Cien años de perdón, de Claudio Cerdán
Por Paco G. Escribano. No quise perderme la presentación en Madrid de «Cien años de perdón» (Editorial Versátil), última novela de Claudio Cerdán. Una de las razones es porque llevo ya viéndolo en varias ediciones de la Semana Negra de Gijón; otra, porque somos amigos en Facebook y alguna vez habíamos cruzado algunas frases; otra, porque el pasado verano, precisamente en Gijón, me habló de él muy bien mi amigo y maestro Mariano Sánchez Soler; y otra, porque no ha hecho nada mas que cosechar buenas críticas con sus anteriores novelas. Si a eso añadimos que Claudio es de 1981, es decir, insultantemente joven, me picó la curiosidad, a pesar de que yo suelo dedicarme a las obras de escritores mucho mayores que yo. Si os preguntáis lo que he sentido al leerla, os lo voy a decir ahora mismo: como lector, una satisfacción tremenda por haber encontrado una novela y un escritor buenísimos; como escritor, envidia, porque a su edad yo no me había planteado aún escribir.
La novela está escrita en primera persona, en tiempo presente. El tablero por donde transitan personajes y escenarios es la ciudad de Alicante. El conductor de la narración es el protagonista, el inspector de la Policía Ramos. Lleva demasiado tiempo entre chorizos, putas, travestis y yonquis y está quemado, hace tiempo que dejó de importarle ser un buen policía. Sus compañeros no se fían de él y su familia le desprecia. La aparición de una familia muerta justo debajo del piso en donde aparece el cadáver de un anciano rodeado de bolsas que contienen fajos de billetes le envenena la mente hasta el punto de que decide hacerse con el dinero. Como no puede hacerlo solo, se alía con otro compañero corrupto, un chorizo profesional y la mafia rusa. A partir de ahí, se verá envuelto en una espiral de cadáveres y violencia con la que no contaba, encaminándose cada vez más a un túnel sin salida.
Dicen los expertos en Novela Negra que en una novela de género la trama no es lo importante, ni siquiera que haya un buen final, que lo importante son los personajes, los ambientes sórdidos, la crítica social y el estilo a la hora de narrar, tal como hacían San Raymond y San Dashiell. Pero si uno se ciñe a este canon y además, como ha hecho Claudio en «Cien años de perdón» consigue una trama perfecta y un final espectacular, estamos ante una novela negra redonda.
Cierto es que, en los tiempos que corren, un novelista raramente va a vivir de su trabajo, y todos tenemos una segunda actividad profesional que es la que nos da de comer. Conozco a muchos buenos escritores que abandonan, que consideran que no merece la pena emplear tanto tiempo para nada. Claudio, a ti ni se te ocurra dejarlo, forastero.
Claudio Cerdán nació (Yecla, 1981). Publicó dos novelas fantásticas (El Dios de los Mutilados y Cicatrices) antes de pasarse al género negro.
Con El país de los ciegos (Ilarión, 2011) obtuvo el Premio Novelpol a la mejor novela negra del año, y quedó finalista del XIII Premio Lengua de Trapo y del Premio Silverio Cañada de la Semana Negra de Gijón. Ambientada en Alicante, la ha presentado por toda la geografía española, incluyendo varias prisiones.
También ha dibujado cómics, escrito y dirigido cortometrajes, y recientemente ha publicado «La maison en chocolat», su primera novela para el mercado francés.
Sigue a Claudio en twitter @claudiocerdan y en https://www.facebook.com/claudio.cerdan.7?fref=ts