The Cramps, felices 20 años Flamejob – 1994/2014
Por Jon C. Alonso.
En estos días me siento extraño. Suena curioso que entre tanto gentío navideño y altavoces al compás de zambombas y panderetas, denote un bullir solapado de infinitas soledades. No obstante, siempre hay una buena medicina para estas situaciones; el rock en su estado más subliminal. Se preguntaran que tendrá que ver la disposición de este amanuense con un álbum mítico de los inefables, The Cramps y aquel, Flamejob(1994). Sí. Ya lo sé, que algunos de Uds. me miraran de reojo acordándose del mundial de España, y nuestro Luis Enrique llorando de rabia, con el careto partido en el estadio de Foxboro. Sencillamente, hablamos de pura nostalgia. Algo así, como la vetusta tienda de golosinas en la puerta del colegio. Hablar de esta banda, le hace a un mortal sentirse atemporal y omnipotens, cuando acaricia este vinilo en la moqueta de un plato Lenco a 33 revoluciones. Si nada lo derrumba, el año que viene se celebrará el aniversario de uno de los mejores álbumes de la banda Neoyorkino/Californiana creada por esa irrepetible pareja del desaparecido Lux interior y su compañera, Poison Ivy.
The Cramps se conformó como una banda underground de Punkrock/Garage, junto a los The Gun Club (ya hablaremos largo y tendido sobre estos últimos) representaron un estilo que marcó un antes y un después en la historia del Psychobilly. A día de hoy convertida en una banda de culto. The Cramps fue un grupo, alejadísimo del mainstream. Es obvio, que nunca se sintieron ubicados en esa variable del tiempo-espacio. La misma, que alimenta su leimotiv de excelencia y grandeza por encima de otros. Los Cramps resucitaron una época perdida, oscura, loca y lisérgica, que en algún momentopudo haber sido suya. Empero, ese intervalo estaba copado por los hits empalagosos de las Madonas, las Band boys danzarines y demás fauna pop, de estrella por un día. La biografía de esta formación daría para unas cuantas películas de terrorserie Z, muy jugosas en manos de un guionista con oficio. Quién sabe si Hollywood no se atreverá, cómo en su momento dio en el clavo con el Ed Wood de Tim Burton, dándonos una alegría a sus acólitos y todo profano con ganas de disfrutar de un biopic rockero de los que dejan huella. Bien, el tema se me antoja muy ávido y no me quiero extender por vericuetos de sobra conocidos por los lectores y admiradores de los Cramps. Es decir, redundar en lo escrito, reescrito, documentado e incluso, con tesis doctoral realizada por una Universidad del Sur de EE.UU.
Es evidente, que los Cramps nunca tuvieron grandes cifras de ventas millonarias ni anduvieron entre las discográficas de luxe. No obstante, su productor el lince Alex Chilton sabía que tenía entre sus manos dinamita musical desde su formación inicial. Banda, que recuperó el primitivismo del mejor rock Made in Usa, fagocitando por todos los subterfugios de la serie B y la cultura Trash, envueltos entre votivos kitsch. Su mezcla de Psychobilly, Garage y estética influenciada principalmente por el cine de horror y las Pin ups, fue una dosis perfecta para que los fans que acudían a sus conciertos y disfrutaban de las coreografías y canciones con salvajismo gutural, en las carnes de un poseído Lux Interior y los riffs de guitarra de Poison, para bailar al ritmo caníbal de canciones memorables. Puros homenajes al rock más instintivo de los atávicos EE.UU más sureños. Desde aquel memorable concierto del psiquiátrico de Napa, emulando al genial Cash en Folsom, a entrevistas en Late Nights y revistas musicales para enmarcar en los anales de la historia del rock más canalla. En 1994, The Cramps ya había adquirido una notoriedad enorme con el baile de cambios que se habían producido en la banda. Superados dos de los mayores traumas; la pérdida del magníficopercusionista de toda la vida Nick Knox. Así como la bajista, Candy del Mar. Obviamente, el grupo se resintió.
No obstante, la personalidad de Lux y Poison era tan portentosa como el amor y la admiración de uno por el otro.Al final, acabaron tocando junto a Harry Drumdini y Slim Chance a las cuatro cuerdas. Se produce esta joya, una vez que Interior e Ivy firman con el sello Warner. Por primera vez, la banda estaba con una de las grandes y quiso aprovechar la oportunidad. Aunque, gran parte de la másaristocráticacrítica musical haya desmerecido el álbum, es muy bueno. Empero, sise compara con parte de sus obras de los finales setenteros; los principios de la banda y la perfección de muchos de sus álbumes de los 80. En fin, sobre gustos. Pues eso, como los poetas. Sin embargo, en Flamejob sinos introducimos tema a tema, el talante que condiciona el espíritu del Rock hecho Psychobilly se mantiene. La producción ha ganado en entereza y profesionalidad, gracias a los recursos del estudio y el disco. Aparentemente, parece rehuir del trasfondo hojalatero y elviejo pulimento a bricolaje casero de sus clásicos trabajos. En gran parte, al buen hacer del ingeniero de sonido, Earley Mankey. Flamejob, en su conjunto es bastante divertido. 15 canciones con el aroma descarado, cargadas de sexualidad explicita y sinceridad de dos personajes que terminan siendo un matrimonio psychokiller en el escenario.
Deambulando por sus viejas perversiones, donde aparecerán en forma de blues metal, que desembocan en punk a dentelladas. Desde el primer corte del disco, la maravillosa Let’s Get Fucked Up hasta la disparatada pista cuatro, Nest of the Cuckoo bird divertida y provocadora letra, donde el alma punkie de Interior gime —nuevamente— sus clásicos alaridos terroríficos, que desmontan la laringe con mejor predisposición genética de la tierra. Básicamente, Rock & Roll envuelto de Punk y Rockabilly. Un estilo musical que chupa mucho de artistas como Link Wray o Ray Campi. Esa delicia que es Trapped Love haciendo un guiño/homenaje a la forma de cantar del cantante del grupo Crazy Cavan & the Rhythm Rockers. En definitiva, es un disco lleno de Rockabilly y Rock & Roll. Evidentemente, que hay que haber escarbado muchos de estos estilos para reconocerlos o medio compararlos con el disco, ya que hablamos de grupos desterrados en el panorama musical. Otra excelente canción es la potente y cruda, Sado County Auto Show. Y el remate de este imprescindible álbum lo pone Naked Girl Falling Down the Stairs y la genial Strange Love a modo, de cover de la impertérrita “Route 66” en ese tono críptico y sepulcral marca de la casa. Lo dicho, astuto, ingenioso, lascivo y provocador álbum. Un simple vistazo a la portada y se disparan las feromonas, originalidad propia de su buen hacer habitual.
The Cramps sacaron un poco más de su ironía particular para dejar un nuevo vacile a sus más críticos con una cita de Man Ray de 1934 en el inferior de la contraportada; “en la defensa de lo no convencional”. Quién tenga o vaya a cumplir 20 años y ya ha coqueteado con bandas similares. Es tiempo de pedirle a Papa Noel o los reyes magos esta joya. El regalo perfecto para todos aquellos que alguna vez han escuchado hablar de Human Fly y sus creadores. Así como profanos con ganas de embadurnarse de una de las 100 mejores bandas de la historia del Rock & Roll.
Escucha Flamejob de The Cramps en Spotify
¡Una pasada de artículo! Esa envoltura Punk y Rockabilly, me flipaba. Una gozada leerte Jon.
Saludos y felices, Anna