Charla con Antonio Soler sobre "Una historia violenta", su última novela
Por Benito Garrido.
«Más allá de los bloques, estaba la selva de la Trinidad. Casas con olor a agua de mar y huesos hervidos. Tabernas como agujeros y tiendas que parecían tabernas, siempre con la luz eléctrica encendida y unas mujeres que asomaban a la calle medio deslumbradas de entre aquella penumbra incierta como si salieran de un túnel. Había perros sin dueño, hombres que salían a la puerta sin camisa y mujeres que los llamaban a gritos por las ventanas. Niños entre los cuales los niños de los bloques habrían sido princesas.» Antonio Soler nació en Málaga en 1956. Es autor de once novelas, entre ellas, Los héroes de la frontera, Los bailarines muertos (Premio Herralde 1996 y Premio Nacional de la Crítica 1997), El nombre que ahora digo (Premio Primavera 1999), El sueño del caimán, Lausana y Boabdil. Con El camino de los ingleses obtuvo el Premio Nadal en 2004. La novela fue llevada al cine con guión del propio Soler. Ha publicado asimismo un libro de relatos, Extranjeros en la noche. Sus novelas se han traducido a once idiomas.
Una historia violenta. Antonio Soler. Editorial Galaxia-Gutenberg, 2013. 272 páginas. 19,50 €
El protagonista de esta historia es un niño asombrado. A su alrededor se desarrolla la vida, una obra de teatro de la que forma parte y cuyo sentido se esfuerza por comprender. Un microcosmos de pulsiones incontroladas, deseos, sexualidad larvada, poder. Los niños protagonistas van descubriendo un mundo donde la igualdad no existe y los privilegios vienen con la cuna, donde la violencia es muchas veces gratuita y los vencidos lo son para siempre, donde toda revuelta es aplastada por «las cosas como son» y el último relámpago de realidad lo da el descubrimiento de la muerte.
P.- ¿Cómo surgió esta historia violenta de clases? ¿Por qué ubicarla precisamente en los años sesenta y en una capital de provincias como Málaga?
Surgió a partir de un recuerdo, un hecho violento e inexplicable que se produjo cuando yo era niño. Para retrotraerme a la infancia, a todo lo que en ella yo encontré de extraño e incomprensible, me pareció que lo mejor era ambientarla en un entorno parecido al que yo tuve cuando fui niño. Sin embargo, no creo que en la novela importe mucho, más bien nada, el lugar donde se desarrollan los acontecimientos, ni la época. De hecho apenas están precisados. Lo que menos quería era hacer una especie de recordatorio de una época o un cántico costumbrista. Me interesaba justamente lo contrario.
P.- El protagonista es un niño que se convierte en narrador de todas aquellas historias que ocurren a su alrededor. ¿Por qué un niño? ¿Por qué enfocar la trama desde su particular visión?
Creo que en parte está respondida esta cuestión en la pregunta anterior. Quería contar el mundo desde la mirada atenta de un niño que no comprende lo que ocurre a su alrededor. Alguien que no esconde su desconocimiento con respuestas vagas ante el mundo, sino que, casi desnudo de experiencia y sin tener que fingir conocimiento de algo que en realidad nadie entiende –la profundidad de las relaciones humanas, los miedos, la incertidumbre-, puede plantear sus dudas y sus miedos abiertamente, indagar en ellos.
P.- ¿La narración en primera persona permite quizá una percepción más honesta de la realidad?
Es algo que debe estar en estrecha relación con la historia que se cuenta y sobre todo con lo que pretendemos subrayar de dicha historia. Mi novela, escrita en tercera persona, habría perdido mucho de su sentido último. Hay una verdad, una necesidad de reproducir el desconcierto íntimo, la mirada parcial, tremendamente subjetiva del protagonista, y eso se podía expresar mucho mejor a través de la primera persona que de la tercera.
P.- Siguiendo la estela de tu libro, ¿el nacimiento ya marca el destino de la persona? ¿queda alguna posibilidad de rebelarse contra esa circunstancia?
El destino te sitúa en la carrera. Diez metros por delante o cincuenta por detrás, y si es así te obliga a un esfuerzo mayor para llegar hasta el punto de partida de otros. La misma necesidad de hacer ese esfuerzo ya marca a la persona, deja una huella en su carácter. Puede espolear su afán de superación o aconsejarle que abandone la carrera, convencerla de que no podrá competir con quienes le llevan tanta ventaja. Pero evidentemente, contamos con la rebeldía, la voluntad, el talento, la constancia y, si el Estado del bienestar no es completamente demolido, con algunas compensaciones sociales que deberían corregir los caprichos del destino.
P.- Personajes que dada su verosimilitud podrían estar sacados de la misma calle, que podrían trasladarse a esa realidad de fracaso y derrota que hoy se vive en muchas casas.
Derrota y también posibilidad de rebelarse. Intento que mis personajes tengan alma. No solo que tengan carne y estén bien dibujados sino que estén vivos, sean contradictorios y se salgan del papel para quedarse el mayor tiempo posible en la mente del lector. La buena literatura es una invasión pactada entre el autor y quien lo lee.
P.- Los siglos y la historia demuestran que el hombre sigue siendo un ser violento, que los años y el conocimiento no parecen darle cordura.
La civilización va encauzando esa violencia innata. De todos modos en mi novela más que una violencia explícita y directa hay una violencia soterrada, una amenaza permanente. Se trata de ejercer el poder y mantenerlo a toda costa. Y no solo lo hacen los personajes principales de la novela, el pequeño grupo de niños, sino los adultos, que también ejercen su poder y lo hacen de un modo sutil. El lenguaje más sofisticado, la educación más depurada pueden ser herramientas para someter al débil, una forma de ostentación o de intimidación.
P.- La familia y el entorno cercano como microcosmos de un mundo más general y en crisis de valores. ¿Hay que salir de él y mirarlo desde fuera para vislumbrar posibles salidas?
El bosque se ve mejor desde fuera, pero, ¿cómo salir de él? Vivimos en el bosque. El escritor debe imaginar cómo es desde fuera. Debe analizar, reflexionar, pero también intuir. En medio de esa ceguera que porduce la cercanía de las cosas la intuición es un arma poderosa e indispensable.
P.- Los descubrimientos del protagonista ponen en evidencia los claroscuros del hombre… ¿quizá más oscuridad que luz?
Estamos fabricados con luz y con sombra, y con muchas gamas de penumbra. Somos penumbra. Pero raramente somos penumbra neutra. A veces somos una penumbra dulce que reverbera como si se fuese a llenar de una luz límpida, otras una penumbra que se ennegrece peligrosamente hasta convertirse en una tiniebla que no parece tener fin.
P.- La educación y el conocimiento son valores básicos que se deben preservar. ¿Qué opinas de los actuales recortes y cambios?
Me parece que se está actuando con una gran irresponsabilidad y con la vista puesta en el corto plazo. Cualquier sociedad que quiera ser solvente en el futuro debe estar basada en la alta educación de sus ciudadanos, en el conocimiento. Se trata simplemente de una inversión a medio plazo. Pero nos movemos políticamente en lo inmediato. Cuando yo defiendo la lectura en los colegios, la enseñanza de las humanidades, no lo hago como escritor que desea vender su producto o como un enamorado de la literatura que desea convertir la sociedad en un parnaso o parnasillo. La civilización humana ha llegado a su máximo desarrollo gracias al dominio del lenguaje. Al uso de unos cuantos signos y sonidos que conforman el lenguaje y que han dado lugar a toda una civilización. Nada en el desarrollo humano se comprendería sin la capacidad de pensamiento abstracto que genera el lenguaje. Así que cuando defiendo la lectura lo que defiendo es que haya alumnos y luego ciudadanos más inteligentes, médicos más inteligentes, abogados más inteligentes, empleados de correos más inteligentes. En definitiva, una sociedad mucho más rica.
P.- Autor premiado en repetidas ocasiones. A partir de esos momentos, ¿cada nueva novela se convierte en un reto?
Siempre lo es, no importa que previamente haya habido premios, críticas favorables o incluso entusiastas, o malas. La nueva novela es un nuevo mundo que debemos aprender a contar. Un nuevo reto con unas claves nuevas, por más que la experiencia y un cierto reconocimiento nos den algo más de seguridad en ese viaje largo que supone la escritura de cada novela.
P.- ¿Qué escritores consideras que han sido referentes decisivos en tu escritura?
Ha habido muchos y muy dispares. La picaresca, Cervantes, Proust, Camus, Faulkner, Onetti, Vargas Llosa.
P.- ¿Tienes ya nuevos proyectos a corto plazo de los que puedas hablar?
Estoy planenando una nueva novela. Está conectada con un personaje histórico de la primera parte del siglo XX, pero todavía es pronto para hablar con detalle.