Un año de BLOG
Por Juan Luis Marín. “Nano, lo que tienes que hacerte es un blog”, me repetía mi hermano una y otra vez. A lo que yo respondía: “Sí, si…”. Como quien oye llover.
Hasta que un buen día, es una de esas cenas “literarias” que desde que formo parte de la familia Página Tres tanto disfruto, Natalia me propuso formar parte de otra: Culturamas. Y como el tiempo corre que se las pela… pues ya ha pasado un año, cagon tó.
En cada línea aquí escrita he intentado hacer exactamente lo mismo que en todo lo que he escrito desde que soy un enano: ser fiel y sincero conmigo mismo. Honesto. Y no cortarme un pelo. Lo cual, todo hay que decirlo, no siempre es bueno. Porque la línea que separa lo real de lo ficticio se hace tan estrecha que muchas veces se confunde lo une con lo otro. Algo buscado a propósito pero que, insisto, no siempre es positivo. Porque alimenta el morbo. El voyeur que todos llevamos dentro. Y que es capaz de creerse cualquier cosa.
No voy a echar balones fuera. Si hay un culpable, ese soy yo. Que he utilizado esta ventana para expresar muchísimas cosas, recordar otras y, a falta de haberlo hecho en su debido momento (da igual la razón), desahogarme y convertir el ciberespacio en mi particular confesionario.
He removido el pasado para quedarme solo con lo bueno. Y en la mayoría de los casos creo haberlo encontrado. Porque para mi no hay mejor terapia (compatible con otras tantas) que expresar mis sentimientos con palabras. Por escrito. Y así es como he ido descubriendo cosas. Las importantes. Y aprendiendo otras. Aún más importantes. Como, por ejemplo, que mi intimidad acaba donde empieza la del resto. Y que hay cosas que quizá es mejor disfrutar en privado. Con quien te hace feliz. Aunque no siempre esté a tu lado…
Hace unos días me ocurrió algo increíble. Con documento gráfico incluido. Y alimentado por esa estúpida fiebre que tanto he criticado y de la que empiezo a sufrir las primeras décimas desde que tengo un smartphone (de los cojones) a punto estuve de subir la foto al Facebook para clamar a los cuatro vientos lo afortunado que me sentía. Y digo “a punto” porque una voz me hizo comprender que hay cosas que se disfrutan más si solo las comparten sus protagonistas. Y el resto, si quiere, que se vaya al cine. O lea un libro. Porque la vida de uno no puede convertirse en un entretenimiento. O un reality bloguero.
Gracias a todos los que durante este año me habéis animado a seguir escribiendo con vuestras visitas y comentarios.
El menda lerenda promete seguir dando caña.
Pero, con la venia, a partir de ahora será algo más discreto con las cosas que realmente importan.
Lo que no se olvida.
http://youtu.be/ZD0G0KpnqaY