"Impresiones de un emigrado", de Vicente Blasco Ibáñez
Por Sara Roma.
Fundar el semanario revolucionario La bandera federal, desde el que criticaba a las instituciones y creencias religiosas más obsoletas, le salió caro a Blasco Ibáñez. Se clausuró la publicación, se le abrió expediente de procesamiento y se vio obligado, con poco más de veinte años, a emigrar a París.
Lo que en un principio podría suponerse como un castigo, finalmente fue el germen de una gran obra literaria y periodística. Su experiencia vital en París fue fundamental para la redacción por entregas de su Historia de la revolución española (1890-1892) y La araña negra (1892-1893), pero también tenía que trabajar para costearse su residencia y lo consiguió gracias a su colaboración con El correo de Valencia. Aquel trabajo consistía en escribir una carta que se publicaba semanalmente en el diario. Eran artículos que describían la vida parisiense y que pronto alcanzaron enorme éxito entre los lectores.
En los veinticuatro artículos que escribió para El correo de Valencia, bajo el título de Crónicas de un emigrado, Blasco Ibáñez retrata una capital que dicta la última moda a la ciencia, a la literatura y a la elegancia y que atrae la atención de todo el continente europeo. El mérito estriba en emplear un estilo elegante, pero nada recargado, y en componer una imagen del París de finales del siglo XIX desde muy diversos puntos de vista: algunos evocan episodios y otros rescatan las estampas más costumbristas.
El autor nos presenta el París del Moulin Rouge, de la torre Eiffell; pasea por el jardín de Luxemburgo, el barrio Latino y el de San Sulpicio, y nos cuenta sobre sus fiestas populares (que “tienen siempre un carácter tan grandioso y artístico que recuerdan a la Grecia clásica”) y sobre el estilo de vida de los parisinos.
En sus artículos defiende a los trabajadores y a las clases menos favorecidas. Por el contrario, critica el derroche de la alta sociedad que acostumbra a lucir su esplendor en costosos bailes de salones, en los palcos de la Grande Ópera o apostando en las carreras de Longchamps. En otros artículos, no sabe controlar ni moderar sus prejuicios y recurre a la ironía para parodiar a los negros, los homosexuales, los musulmanes y los indígenas. En definitiva, intenta reivindicar su posición ante una realidad que pretende integrar en su propia esfera vital, desvelando las más diversas y extraordinarias impresiones de la capital a través de un rico muestrario de la vida.
París: impresiones de un emigrado, volumen que rescata la editorial Renacimiento bajo la exquisita y atenta edición de Emilio Salas, es una oportunidad de leer esto artículos que, aunque redactados durante el período de juventud, iluminan diversos aspectos del futuro novelista y los lectores sabrán hallar en ellos los rasgos más genuinos de su prosa. Este libro es el legado de un escritor que ganó un espacio propio en la literatura universal y que ni siquiera la distancia de su patria consiguió frenar su pasión vital y su crecimiento personal e ideológico.
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«París: impresiones de un emigrado»
Vicente Blasco Ibáñez
Ed. Renacimiento, 2013
284 pp. , 18 €