, Rigoletto, un tipo deforme y simpático que facilita al aristócrata las hijas y esposas que le apetecen, al que nunca le tiembla el pulso a la hora de reírse de las que son obligadas a integrar el jocoso harem… hasta que recibe la maldición del padre de una de ellas.
Y mientras él empieza a tener miedo, un miedo sobrenatural por esa “maledizione”, otros descubren que el jorobado y cojo con el que todos ríen, guarda celosamente a Gilda, una preciosa joven muy apetecible que algunos creen que es su amante, pero que en realidad es su hija, cuya madre «tuvo una noche de amor conmigo por compasión». La protege para que no le suceda todo lo que él ayuda a consolidar en otras… hasta que la lujuria de los hombres también les alcanza a ambos hasta arrastrarles al infierno del que nunca podrán salir: aunque Rigoletto crea que podrá llevar a cabo su mejor venganza.
La fiesta, la alegría desbordante de un mundo feroz esta definida por la falocracia presente con toda clase de matices: las mujeres que deciden por sí mismas entregarse a los placeres desmedidos, serviles a «sus» hombres, y las otras, esa mayoría que no puede decidir en absoluto, menos aún si se trata de Gilda, la bellísima y candorosa joven que todavía cree ser una niña, ciegamente enamorada de quien, en medio de borracheras y crímenes canta con sorna La donna e mobile:
La donna è mobile
qual piuma al vento,
muta d’accento
e di pensier,
e di pensier,
E di pensier!
Una cascada de situaciones dramáticas donde la música y el espléndido reparto de voces dan cuenta de un testimonio histórico que conmueve enormemente por la grandeza de las composiciones de Verdi que enlaza lo desgarrador de la historia con la infinita belleza de arias inolvidables y coros espléndidos para provocar en el espectador una excepcional emoción en tres actos de creciente interés y lograda puesta en escena, incluso para quienes conozcan otras versiones, entre las numerosas versiones existentes en cds y vídeos.
Este Rigoletto está a cargo de una empresa belga de bien ganado prestigio. La base: una obra teatral de Victor Hugo de 1832, “El rey se divierte” sobre la que se creó la versión operística del escritor Francesco Maria Piave, habitual de Giuseppe Verdi quien compuso la partitura. Se estrenó en La Fenice de Venecia en 1851. Lo grande, indudablemente genial, por parte de estos tres hombres es la profundidad ideológica que les ha llevado a plantear esta denuncia desgarradora del abuso de poder sobre la vida de las mujeres en un contexto de extraordinaria sensibilidad musical.
Aquí y ahora, en un ciclo de óperas y zarzuelas que acaba de comenzar, la cautivante partitura de Verdi está interpretada por músicos y cantantes de relieve en una versión muy fiel al original. Una función que atrae con logros nobles en una sala para 600 espectadores, a precios muy bajos en relación con los de los grandes teatros de ópera que, por otra parte, Madrid no tiene más que dos: el Teatro Real (un gran escenario y una sala incomodísima para la mayor parte del público, además de muy caro). Y rara vez el Teatro de la Zarzuela. Así las cosas, en el íntimo Reina Victoria que en junio cumplirá 98 años, sorprende gratamente esta producción de Zomeropera para el Festival de Alden Biesen, Bélgica.
Uno de los mayores logros de esta puesta en escena de Carlos Wagner es el verismo de su sordidez. En los grandes teatros siempre se ha abusado de presentar la fastuosidad del ambiente aristocrático y el impacto del palacio donde el bufón guarda a su adorada hija, y se suele rehuir la casa del asesino, Sparafucile: aquí hay poca diferencia entre un ambiente y otro porque lo que se destaca es, precisamente, lo sórdido de los divertimentos de estos hombres, incluso cuando es otra mujer, Maddalena, la que será causante principal del desastre final. La cómplice del terror, la compañera del placer a cualquier precio. Estos dos personajes secundarios pero fundamentales en el desenlace, con muy logradas escenas, están interpretados por el bajo de origen belga, Piet Vansinchen, alternando con Carlos London, y la contralto italiana María José Trullu, presente en todas las funciones.
Las grandes dificultades de los papeles protagónicos se distribuyen entre varios intérpretes de procedencia internacional con el común denominador de aunar un gran dominio teatral además de operístico, y esto destaca sobremanera en la cercanía del escenario, pues sus movimientos, gestos y caracterizaciones están —a diferencia de la mayoría de los teatros de ópera del mundo— con el público demasiado cerca, de manera que han de minimizar y enriquecer sus actuaciones con el instrumento más sutil del teatro de texto contemporáneo. En varios momentos se baila mientras se canta con un certero toque de comedia musical que enriquece aún más la de por sí magistral función. Recomendable para amantes de la ópera sin prejuicios y para cualquier amante del teatro.
Rigoletto
Autor: Francesco Maria Piave (libre versión de la obra de Victor Hugo, El rey se divierte).
Música: Giuseppe Verdi.
Intérpretes:
Duque de Mantua: Manuel de Diego/Pablo Martín Reyes/José Manuel Sánchez).
Rigoletto: Javier Franco/Marco Moncloa/Alberto Arrabal.
Gilda: Eugenia Enguita/Paloma Friedhoff/Ruth González/Elvia Sánchez.
Sparafucile: Piet Vansinchen, del 7 al 21 de marzo, y Carlos London, del 22 al 30).
Maddalena y Giovanna (criada de Gilda): María José Trullu.
Director musical: Alexis Soriano.
Directores de orquesta: José Fabra y Alexis Soriano.
Dirección escénica: Reposición de la puesta de Carlos Wagner, a cargo de Tom Baert.
Lugar: Teatro Reina Victoria.
Fechas: Hasta el 30 de marzo.
Más información en la web de la productora, Ópera de Madrid.