Escribo, luego existo

Por Alejandro Sotodosos

libros-voladoresHas dado el primer paso. Tú también quieres escribir, transmitir algo, contarle al mundo tu historia. Quieres que aquello que cuentas se convierta en una sucesión de páginas impresas, con una portada espectacular y tu nombre sobre ella. Quieres que Amazon, La Casa del Libro, El Corte Inglés, la FNAC y el mayor número de librerías locales coloquen tu libro sobre sus estanterías. Quieres ver carteles con tu nombre y tu obra, e incluso firmar ejemplares en algún acto, presentación o feria del libro.

Perfecto. Ese objetivo está ahí, la meta está perfectamente definida. Sin embargo, para llegar a las estanterías el camino es largo, duro y con muchísimos obstáculos. Así que qué mejor que empezar por el principio. Y el principio está en tu cabeza. Nada más lejos que en el mismo lugar donde ya viven tus sueños.

Lo primero, antes de ponerte a escribir, es imaginar la historia que quieres contar. Es imprescindible definir los ejes sobre los cuales va a girar tu obra. Para ello, no hay nada mejor que coger un folio en blanco y desarrollar los siguientes apartados:

  • Personajes principales. Los protagonistas son los primeros que deben aparecer en tu mente. Son aquellos que van a cargar con el peso del argumento. Por eso, deben estar perfectamente caracterizados, tanto física como psicológicamente. Debes interiorizarlos al extremo, ya que mientras escribes debes visualizar sus movimientos y sus sentimientos, para ser capaz de hacer llegar al lector todo aquello que está en tu cabeza.

Además, debes tener en cuenta que si tu novela va a extenderse en el tiempo (el espacio temporal supera aproximadamente los tres meses), dichos personajes van a ir evolucionando como cualquier persona real. Debes ser capaz de ir marcando las transiciones entre unas sensaciones y otras mediante hechos. Indirectamente, mediante giros, comentarios o pensamientos, el lector debe sentir que algo dentro del personaje está cambiando. El dinamismo dentro de la obra es fundamental, pues dará a los lectores un ritmo interno, más allá del ritmo temporal que vaya marcando la sucesión de acontecimientos.

  • Espacio. Otro de los ejes principales sobre los que va a girar tu obra debe estar en un lugar. El ambiente, los escenarios, las situaciones… ocurren en un lugar. Puede ser fijo o ir cambiando a lo largo de la novela. Incluso puedes contraponer dos escenarios diferentes para remarcar algún aspecto, para contrastar personajes o con la finalidad de ir mostrando la evolución –o involución- de cualquier personaje.

Quizá parece obvio, pero si sitúas tu novela en un lugar concreto, debes ceñirte a él. No puede aparecer un monumento, una plaza o una calle que no se corresponde con la realidad, pues eso dará una imagen de desconocimiento e incluso de descuido a la hora de planificar tu novela.

En el caso de que no hayas estado en un lugar pero quieras situar allí tu obra, debes recabar la mayor cantidad de información posible. A través de internet encontrarás planos, imágenes e información suficiente para utilizar de soporte. Puedes preguntar a algún conocido que haya estado allí, y basarte en sus propias sensaciones para transmitirlas al lector.

  • Tiempo. Junto al espacio, es otro de los ejes imprescindibles sobre el que tu historia debe girar. Tienes que ser extremadamente cuidadoso si no sitúas tu obra en la actualidad, puesto que infinidad de objetos que podemos pensar que están con nosotros desde siempre, puede que no estuvieran en el momento en el que la trama se desarrolla.

Las formas, los materiales, los inventos… Mucho cuidado con todo aquello que pudiera no haberse inventado aún. Quién no ha visto en películas, series o libros errores de este estilo. Hay que ser muy cuidadosos, y en caso de duda recurrir a la fecha de su invención e implantación.

Mucho cuidado también con la relación espacio-tiempo. En ocasiones, aunque un invento estuviese ya en una región, estado o continente, puede que tardase unos años en llegar al lugar donde se desarrolla tu novela. La implantación de prácticamente todos los inventos ha sido gradual, así que hay que estar seguros antes de poder cometer un error así, que será interpretado como ignorancia, desconocimiento o dejadez, y eso te restará valor como autor –al igual que ocurría con el espacio-.

Por último, quiero hacer hincapié en las llamadas temporales o cambios de época. Los famosos flashback tienen el riesgo de hacernos perder la noción del tiempo e introducir, por ejemplo, un teléfono móvil en los años sesenta. Más vale perder media hora buscando información, que cometer un error y ser preso de él una vez publicado.

  • Argumento. Una vez tenemos a los personajes que van a llevar el peso de la historia, situados en un espacio y un tiempo determinado, es hora de buscar un argumento.

Este apartado es quizá el más confuso y complicado de trabajar. No es fácil buscar un argumento original, bien tejido y con gancho. Para ello, y dependiendo del género de la obra, su extensión y sus personajes, te voy a dar unas pautas básicas que he contrastado –y experimentado- a la hora de planificar una novela:

              I.  Estructurar la obra antes de comenzar a escribir. Piensa en el planteamiento, nudo y desenlace antes de coger el bolígrafo o empezar a teclear. Si tienes una base sobre la que escribir, te será menos complicado que la novela no se te escape a un punto en el que no sabes cómo retornar al sendero que quieres seguir.

            II. El argumento debe ser atractivo y que no esté muy visto. No quiero decir que no pueda ser un tema muy tratado, sino que de ser así, le busques un punto de vista que le dé un toque de novedad y frescura que sea atractivo para el público.

            III. Si el género está definido de antemano, cíñete a sus pautas pero no te cierres en banda. Ahora está muy de moda la combinación de géneros, siempre que tu argumento no pierda la coherencia y se convierta en una mezcla que el lector no vaya a ser capaz de comprender y digerir.

           IV.  Nada de improvisaciones. En algún momento puntual puede ser algo divertido y que aporte frescura y naturalidad. Sin embargo, abusar de ella te puede llevar a parecer un autor que se pone frente a un folio y escribe lo primero que se le pasa por la cabeza. Y eso va a jugar en tu contra. Asegurado.

              V.  Tener el hilo principal de la historia siempre presente. En el caso de existir tramas secundarias –algo recomendable-, no convertirlas en principales ni darles más importancia de la que tienen. Son secundarias, recuérdalo. Y el lector espera ver desarrollada la trama principal, la que le tiene en vilo, durante toda la novela.

  • Personajes secundarios, tramas secundarias y demás añadiduras. Es algo que siempre debes tener en cuenta. Los personajes y las tramas secundarias le dan mayor veracidad a la trama principal. Debes saber utilizarlas para solucionar, enredar o dar algún giro inesperado a la trama principal.

Los personajes secundarios pueden ser capaces de resolver problemas, de generarlos, o simplemente de añadir situaciones y sensaciones para el desarrollo de tu hilo argumental principal. Debes emplearlos sin abusar, ya que su utilización en exceso puede restar protagonismo a los personajes principales y generar dudas sobre quiénes son los verdaderos protagonistas.

Una vez tengas estos puntos definidos, puedes comenzar a escribir. Con paciencia, sin plazos demasiado reducidos que te hagan precipitarte y con muchas ganas. Cuando empiezas a escribir, la euforia y las ganas te invadirán, aunque no durará mucho. Si te tiras a la piscina sin haber definido todo lo que te he expuesto –como mínimo-, sentirás un fuerte dolor de cabeza. El fondo está muy duro si no hay agua.

Así que imagina, piensa, siente, crea y marca las guías que tu novela va a seguir. Y una vez hecho esto, da el siguiente paso para poder decir: escribo, luego existo.

 

Nunca dejes de soñar.

6 thoughts on “Escribo, luego existo

  • el 14 diciembre, 2013 a las 1:16 pm
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    Muy interesante, sin duda, este manual de instrucciones. Lo digo de verdad, no en broma 🙂 Así se escribe una novela como dios manda, no cabe duda. La duda es si basta conformar una estructura clásica, unos personajes definidos, unas situaciones bien construidas… para tener un buen libro o ser escritor. Como decía Pavese… el oficio de vivir es una cosa y vivir puede ser la misma u otra diferente. Es decir: uno puede ser cantero y saber donde está la piedra y la cantidad de piedra que se necesita… y luego no saber esculpir. La realidad es que esto de ser escritor empieza a estar un poco devaluado. Antes era “otra cosa”. Había pocos, eran cultos, tenían un respeto y valoración por parte de la sociedad… En fin, si ser escritor es tener uno o varios libros publicados y estar en todos esos sitios que Alejandro nombra… pues vale. De hecho es lo que ocurre. Y hay mucha gente buena, y con magníficos libros… aunque, dada la abundancia de “material” y la imposibilidad de acciones de promoción( salvo los que entran en los planes de marketing de las grandes editoriales que tampoco suelen ser los mejores o los que han podido currárselo con esfuerzo durante años anteriores… y suerte ) el tema está chungo, valga esta palabra tan castiza para definir el asunto.
    En cualquier caso, vayamos más allá. Eso que el articulista cuenta es necesario… para seguirlo… o, cuando se conoce bien el lenguaje, se ha leído y escrito – bien – lo necesario, a veces SALTARSELO. Sí, la Literatura es mucho más que una estructura determinada y algunas de las cosas señaladas. Decía Graham Bell que “si sigues el camino de los demás solo conseguirás llegar, como mucho, al mismo sitio que ellos”. Y a mi me gusta aplicar – o tener en cuenta – esta maravillosa frase del inventor.
    Por lo demás, gracias por iniciar con esta entrada una reflexión, buena para todos, se defienda el punto de vista que se defienda. Yo creo, resumiendo, que para ser escritor hacen falta solo dos cosas básicas: Tener algo que decir y saber decirlo mediante el lenguaje escrito. Ah, y un consejo: la vocación – y el arte – nada tienen que ver con el comercio. Ni los resultados en el presente. Ni las estanterías de los grandes almacenes. Que se lo digan si no a Kafka, Pessoa… y tantos otros grandes autores que se fueron de este mundo sin el menor reconocimiento… incluso sin publicar en vida.
    Para resumir: Si uno no disfruta leyendo, aprendiendo y escribiendo y, además, tiene una chispa innata de genio en la mirada – y la cabeza – y la capacidad de expresarla, se podrá ser un buen mecánico de la literatura… pero no un descubridor de nuevos mundos. Ah, y cultura, mucha cultura. La intención, sin cultura, y sin entrar en el fondo del conocimiento y el deseo, no en la superficie ( lo de las estanterías o la “fama” y todas esas memeces )- es solo vana-gloria y a veces, todavía peor, vana-nada. Saludos.

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  • el 14 diciembre, 2013 a las 5:28 pm
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    Alejandro, querido, podrías haberte documentado (porque eso de buscar inventos, fechas, monumentos, mapas de ciudades… es documentación y, por cierto, es una ciencia, y se estudia y hay personas que se dedican únicamente a ello) como has aconsejado, para escribir este post. Ciertamente, cuando se te lee da la impresión de que tú no has leído nada. No sólo basta con aparentar saber, también hay que saber. Y podrías haberte pringado un poco y haberte currado el post, tío. Te has limitado a transcribir lo que tú haces cuando escribes pero hay taaaaaaaaantos y taaaaaaaaaaaaantos libros que se han escrito sobre ello. Seguro que no has leído ninguno. Deberías haberlo hecho. Ánimo, estás a tiempo. Empieza por “On Writing (Mientras escribo)” de Stephen King. Se lee rápido y da muchas claves. Sigue por Vladimir Propp y su “Morfología del cuento”. Luego puedes adentrarte en “El héroe de las mil caras” de Joseph Campbell.
    Estudiar un poco de estructuralismo, narratología, intertextualidad.
    Leer mucho, muchísimo. Y bien. Y sólo cuando lo hayas hecho puedes tratar de reescribir este intento de manual para escritores.
    En serio, para escribir ficción haz lo que te de la gana, pero si vas a teorizar sobre un arte y un método, chiqui, qué menos que saber de qué estás hablando.
    Es que si hubieras leído te habrías ahorrado hacer el ridículo.
    Primero, entérate de qué es un flashback: “Por último, quiero hacer hincapié en las llamadas temporales o cambios de época. Los famosos flashback tienen el riesgo de hacernos perder la noción del tiempo e introducir, por ejemplo, un teléfono móvil en los años sesenta” NO. MAL. Eso no es un flashback, eso es… en realidad no sé a qué coño te refieres. Un flashback es un salto hacia atrás, literalmente. Pero no se refiere a que los personajes viajen en la diégesis al pasado, eso es un salto en el tiempo, un regreso al futuro, Delorean incluído. Un flashback es un salto hacia atrás en la TEMPORALIDAD del relato. Es romper la linealidad del planteamiento-nudo-desenlace y empezar por ejemplo, con el final y luego poner el famoso “3 días antes” o “15 años antes”. Así que no sé de qué manera podría eso hacernos introducir un móvil en los años sesenta. No sé.
    Otra cosas importante. Si lo que te mueve a escribir es ver tu libro en El Corte Inglés pues me río. La mayoría de la gente que empezamos a escribir lo hacemos por necesidad emocional, porque tenemos ganas de contar algo y de que alguien lo lea. No de vender en Amazon. No capitalices y frivolices tan vilmente la vocación de escritor, por favor, que duele. Y además se te ve el plumero.
    Y con respecto a la documentación, algo que tú no has hecho para nada con tu post, como ya te he dicho, me parece que es el primer paso de todos para empezar a escribir. Lo que sea: un artículo periodístico, un libro, un guion, una monografía, una tesis o este post. Nadie crea nada desde cero. Existe algo que se llama intertextualidad y es que, quiera el autor o no, todo texto, sea audiovisual o literario, siempre remite a todo lo anterior. Pues leelo, conócelo. La documentación es clave. Y no es invertir media hora en buscar cuando se inventó el teléfono móvil. La documentación requiere meses, años. Incluso si tu libro está situado en la época actual, necesitas documentarte. Para crear un personaje necesitas documentarte.
    Y documentarse es leer. A escribir se empieza leyendo. Leer nos da las herramientas para escribir. Como dice Stephen King en el libro que te recomiendo, “leer es el centro creativo de la vida de escritor”. LEER. Algo que tú no haces.
    Y claro, te quedas en un Blue Jeans Wannabe.
    Ay, ay, ay. Esperaba más.
    Ponte a leer y luego ya, si eso, escribes. Te va a ir mejor, hazme caso.
    Besis.

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  • el 14 diciembre, 2013 a las 6:33 pm
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    En conclusión. Existimos – no está del todo claro – aunque no escribamos. Buenas aportaciones las hechas por Mabel. Y es que esto de las reglas siempre tiene su contestación. Incluso desde las propias reglas. Y eso que no hemos entrado en los cánones… 🙂 Pero vamos, como señalaba al principio, buen comienzo para un debate. Respecto al objetivo personal de la escritura… parece que estamos de acuerdo que estar en la mesa de novedades es algo lícito – y deseable para la editorial que desea, de verdad, “vender” un libro – pero es evidente que poco tiene que ver con la Literatura. Sobre la frase de Mabel “La mayoría de la gente que empezamos a escribir lo hacemos por necesidad emocional, porque tenemos ganas de contar algo y de que alguien lo lea” yo creo que, incluso, sobra lo de que alguien lo lea 🙂 En una primera etapa sí, nos gusta, deseamos ser leídos. Pasado el tiempo a algunos nos basta con ser encuadernados ( yo soy de los escritores de antes: utilizo la red y mi blog, pero me gustan los libritos con tapas que se pueden abrir con la mano )… En fin, es un gusto coger un libro de la estantería – la tuya, la de tu casa, je, je – y que sea algo que tú has pensado y escrito.
    Voy a hacer una aportación que me parece interesante y que yo creo que es una constatación casi universal dentro el particularísimo universo de cada escritor: yo creo que al escribir – los que sentimos esa necesidad y ese modo de ser y comunicarnos – conformamos nuestra identidad. Desde ese punto de vista, Literatura y vida cabalgan juntas. Eso sí, por favor, cabalguemos bien. Al menos, sepamos el código y la marca del vehículo, sepamos como se meten las marchas y cuando hay que meterlas. Luego, el modo de andar por la carretera puede variar infinitamente. No podemos pedir que Kerouac o Ginsberg sean Mann o Proust. Por poner ejemplos de paisajes – y autores – opuestos, puestos o contrapuestos. Saludos.

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  • el 15 diciembre, 2013 a las 4:42 pm
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    Antes de nada, quiero aclarar algunos de los puntos de la entrada que han podido malinterpretarse.
    Para empezar, el que un libro esté en las estanterías de las grandes superficies de venta de libros (que cada vez son más en detrimento de las librerías locales) no quiere decir que sea el fin de un escritor. De hecho, es tan solo el comienzo. Evidentemente, para que te lean, para que tu libro llegue a los lectores, tener presencia en los principales canales de distribución y venta es algo importante. No quiero decir que haya que hacer cualquier cosa con tal de estar ahí, sino que es una rampa de lanzamiento interesante.
    Mabel, supongo que estarás al tanto de los porcentajes que barajan los autores que son publicados. Sería mucho más rentable para el autor la auto-edición, puesto que a través de los canales principales de distribución, el porcentaje que el autor percibe no suele superar el 10% del PVP. Así que, como puedes comprender, el fin al que yo me refiero no tiene nada que ver ni con la fama ni con el dinero. Tiene que ver con hacer llegar sensaciones al lector y con sentirse realizado. Y nada de esto te lo puede aportar ni El Corte Inglés, ni Amazon.
    Muchas gracias por las referencias a los libros que has hecho, aunque como dije en la primera entrada, yo hablo en base a lo que a mí me ha servido, contrastándolo con otros escritores a los que he ido conociendo. Esto no pretende ser ni un manual a seguir a pies juntillas. Pretende ser una guía que pueda ser útil para comenzar, no una teoría ni un método de ninguna clase.
    Respecto a lo de documentación, llevas razón. Ha sido un error por mi parte ese párrafo, ya que tengo una amiga que ha estudiado esa carrera y puede parecer un menosprecio, aunque no ha sido esa mi intención. Con lo de media hora quería referirme a un ejemplo concreto, no al conjunto de la obra.
    Sin duda, leer es fundamental antes de ponerse a escribir. De hecho, en el primer artículo que publiqué, traté de dejarlo claro: “Porque al igual que hay lectores que no son escritores, no existe un solo escritor que no sea lector. Y empedernido.”
    No obstante, siempre se está a tiempo. De hecho, tengo tan solo 21 años, y me queda mucho por leer y mucho por aprender. Y esta es una forma de hacerlo. De cara a la próxima entrada, trataré de hacerlo mejor, y os agradezco, tanto a Emilio como a ti, Mabel, las aportaciones.
    Lo que he escrito ha sido mi opinión y mi punto de vista. Que no es la verdad absoluta, ni mucho menos. Aunque sí es verdad que pienso que no han sido las mejores formas para decir lo que has dicho, Mabel, me quedo con el fondo. Se trata de aprender y de mejorar a partir de los errores. Así que te agradezco de nuevo el comentario.
    Un saludo.

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  • el 15 diciembre, 2013 a las 11:26 pm
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    Bien, Alejandro. Decía Pessoa en el comienzo de su maravilloso poema “Tabacaria”: “No soy nada, sé que no soy nada… aparte de eso tengo en mí todos los sueños del mundo”. Me encanta encontrar gente que escribe y que, a los 21 años, tiene ilusiones, aún sabiendo que, en el caso de ser escritor, el tema para llegar a otras estanterías que no sean las nuestras es complejo y difícil. En cualquier caso… el estar en el punto de venta no es el comienzo: es el final. Y si estás de forma abundante y con muchos ejemplares expuestos, para el que quiere lograr el conocimiento de su obra… es un final deseable. Pero eso, realmente, no tiene mucho que ver con el oficio de escribir, sino con la “posición” y “situación en el mercado” ( qué horrible palabra ) del escritor. Creo que todo esto queda claro después de lo que hemos dicho en los comentarios. Te deseo todo el èxito del mundo si lo que deseas es reconocimiento. Pero, antes que nada, te deseo que leas mucho, escribas más y pulas el oficio. Y estés enamorado y satisfecho en él… no por los resultados, sino por su ejercicio. Saludos.

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  • el 15 diciembre, 2013 a las 11:47 pm
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    Quizá sean las nuevas “obligaciones” que tiene ahora un autor, que no solo debe limitarse a escribir, sino que debe promocionar y vender su obra si quiere llegar más allá del círculo habitual de amigos y conocidos.
    Quizá sea esto lo que nos haga perder el norte y la definición concreta de lo que es un escritor. Aunque confío en que esto va a cambiar en el medio plazo.
    Muchas gracias por las aportaciones, Emilio. Un saludo.

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