El legado de Sundance
Hay parejas míticas en la historia del cine pero pocas como Robert Redford y Paul Newman. Igual que ocurre en el caso de Walter Matthau y Jack Lemmon, parece que estos dos hombres estuvieran predestinados el uno para el otro. Pero lo cierto es que la simbiosis Redford-Newman sólo se dio en dos películas. Dos filmes, eso sí, que todavía siguen tan vivos como hace 45 años.
Ese es el tiempo que se cumplirá este 2014 desde el estreno de Dos hombres y un destino, cuyo título original era Butch Cassidy and the Sundance Kid. Fue el primer encuentro en la gran pantalla entre el maestro Newman y su gran aprendiz Redford. Cuatro años después repetirían con El Golpe (The Sting).
En El Golpe (1973) se repetía el director, George Roy Hill, y también la dinámica entre la pareja de truhanes que esta vez utilizan sus habilidades con el poker para engañar a todo el mundo. Un juego que, visto desde la distancia, poco tiene que ver con cómo se juega hoy en día. Sin embargo, los naipes eran lo de menos.
Newman ya venía de explorar la fórmula del engaño con El Buscavidas (The Hustler, 1961) y, de hecho, se convirtió en todo un icono del género al repetir 25 años después, con la segunda parte en El Color del Dinero (The Color of Money, 1986). Daba igual que fuera billar o poker, Paul Newman era el genio, el cerebro, el “mastermind”.
Robert Redford, por el contrario, era el hombre de acción y así siguió siendo también en la vida real. El actor y director creó el Instituto Sundance en 1980, una organización sin ánimo de lucro que se dedica a promover y ayudar a los nuevos creadores y creaciones cinematográficos. La parte más visible de esta labor es la del Festival de Cine que se celebra cada año en Salt Lake City desde 1978, antes incluso de la creación del instituto.
Seguramente, poco podría imaginar el verdadero The Sundance Kid que su nombre iba a lucir en uno de los festivales más respetados del mundo del cine.
La última edición del Sundance Festival, celebrada el mes pasado, era la número 36, lo que la sitúa a apenas a 5 años de igualar el recorrido vital que tuvo el forajido del que toma su nombre. La primera edición se estrenó con películas como Un Tranvía Llamado Deseo de Elia Kazan, Cowboy de Medianoche de John Schlesinger o Malas Calles de Scorsese; en la más reciente se pasaron más de 200 películas y asistieron cerca de 50.000 personas.
Sundance no sólo crece sino que incluso se reproduce. El festival cuenta con un vástago lluvioso llamado Raindance. Esta organización y festival de cine cuenta con representación en Londres y en Toronto y, aunque es mucho más modesto que su hermano mayor, ha cumplido ya los 21 añitos.
Este no es el único legado de “El Niño”, seguramente tan importante como los festivales sea la química que se desprendía del tándem Robert Redford y Paul Newman. El chico de acción y el hombre maduro de la reflexión: desde la saga de Arma Letal al Pulp Fiction de Tarantino, pasando por parejas cómicas de la actualidad como Ben Stiller y Owen Wilson. Todos llevan un rayito de Sundance.
Muy buen articulo