“Bailamos por Miedo” de Joe la Reina
Por Pablo Hernández Blanco @pabsthewhite.
En el año 2012 los componentes de Joe la Reina se dieron a conocer con Change of Masks, EP compuesto por cinco canciones en inglés que bebían del folk americano contemporáneo, y cuyo sonido se asemejaba a veces a la banda sonora de un polvoriento spaghetti western. El EP –aun no perfecto–, era en todo caso sumamente prometedor y les colocó como uno de los grupos revelación del panorama musical español. De alguna manera, no obstante, era palpable que al grupo norteño aún le quedaba para dar con sus verdaderas señas de identidad: se les veía cómodos, sin duda, pero daba la impresión de que, por momentos, calzaban zapatos que no eran suyos.
Un año y pico después y tras cambios significativos en torno al grupo y su música (antiguos miembros que se van y otros que llegan nuevos, cambio del inglés al español en sus letras, Abel Hernández como productor, etc.), regresan con una espléndida carta de presentación definitiva. Su primer LP, Bailamos por Miedo, está definido por composiciones frescas y llenas de actitud, mediante las que el grupo hace gala de un espíritu aventurero y de un estilo más pulido y, sobre todo, propio.
Tal y como dejan claro en la estampida que es «Somos otros», la situación ha cambiado de manera drástica. Así las cosas, en el presente disco no hay máscaras de las que hablar siquiera; los componentes se han deshecho de ellas por completo, ante todo porque ya no las necesitan. El miedo al cambio y a mostrarse tal y como son sin prejuicios de ningún tipo han desaparecido, y sus once nuevas canciones –originales, con vida propia, en ocasiones imprevisibles y con multitud de influencias de por medio– son testigo privilegiado de todo ello. A lo largo del disco hay ciertos momentos en que se echa en falta una mayor concreción, la necesidad de un enfoque quizá más concentrado, pero en todo caso mis impresiones al escuchar el disco son similares a las que tuve al escuchar el debut de Vetusta Morla en su día: aquí hay potencial a borbotones y de ellos depende el sacarle el máximo partido. Tiempo al tiempo, como dicen.
Bailamos por Miedo comienza con una pequeña y ominosa introducción («Evitamos las preguntamos y empezamos a bailar», motif lírico que recupera la última canción del disco), marcando el tono general del álbum. Eso sí, apenas nos deja presagiar lo que sigue: canciones que se desenvuelven con ímpetu, marcadas por la los expresivos alaridos del inimitable Lucas Malcorra y fielmente respaldadas por instrumentación certera y variopinta, con dosis de grandiosidad aquí y allá. A «En una Casa Junto Al Mar» y «Rusia», les sigue la sombría «Oh, la mía pena» (uno de los platos fuertes del álbum) la cual, descubierta de todo adorno innecesario –y con ciertas similitudes a de «The Rip», de Portishead–, logra conmover con su desnudez emocional a pesar de su corta duración. El crescendo de «Tiemblan», que acaba por estallar irremediablemente, o la singular canción que da título al disco, quizá el ejemplo más distintivo del nuevo rumbo que ha emprendido el grupo, son otros de los grandes momentos que este nos depara.
Destacan también el estremecedor lamento que es «Tempestad» o la fantástica «Pedestal», himno anti-generacional no exento de bilis –con uno de esos estribillos que te obligan a cantar a pleno pulmón incluido–, donde Malcorra y co. arremeten contra falsos ídolos («kill your idols», etc.), y en el que incluso se atreven a cargar, con cierta autocrítica, contra su yo pasado. Es con toda probabilidad mi preferida del disco y, en esencia, un canto a la autenticidad. El álbum termina con «Huracán 2000», perfilada por percusión original y arreglos de cuerda, poniendo así broche final a un gran disco que, después de todo, nos deja algo muy claro: en momentos de incertidumbre y penuria, el mero acto de bailar –aunque sea por miedo, qué más da– siempre es la mejor opción.
Dancemos, pues.
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