Entrevista a José Antonio Garriga Vela por «El cuarto de las estrellas», Premio Café Gijón de Novela
«Los que vivieron la guerra retroceden en el tiempo al oír las detonaciones. Ellos temen que cualquier día se repita la historia y afirman que la cementera es un antídoto contra el olvido. La montaña caliza está plagada de fósiles. Millones de cadáveres que se han ido amontonando y sepultando entre sí, unos sobre otros, a lo largo de los siglos. Tengo la sensación de que estoy en un lugar que no existe. No solo porque desaparece su nombre en los mapas y nadie acude a visitarlo, ni siquiera en verano, cuando La Araña se convierte en una isla desierta en medio de las otras playas repletas de bañistas, sino también porque sus propios habitantes a fuerza de permanecer ocultos se hacen invisibles.»
José Antonio Garriga Vela (Barcelona, 1954) es colaborador habitual de varios periódicos y revistas, y autor de diversos libros de cuentos, novelas y obras de teatro. Como novelista ha publicado Muntaner, 38 (Premio Jaén de Novela, 1996), El vendedor de rosas (2000), Los que no están (Premio Alfonso García Ramos, 2001) y Pacífico (Premio Dulce Chacón de Narrativa 2009). Como cuentista, destaca su libro El anorak de Picasso (2010).
Con El cuarto de las estrellas, el autor se hizo merecedor del Premio de Novela Café Gijón 2013, destacada por el jurado como “una novela inusual, que supera el realismo tradicional con imágenes y situaciones de gran calidad expresiva que van creando una atmósfera de misterio extraordinariamente sugerente”.
El cuarto de las estrellas. José Antonio Garriga Vela. Editorial Siruela, 2014. 168 páginas. 15,95 €
Esta es la historia de un hombre que sufre un accidente que hace que desaparezcan sus recuerdos más recientes, mientras aquellos más remotos brotan con extraña fluidez. Decide entonces retirarse al escenario de su infancia para escribir una novela tejida con todas esas memorias y se instala en La Araña, un lugar asfixiante y gris ubicado en ninguna parte, un pueblo arrinconado entre el mar y la omnipresente cementera. La vida de la familia da un vuelco cuando un décimo comprado por el padre del narrador resulta agraciado en el sorteo de la lotería de Navidad de 1973. El padre decide emprender un viaje familiar a Nueva York, su paraíso soñado. Durante el transcurso del mismo desvelará a su hijo un secreto que no puede guardar por más tiempo.
Esos secretos familiares son la piedra angular de una novela en la que el autor ha conseguido inyectar vida a unos fantasmas tan reales que acaban convenciéndonos de que, quizá, los fantasmas seamos nosotros, de que hemos sido expulsados de una patria a la que acudimos siempre, el pasado, a pesar de que allí solo hay cenizas.
P.- ¿Cuánto de realidad y de experiencia personal puede encontrarse en esta novela?
Como el narrador de la historia, yo también sufrí un desmayo, caí al suelo y me golpee la sien. El golpe produjo un hematoma cerebral que me hizo perder la memoria reciente mientras que recordaba con absoluta nitidez los pasajes de la infancia y la adolescencia. A medida que el hematoma disminuyó de tamaño fui recobrando la memoria. También perdí el sentido del olfato y consecuentemente el sentido del gusto, como el narrador de la novela. Lo demás que cuento es literatura.
P.- ¿El pasado siempre vuelve? ¿Somos quizá sus prisioneros más fieles?
El pasado vuelve porque existe la memoria. Entonces los recuerdos resurgen del pasado unas veces para embellecerlo y otras veces para saldar algunas deudas pendientes, como ocurre a los protagonistas de esta historia.
P.- En la mente del escritor, ¿pueden llegar a confundirse realidad y ficción? ¿Pueden inventarse recuerdos difuminados que pasen por reales?
La realidad del escritor convive diariamente con la ficción. La ficción entra a formar parte de la realidad. Hasta que llega un momento en que el propio escritor no sabe distinguir qué es lo auténticamente real y que ha creado su imaginación. O quizás si lo sepa y simplemente plantea un juego con el lector.
P.- ¿Por qué un escenario tan agreste y cerrado para desarrollar esta historia?
Paso por el barrio de La Araña casi todos los días. Oigo el sonido de la fábrica de cementos Goliat que se encuentra frente al mar y a tan solo tres quilómetros de la ciudad de Málaga. Se trata de un territorio desértico, asfixiante, y también literario. El paraje es una tentación para un novelista y yo caí en esa tentación.
P.- La suerte no se busca, se encuentra… Dices en tu libro. Pero, no todos tienen la misma suerte, ¿no?
La suerte y la fortuna no siempre resuelven los problemas. A los protagonistas de la novela les toca el Gordo de la lotería y ese premio se convierte en un arma de doble filo. A veces la suerte nos traiciona.
P.- Otro tema muy presente en tu libro es la muerte. ¿Obsesión generalizada en el ser humano?
La muerte y el paso del tiempo son dos temas prioritarios en la novela. Efectivamente es una obsesión que se agrava a medida que pasan los años. Pero también la vida y la muerte se mezclan y confunden, eso es lo que he querido recrear en El cuarto de las estrellas.
P.- La memoria y su pérdida como elemento para entrar en el misterio y en los silencios que envuelven a una familia y su historia. ¿Todo el mundo tiene algo que ocultar?
Supongo que todo el mundo oculta algo que no tiene porqué ser perverso sino íntimo. La intimidad es algo tan personal que sólo la ficción puede sacar a la luz.
P.- La infancia pasada, el presente desorientado y el futuro difuso… ¿la vida misma quizá?
Efectivamente, la novela está plagada de metáforas como la vida misma.
P.- He leído que eres un gran apasionado del cine. ¿Cómo crees que ello influye en tu escritura?
El cine me influye porque escribo viendo las imágenes de la película que se proyecta en mi cerebro. Luego trato de trasladar esas imágenes a la pantalla del ordenador donde escribo la novela. El cine me apasiona y en esta novela está muy presente.
P.- Un premio como el Café Gijón, ¿supone un reto difícil a la hora de enfrentar la siguiente novela?
Al contrario, el premio me estimula.
P.- ¿Cómo ves la situación actual del mundo editorial? ¿Crees que se ve ya luz al final del túnel?
Ojalá pudiera verse la luz al final del túnel, pero desgraciadamente lo veo bastante oscuro.
P.- ¿Nuevos proyectos?
Estoy dando vueltas a una historia que espero que algún día vea la luz. Cuando escribo hasta los túneles me hacen sentir feliz.
Por Benito Garrido.