Génesis: la belleza del ‘otro planeta Tierra’ convertida en fotografías

Por Lara Marchante. 

Caixafórum Madrid. Paseo del Prado, n. 36

De lunes a domingo, de 10.00h a 20.00h.

Hasta el 4 de mayo 2014

Si valoráramos la exposición temporal ‘Génesis’ atendiendo exclusivamente a la información cuantitativa que la describe, tendríamos que referirnos a ella simplemente como espectacular: 245 fotografías en blanco y negro, tomadas a lo largo de ocho años de duración en un total de 32 viajes, que dan cuenta del ´otro’ 46% del planeta, aquel que se mantiene virgen.

Estas credenciales parecen ser suficientes para visitar Caixafórum antes del 5 de Mayo, y contemplar con asombro esta antología del fotógrafo brasileño Sebastião Salgado. Pero en el arte lo cuantificable es anecdótico y -por suerte- las obras tienen la capacidad de sobrecogernos por sí mismas. Más aún en este caso, en el que artista es conocido internacionalmente por aunar en cada trabajo la vocación estética y de denuncia. Y es que ‘Génesis’ abruma por su diversidad, calidad estética y contenido.

La mirada de Salgado y su teleobjetivo pasean por un mundo donde la mano  del hombre industrializado aún no ha arrasado la belleza natural. Las instantáneas de paisajes terrestres y marinos comparten espacio con imágenes de animales en libertad y retratos de integrantes de tribus de distintos continentes, como los mursi o surma, cuyos estilos de vida han sobrevivido ajenos al devenir de lo que nosotros conocemos como Historia Universal.

Este proyecto, desarrollado entre 2004- 2012, pretende concienciarnos sobre el impacto que ha tenido nuestra especie en la Tierra desde la Revolución Industrial, a través de una novedosa y positiva una perspectiva, pues opta por mostrar los espacios que permanecen prácticamente inalterados. Atendiendo a las distintas localizaciones, la muestra se estructura en cinco grandes apartados, diferenciados además por colores: ‘La Antártida y los confines del sur’, ‘África’, ‘Los santuarios’, ‘Las tierras del norte’, y ‘La Amazonia y el pantanal’.

 Sin embargo, el autor no se contenta con acercarnos a los lugares más recónditos, sino que nos convierte en sus compañeros de viaje. Para ello incluye en algunas descripciones de las imágenes sus impresiones sobre la jornada, el lugar, las gentes e incluso las dificultades que se esconden detrás de sus disparos. Un buen ejemplo son las tomas áreas de hipopótamos, realizadas desde un globo, con el fin de evitar que el ruido y la presencia del hombre alterara sus acciones.

La obra de este fotógrafo es, sin duda, la de un hombre mimetizado gustosamente con el entorno. Un observador que, por su delicadeza y minuciosidad, parece devolvernos con cada fotografía algo más que un instante congelado de una realidad. La pureza e inmutabilidad de lo retratado, ligado a la calidad formal, crean en el visitante una paradójica sensación de extrañeza ante lo que ve, que le lleva a cuestionarse la artificialidad que rodea su día a día.

Gracias a esta exhibición podemos asomarnos a las ‘otras’ asombrosas cotidianidades que esconde nuestro planeta. Contemplar el ojo de una ballena que se sumerge en las profundidades del antártico o la nube de vapor que deja tras su larga respiración; aceptar que hay más vida nocturna allí donde no llega el ser humano ni sus luces de neón; imaginar cómo rompe el silencio una manada de búfalos agitando el polvo a su veloz paso por tierras áridas o devolver la sonrisa cómplice a aquellas personas capaces de afrontar la vida con los instrumentos de los que la naturaleza les dota.

Una oportunidad para entender, en definitiva, que no estamos solos y asumir las verdaderas ‘reglas de juego’: el mundo no nos pertenece a nosotros sino que nosotros pertenecemos al mundo.