Entrevista a Samuel Sebastian
Por Sara Olivas García.
Samuel Sebastian es un cineasta y dramaturgo que desde los 12 años escribe artículos sobre cine y arte. Después de licenciarse en Historia del Arte, comenzó su carrera como cineasta y ocasionalmente como profesor de cine, fundando la productora sinCasa. Ha dirigido videoclips, cortos y películas, y ha obtenido distintos premios, entre ellos, el Premio Octubre de teatro, con la obra Les habitacions tancades, su primer texto dramático, convirtiéndose así en el más joven ganador de este premio y el primero nacido en la ciudad de Valencia.
- ¿Tuviste algún tipo de ayuda al empezar a filmar tus propias películas?
Las primeras no. Mi primer largometraje, El primer silencio, fue completamente autofinanciado con muy poco dinero, al igual que mis primeros documentales. Era un riesgo que tomábamos tanto el equipo de producción como yo porque creíamos en un cine personal, creativo, un cine que podía llegar a muchas partes del mundo ya que en aquel momento la distribución por internet era incipiente y, honestamente, pienso que no está mal que sea así ya que permite a los creadores comprometerse hasta el final con su propia obra. Es cierto que hacer cine es caro y que se deben cubrir todos los costes, pero cuando empecé a hacer cine aún no había terminado la carrera y tenía claro desde hacía mucho tiempo que ése iba a ser mi destino, por esa razón estás dispuesto a hacer unos sacrificios que en otras circunstancias no harías.
- ¿Son necesarias más ayudas desde el gobierno para las películas no comerciales?
Hay un gran problema en España y es el de la planificación comercial de las películas consideradas como más artísticas o de autor. Una película bien planificada puede ser rentable, con independencia de que sea de autor o muy comercial, si los autores, los productores o los distribuidores saben encontrar su público; y esto se considera muy pocas veces. Evidentemente, pienso que todo el cine debe tener ayudas y de muchas formas, no solo las típicas subvenciones a fondo perdido y anticipadas que son las que fomentan el fraude en el audiovisual, Francia por ejemplo nos ha enseñado que el cine se puede subvencionar de muchas maneras diferentes y lo que es más, se puede generar un mecanismo mediante el cual los beneficios que genera el cine reviertan en la misma industria cinematográfica, lo cual es hacer un círculo perfecto.
- ¿Piensas que llegará el día en el que el cine no comercial pueda igualarse al cine comercial, el que recibe las ayudas?
Los competidores en el cine no luchan con igualdad de armas. No se puede comparar una película distribuida por un gran estudio a una película completamente independiente y por eso jamás podrán tener los mismos beneficios y las ayudas hacen que la brecha sea aún más grande ya que muchas películas reciben ayudas en función del número de espectadores. Las películas independientes, en cualquier caso, tienen una gran ventaja respecto a las grandes películas comerciales y es su cercanía: puedes encontrar promociones en las redes sociales, los autores están muy dispuestos a viajar con ellas, hacer debates, etcétera y, además, siempre se preocupan por contar historias que resulten más cercanas al espectador.
- Has recibidos algunos premios por tus cortos, ¿qué se siente al ver reconocido tu trabajo?
Reconozco que cada vez me siento más distante respecto a los premios. Agradezco los que he recibido pero no dejan de ser un acontecimiento más de la parte más vanidosa del séptimo arte y es esa parte precisamente la que no me interesa en absoluto. Nada puede compararse al placer de construir en imágenes una buena historia y que ésta forme parte de la memoria de todos los que la vean.
- ¿De qué forma te afecta la subida del IVA cultural?
El problema de la subida del IVA cultural es, por un lado, el fomento de las desigualdades entre las personas. En una sociedad democrática precisamente, la cultura debe ser libre y accesible, y ya llevamos varios gobiernos que han fomentado todo lo contrario, un elitismo que la ha hecho inaccesible para una gran parte de la sociedad. El otro factor que me parece preocupante de esta subida es el hecho de que, a pesar de que cada vez aumentan más los impuestos, ese dinero no vuelve a los ciudadanos, no hay mejores escuelas, ni más bibliotecas ni nuevas salas de teatro público, al contrario, los presupuestos para cultura disminuyen alarmantemente, lo cual quiere decir que los impuestos que pagamos por razones culturales tienen un destino que nada tiene que ver con su origen.
- ¿Qué medidas propondrías para que la situación actual de la cultura cambiara?
Solamente pondría una y pienso que sería suficiente: una subvención automática para proyectos culturales y, en la medida en que estos proyectos dieran beneficios, se devolvería de forma proporcional el dinero al Estado. En Francia se hace y es muy rentable: una cultura bien planificada puede tener éxito, fomenta la iniciativa creativa y es rentable.
- ¿Qué piensas sobre las nuevas propuestas como “el día del cine”, donde las entradas costaban menos de tres euros?
La exhibición cinematográfica se encuentra anclada en los años cincuenta y prácticamente no ha cambiado desde entonces, dicho sea de paso igual que el sistema de subvenciones, en cambio las formas de hacer y ver cine han cambiado muchísimo. Ahora los distribuidores y los exhibidores comienzan a ponerse las pilas en un asunto muy serio y es el de qué se le puede ofrecer a un espectador para que vaya al cine, qué incentivos, qué puede hacer que la experiencia de ver una película sea especial. A veces no todo es una cuestión económica, pero tal vez por aquí se empieza.
- ¿Qué opinas sobre el cine español actual? ¿Qué cosas negativas destacarías de éste? ¿Y positivas?
Hablar sobre el cine español parece que sea siempre ponerte a favor o en contra de él, lo cual es un debate que tiene casi ochenta años. A veces me pregunto si hoy en día el cine español de verdad existe ya que las identidades de las películas se hacen cada vez más líquidas, las fronteras son más frágiles y el lenguaje se universaliza. El otro día veía Caníbal y, aunque formalmente es una película completamente española, es evidente que está inspirada en modelos europeos, es sencilla, estilizada, me pareció una gran película. Respondiendo a tu pregunta con más exactitud, la parte más negativa del cine español es que no ha sabido ganarse a su público como sí lo ha hecho el francés o el italiano y eso es en gran parte por haber creado un sistema de producción completamente alejado de los gustos de su público. En cambio, como positivo hay que señalar que hay autores que son unos verdaderos resistentes, que tienen una personalidad muy marcada aunque solo hayan hecho una película, como ha sucedido con Sorogoyen y con Ballús.
- ¿Qué futuro le ves al cine español?
Como decía, el cine español en general está aprendiendo a ver más allá de sus propias fronteras, a integrarse dentro de un sistema global de producción y distribución de películas y precisamente eso es lo que puede dar un importante impulso al cine español: su disolución dentro de un lenguaje universal, no es algo que le suceda solo a Bayona o a Rodrigo Cortés, que se fijan en modelos americanos, también el cine de autor como el de los citados Sorogoyen, Ballús o Martín Cuenca se fija en modelos extranjeros para sus películas, lo cual les dota de una gran profundidad para sus propuestas porque suman a su bagaje propio como creadores los contenidos universales de sus historias.
- A pesar de los condicionantes económicos, ¿piensas que el cine español tiene que envidiar al americano?
El error de partida es compararse con una gran potencia. En el ámbito occidental, los Estados Unidos tienen el poder sobre gran parte de la producción cinematográfica mientras que España no deja de ser un país mediano en cuanto a producción y número de espectadores. Una película media americana cuesta entre diez y veinte millones de dólares mientras que una media española entre uno y dos millones de euros. En cualquier caso, la filmografía española no es especialmente diferente a cualquier otra, hay buenos autores y pésimos. Por ejemplo, cuando alguien dice «me gusta el cine rumano» o «me gusta el cine iraní», no se refiere a todo el cine rumano o iraní, sino al que llega a España, que normalmente es de una calidad más alta de la media. En España sucede igual, si nos fijamos en ciertos autores podríamos decir que es magnífica y en cambio, si nos fijamos en otros, bochornosa.
- ¿Qué piensas de la gala de los Goya? ¿Y los Óscar?
No las vi. Nunca he encontrado ningún interés en este tipo de galas, me parecen largas y repetitivas.
- Al ser valenciano, ¿piensas que se dan ayudas suficientes desde el Gobierno valenciano?
El gran problema del cine valenciano, y es el que ha hecho que muchos cineastas nos vayamos de allí, es que la apuesta por el cine ha sido engañosa. El cine en Valencia, como tantos otros ámbitos de la vida, no ha estado exento de la corrupción que ha devastado todo el país, lo cual ha sido enormemente perjudicial no solo para el cine sino para iniciativas culturales que se hicieran con la idea de potenciar una industria sólida cultural valenciana. La corrupción genera un doble efecto especialmente terrible para la cultura en general y el cine en particular: en primer lugar, se derrocha una gran cantidad de dinero que no va a ninguna parte, o en todo caso a los sobresueldos de los políticos y, en segundo lugar, se anula creación artística, ya que el dinero que queda para fomentar el arte o el cine no va a los mejores proyectos sino a los más mediocres.
- ¿En qué proyectos estás trabajando ahora?
Actualmente llevo dos que se concretarán durante el año: uno es una coproducción europea, en principio entre cuatro países y que será un drama de ciencia ficción. Poner de acuerdo a tantos países no siempre es fácil, cada uno tiene su legislación, sus intereses y su propio mercado, pero espero que estas cuestiones queden solventadas antes del verano. El otro es una película pequeña, pensada para ser rodada en el centro de África, que reflexiona sobre lo absurdo de las guerras. La violencia es uno de los temas que siempre me ha preocupado y pienso que vivimos en una sociedad en la que este tipo de cuestiones están cada vez más banalizadas.
- ¿Cuál es tu sueño como director de cine?
Que no se agoten nunca las historias que contar.