Clausura Arco 2014
Por Marcos Ortiz.
El pasado domingo veintitrés de febrero ARCO, la feria de arte contemporáneo más importante de España, cerraba sus puertas y clausuraba su edición número treinta y tres. Si bien esta edición arrancaba con esperanza y optimismo respecto a la recuperación del mercado del arte en nuestro país debido, principalmente, a la bajada del IVA cultural al 15.5%, a un aumento del apoyo por parte de instituciones públicas como el Museo Reina Sofía o a una organización más clara y correcta del espacio, ARCO vuelve a no alcanzar la salida final dentro de ese proceso de estancamiento en el que se encuentra la feria.
A lo largo de los pabellones siete y nueve el visitante puede disfrutar de una amplia variedad artística tanto en sus diferentes soportes y formatos como fotografía, pintura, escultura, vídeo o instalaciones. Así mismo este año el país invitado, Finlandia, ha estado presente a través de trece galerías, entre las que destacamos la galería Anhora (Galerie Anhora), que cuenta con la obra de artistas como Matti Kujasalo, pintor constructivista cuyos trabajos geométricos se caracterizan por una alta calidad gracias a un profundo estudio del espacio empleado; la galería Forsblom(Galerie Forsblom), que presenta la obra de Leena Nio, obra pictórica que sobresale por la esencia casi mágica de unas composiciones especialmente cuidadas, ya sean coloridos mosaicos o retratos de trazo muy definido; por último, la galería AMA (AMA Gallery), que muestra el trabajo fotográfico de la finesa Elina Brotherus, obra altamente recomendable por su enorme belleza compositiva y la importancia dada a la luz en la creación del color y la tonalidad de la imagen.
También hay espacio para otras muchas galerías nacionales e internacionales donde encuentran cabida las vanguardias históricas, los clásicos contemporáneos y los movimientos artísticos de mayor actualidad. Como lleva ocurriendo desde hace años, los nombres de mayor referencia del arte contemporáneo mundial no asisten a ARCO, como Barbara Gladstone, Gagosian, Marian Goodman o Metro Pictures, pero esto no resta peso a la feria que sí cuenta con artistas, galeristas, coleccionistas y marchantes de gran renombre nacional e internacional. Por un lado, dentro del ámbito nacional, cabe señalar la presencia de galerías de la talla de la barcelonesa Galeria Marc Domenech, la valenciana Espai Visor o la madrileña Galería Javier López. Por otro lado, respecto a las galerías internacionales, merecen especialmente la pena las propuestas realizadas por la londinense Marlborough, la berlinesa Thomas Schulte o la neoyorquina Henrique Faria; respecto a esta última, su constante apuesta por el arte latinoamericano nunca decepciona y supone un importante estímulo para el mercado latino. Por último, destacar de forma muy especial la galería berlinesa DNA Galerie, que ha presentado en esta edición, sin duda, una de las propuestas pictóricas más personales, especiales y novedosas de ARCO: la obra del artista austriacoClemens Krauss, donde el cuerpo humano es el centro del trabajo y la perspectiva ofrecida al espectador permite reflexionar sobre la imagen y el mensaje que lo completa, creando así, en su totalidad, una experiencia en sí misma.
ARCO 2014 comenzaba esta edición con un cierto nerviosismo optimista pero, con el paso de los días, el visitante ha podido asistir, de nuevo, al estancamiento que padece desde hace años, un estancamiento en el que participan tanto público especializado como galeristas y comisarios gracias a su constante necesidad de ofrecer arte de forma elitista e inaccesible para el público general. Resulta inaccesible no solo económicamente –recordemos, además del precio de la entrada, el elevado precio de la totalidad de las obras-, sino también culturalmente; galeristas, comisarios y coleccionistas saben que el público general asiste a ARCO por mero interés cultural, observar las nuevas tendencias y disfrutar de la oferta perteneciente a los grandes artistas de renombre –Chillida, Miró, Picasso, Tàpies…- y, por ello, apenas tienen interés en este público, y es aquí donde surge el primer gran problema de ARCO: su constante necesidad de alcanzar el grado casi aristocrático de otras ferias de arte internacionales aleja al público, a la calidad de su oferta artística y, especialmente, a la calidad de galeristas y comisarios. El público se muestra, año tras año, más exigente y conocedor de las tendencias y movimientos artísticos actuales, mientras que el galerista sigue tratando a este público de forma paternalista e inmadura. Desde un medio digital pequeño se puede entender que determinadas galerías de renombre decidan no conceder entrevistas por falta de tiempo o interés, pero resulta llamativo e incomprensible la falta de educación y modales mostrada por algunos galeristas tanto españoles como extranjeros hacia esta clase de medios –reservemos los nombres-. Se entiende la falta de tiempo, el cansancio y agotamiento que conllevan tantos días de feria, pero no se entiende esa constante y repetida necesidad por ser desagradables, engreídos y muy maleducados.
En definitiva, la cuestión no es que ARCO es incapaz de ponerse en pie y continuar su camino para situarse como la feria de referencia que desea ser; la cuestión es que ARCO no termina de ofrecer el producto artístico que el público requiere, demanda y exige como consumidor de cultura. ARCO es un escaparate para las grandes galerías nacionales e internacionales que, cada año, deciden alejarse más del público general y de los medios de comunicación y es, gracias a todo esto, por lo que ferias mucho más pequeñas, humildes y sinceras destacan sobremanera por presentar una oferta artística de mayor calidad y variedad y de forma cercana a cualquier público, independientemente de su perfil o del presupuesto con el que asiste a la feria. Otras ferias se adaptan a los nuevos tiempos, ya sea con secciones donde el precio de las obras es inferior a un máximo establecido o con nuevas propuestas dirigidas tanto a público como a artistas emergentes que encuentran dificultades para dar salida a su trabajo. Se puede afirmar que ese elitismo que ARCO esgrime como uno de sus principales valores y esencias será lo que termine por enterrar a la que podría ser la feria artística española de referencia.