Futbolistas de izquierdas, la insólita mirada al balompié
Futbolistas de izquierdas. Quique Peinado. Léeme libros editores. 2013. 248 págs. 18.90 €
Por Pedro Luis Ibáñez Lérida
El título hace a la obra. El acento se pone sobre aquellos hombres y mujeres que participando del juego, mantuvieron intactas sus convicciones por encima de la parafernalia del balompié. En este deporte, más que en ningún otro, existen códigos de conducta que amparan al elitismo y la presuntuosidad, en su apartado profesional. La vanidad, el exceso de yoísmo y el escaparatismo mediático concentran una gran parte de las energías que se mueven tras su estela. Es un mundo amasado en la celebración entusiasta del poder económico y político.
La tasación en 101 millones de euros del futbolista galés Gareth Bale, confirma la perversión en la que nos hallamos inmersos. El estupor no proviene exclusivamente de los guarismos. La constatación que la ley de la oferta y la demanda es sólo una justificación primaria del capitalismo, nos lleva a pensar que otros elementos juegan no sólo en el rectángulo de juego. Los principios no son bienvenidos donde nunca fueron llamados. La primacía del pecunio desactiva la posible confrontación ajustada y equilibrada entre los equipos. La mejor plantilla es la que se procura a golpe de fajos de billetes. Lo demás es mitología deportiva, ensalzada con cierto aire folklórico desde las tribunas y redacciones de los medios de comunicación.
Futbolistas de izquierdas, de Quique Peinado (Léeme Libros, 2013) es una obra que nos habla de gestos. La personalidad de los jugadores que componen esta miscelánea de nombres se significan por aquéllos. Los hechos reales que se describen y que se incorporan a sus respectivas biografías dejan atrás la leyenda. Incluso en informaciones contradictorias el autor vindica su profesión periodística y analiza desde diferentes perspectivas los sucesos para desmitificarlos: “No me gustan los mitos, no soy nada mitómano, porque creo que detrás de esas construcciones se esconden muchas mentiras. Mi pequeña labor era no construir mitos donde no los había ni tratar a los personajes con un cariño desmedido, porque no quería poner un filtro excesivo en el enfoque. No pretendía ser neutral, porque no se debe ni se puede ser neutral, pero sí quería ser escéptico”. La persona es la que antecede al perfil de jugador. En la mayoría de las ocasiones ligada a cierta brillantez futbolística que, no siendo definitoria para ellos, completa el círculo de las emociones y pasiones de la grada. “En el fondo saber darle dos patadas a la pelota, tener la posibilidad de ser un Superman por dos horas el domingo a la tarde, para mí no quiere decir absolutamente nada. Sin dudas no implica ser mejor que otros ni valer más”. Son manifestaciones de Paolo Sollier que durante los años 70 militó en diversos equipos italianos. Nunca firmaba autógrafos y saludaba a los aficionados con el puño cerrado y en alto. Las historias que se narran poseen la épica de los hechos en propia persona. Son los gestos que no son pose.
Los lectores disfrutarán de estos relatos veraces en los que la verosimilitud de los acontecimientos que se narran nos emocionan por la grandeza de sus protagonistas y el sentido de sus actos. Su autor deambula entre biografías humanas logrando plasmar un interesante debate de ideas. A través de las páginas de Futbolistas de izquierdas conoceremos la personalidad de Sócrates, el jugador de la selección brasileña, que pone en solfa a la todopoderosa FIFA en el Mundial de México; sabremos que el famoso gol de Michel que no subió al marcador, se hizo con la intención de que se jugara la final entre México y Brasil; y conoceremos, entre otras, la figura de Pahíño, un hombre gustoso de disfrutar de la literatura rusa. Quique Peinado nos ofrece otra versión de la historia del fútbol, resaltando aspectos que nos pueden parecer ajenos al propio deporte. Nada más lejos de la realidad. La implicación y el compromiso de estos jugadores confirma que, si bien las vinculaciones políticas con el fútbol son más que evidentes y públicas -los palcos cada domingo son una demostración de ello- la pretensión generalizada es preservarlo de afinidades ideológicas. Los que esperamos y buscamos algo más en las noticias deportivas, celebramos la edición de esta insólita obra. El escaso acercamiento informativo a este otro tipo de miradas donde el atractivo no es sólo y exclusivamente el espectáculo deportivo, tiene difícil cabida. En la reflexión del periodista encontramos cierto desencanto, “Yo no tengo muy claro que el periodismo deportivo mayoritario es lo que quiere la gente, pero por ahora son esos posicionamientos los que tienen el mercado. Los que apostamos por otra cosa estamos condenado a trabajar en otros campos, y tener el periodismo más como un hobby, o algo que complementa”. Mientras esperamos que el deseo se haga realidad -cuestión harto complicada- esta lectura nos mostrará otra forma de ver correr la banda, en este caso, por la izquierda.