Entrevista a Rodrigo Fresán por «La parte inventada»
Por Benito Garrido.
«Si la política es el último refugio de los inútiles, entonces el pensamiento mágico (que no es otra cosa que una cómoda religión by design, personalizada y a medida) es la última posibilidad para los atormentados. Y es así como El Chico decide que la solución a todos sus problemas está en conseguir, en robar como ladrón de Bagdad, el talismán mágico que alguna vez otorgó poderes absolutos y creativos a El Escritor y que ahora está allí, esperándolo a él, el siguiente elegido en una cadena que va sumando eslabones desde las profundidades de los tiempos y que incluye, también, a grandes nombres de la literatura.»
La parte inventada, nueva novela de Rodrigo Fresán (Buenos Aires, 1963), habla de las posibilidades de la ficción, narra el viaje al interior de la cabeza de un escritor y explora los posibles modos y modales con que se forma o, mejor dicho, se deforma un creador de historias. El escritor y crítico literario argentino afincado en Barcelona desde 1999, es también autor de los libros Historia argentina, Vidas de santos, Trabajos manuales, Esperanto, La velocidad de las cosas, Mantra, Jardines de Kensington y El fondo del cielo.
La parte inventada. Rodrigo Fresán. Literatura Random House, 2014. 576 páginas. 22,90 €
¿Cómo funciona la mente de un escritor?
La novela busca respuesta a esa pregunta adentrándose en la mente de un escritor que trata de escribir su propia historia. O de reescribirla a su manera. La historia de alguien que conoció cierto éxito hace unos años, en el siglo y milenio pasado; pero que ahora siente que ya no hay lugar para él, ni en el mundillo literario ni en el gran mundo. Y que –entre las partículas aceleradas de letras de Scott Fitzgerald, música de Pink Floyd, un antiguo juguete a cuerda y el paisaje de las playas de la infancia– cree que ha llegado el momento de contar su versión del asunto…
P.- Te metes en la mente de un escritor que busca respuestas a muchas cuestiones. Como escritor que eres, ¿ese viaje interior se puede hacer verdaderamente complicado?
Más que complicado resulta interesante. Y ya se sabe: interesante es una condición tan ambigua… No olvidar nunca aquella maldición china: “Que tengas una vida interesante”. Puede decirse que con La parte inventada yo pasé por un proceso de escritura más que interesante.
P.- En ese proceso de creación, de dar forma a la ficción, ¿puede el escritor llegar a confundir la realidad con su ficción? ¿Dónde quedan las líneas que separan ambos territorios?
En el caso del personaje protagónico de La parte inventada (que comparte más de un rasgo con mi biografía, pero deformado hasta la mueca), las “radiaciones” que le apliqué para transformarlo/deformarlo fueron el no haberse casado ni ser padre (como yo), haber sido completa y absolutamente devorado por el luminoso agujero negro de la literatura, y de algún modo rendir tributo a esos personajes tan catastrofistas de la literatura judeo-americana (como algunos/muchos de Saul Bellow y Philip Roth y Bernard Malamud y tantos otros).
P.- ¿Tiene Rodrigo Fresán que identificarse plenamente con el protagonista para llegar a escribir sus pensamientos y opiniones?
No. En absoluto. No soy yo aunque esté de acuerdo en mucho de lo que piensa pero sin alcanzar esos niveles de obsesión/irritación/pasión. Digamos que es como un Rodrigo Fresán que tuvo una vida diferente a la de Rodrigo Fresán pero no con mi habitual volumen a 5 sino a 11. Y sin ningún tipo de anclaje emocional más allá de la literatura.
P.- Para muchos hoy en día la literatura es solo cuestión de tener una historia y plasmarla en el papel… ¿dónde queda la calidad literaria?
La calidad literaria espera, siempre, en la búsqueda y, si hay suerte, hallazgo de un estilo propio. El estilo es, pienso, el estadio más alto para el escritor y el más interesante y gratificante para el lector. O, al menos, para el tipo de lector que a mí más me interesa que lee lo que yo escribo.
P.- A través de Internet, con la infinidad de blogs y las redes sociales, ¿cualquiera se puede sentir habilitado para escribir, para criticar?
Todo parece indicar que así es. Y, para colmo, en muchas/demasiadas ocasiones, como anónimos o detrás de un alias.
P.- Novela que se salta los cánones más convencionales, ¿es ahí precisamente donde radica el atractivo de La parte inventada?
No me toca a mí decirlo o precisarlo. Pero sí me hace feliz el que –en un paisaje donde abundan libros que se limitan a nada más contar algo—La parte inventada esté, además, escrito.
P.- ¿Hasta que punto la literatura debe ser un vehículo para enfrentar y criticar una realidad social, política o personal concreta?
No creo que la literatura esté –a esta altura—obligada a nada. A diferencia de lo que sucedía en el siglo XIX –cuando la novela no sólo era distracción sino, también, instrucción absoluta y forma de conocer el mundo—, aquí y ahora que cada quien atienda su juego, haga lo que quiera, no hay límites. Eso sí, por favor –niños: eso no es ser ni vanguardista ni experimental- nada de andar escribiendo frases de ciento cuarenta caracteres máx., ¿sí?
P.- Pregunta tópico: el escritor, ¿nace o se hace? ¿cuándo y cómo se dio cuenta Rodrigo Fresán que quería ser escritor?
En mi caso, se nace. O, al menos, no tengo memoria de haber querido haber sido otra cosa que escritor. Nunca quise ser Batman. Y, mucho menos, Superman.
P.- Para el lector actual, ¿es fácil confundir evasión con entretenimiento? En general, ¿qué crees que ese lector busca en un libro?
Vaya uno a saber qué busca cada uno. Vaya a saber qué busca el que lee Crepúsculo y no ha leído Drácula. ¿Qué busco yo? Encontrar algo que haga mejor mi vida.
P.- ¿Escribes lo que te gustaría leer o lo que te gustaría que los demás leyesen?
Lo que me gustaría leer que los demás leyesen.
P.- Cheever, Maclean, Dyer, Foster Wallace, Vonnegut… Autores que te acompañan en esta reflexión sobre el acto de escribir. ¿Solo los buenos permanecerán en la memoria?
Sería justo que así fuera y sea. Pero se sabe que vivimos en un mundo injusto. Aunque al final los buenos siempre ganan.
P.- ¿Andas ya embarcado en nuevos proyectos narrativos?
Sí: en dos libros –una novela y otro, con varias nouvelles— de los que no quiero decir nada por el momento.
¡Al fin alguien que escribe con conocimiento y aprecio por la literatura de West, Wallace, Proust, Fitzgerald y clásicos!
Leo desde los 6 años, van 52, y el sabor de las expresiones simples aunadas a los pensamientos profundos, me gusta cada vez más.
Saber que hay escritores de vocación que leen y valoran la literatura, me hace sentir que la buena tinta todavía riega los canales de la emoción y el pensamiento.
No he leído ningún libro de su autoría, pero después de escucharlo en la entrevista con Lanata en Mitre, me propongo leer alguna de sus obras. Espero encontrarlas en Uruguay.
¡Gracias!