Clases de literatura
Clases de literatura, Julio Cortázar. Edición de Carles Álvarez Garriga. Alfaguara, Madrid, 2013, 320 págs., 18,50 €
Por José Miguel López-Astilleros
El verano pasado, durante mi estancia en un hotel de Ámsterdam, dos días antes de partir y contra todo pronóstico, agoté mis lecturas, pero antes de que cundiera el pánico (no era cuestión de acercarse a merodear por el mercadillo de libros de la plaza Spui), en el aparcamiento me salió al encuentro el segundo volumen de una antología de cuentos de Julio Cortázar, que había leído hacía años. Nada más ponerse en marcha un autobús de turistas españoles, quedó a mi vista, sobre el asfalto, parecía haber pasado por unas cuantas decenas de manos. Cuando aparece Julio Cortázar todo se transforma, todo adquiere una impronta literaria, aun sin haber sido escrito. Esto es lo que ocurre con estas magníficas Clases de literatura (Alfaguara, 2013).
Durante los meses de octubre y noviembre de 1980, Cortázar dio un curso de Literatura en la universidad de Berkeley, ocupó trece horas de grabación, que ahora salen a la luz. Él declara que dicho curso fue improvisado no mucho antes de enfrentarse a los alumnos. Consta de ocho clases, divididas a su vez en dos partes, en la primera el autor da su lección y en la segunda atiende a las preguntas de los estudiantes, en la cual ya no se hablará sólo de literatura, sino de música, de cine, de política o de otros escritores, lo cual nos da una idea de su cordialidad, cercanía y gusto por el trato humano, sin contar que dos días a la semana los recibe individualmente.
Carles Álvarez nos cuenta en el prólogo, que de regreso a París le dijo a Aurora Bernárdez, que no había quedado del todo satisfecho, porque a los alumnos les faltaban conocimientos generales, para haber profundizado más. Por esta razón la transcripción de este curso va dirigida sobre todo a quienes no conozcan los entresijos del universo Cortázar; no obstante, hará las delicias de los cortazarianos más entusiastas, pues basta comenzar a leer, para escuchar su voz cálida, sus erres con acento francés, sus diáfanas y apasionadas disertaciones, y hasta observar el vaivén de sus grandes y huesudas manos. Antes de leer el libro, no estaría mal ver la entrevista que le hizo Joaquín Soler Serrano en TVE hacia 1977, para después, con el eco reciente de su voz, imaginar el texto en sus labios, en su presencia.
En la primera clase enmarca el orden que va a seguir cuando hable de su obra y de sus ideas sobre el cuento, la novela y demás temas, literarios sobre todo. Establece así tres etapas: estética, metafísica e histórica, que se corresponden con un desarrollo cronológico, sin que ello quiera decir que la preponderancia de una de ellas, signifique el abandono total de las anteriores. En torno a estas va desgranando lo que piensa sobre el cuento fantástico, cómo lo fantástico para él tiene la misma consistencia que lo real, puesto que forma parte de su percepción cotidiana de la realidad; pero también sobre el tiempo, cómo un segundo puede dilatarse en horas, meses e incluso años; sobre el destino, que él llama fatalidad; sobre la diferencia que hay entre cuentos fantásticos y realistas. Respecto a estos últimos se explaya en lo que denomina “realismo simbólico”, cuentos bajo cuya superficie anida una realidad más honda, para explicarlo echa mano de Kafka. La quinta clase trata sobre dos elementos capitales en su obra, el humor y la musicalidad de su prosa. Hasta aquí todo está ilustrado con lecturas de cuentos completos, selección de textos o resúmenes de otros. A la vez nos va mostrando cómo surgieron determinados relatos como puedan ser La noche boca arriba o Continuidad en los parques.
La primera parte de la sexta clase está dedicada a lo lúdico, representado sobre todo por Historia de cronopios y de famas, del cual nos ofrece su génesis y algunos ejemplos. La segunda la dedica a Rayuela, junto con la séptima. Sobre esta extraordinaria novela, que ha marcado a más de una generación, nos ofrece su génesis, claves interpretativas y los tres niveles presentes en ella. En el primero, el metafísico, «hay una crítica de la realidad tal como la recibimos a través de la historia y la tradición», que se materializa a través de la formulación de preguntas, no respuestas; el segundo es el del lenguaje, en el que «hay una crítica de los medios por los cuales esa realidad puede ser expresada y comunicada», con el que mantiene una lucha para no ser manipulado por el mismo, y evitar que se imponga a nuestra voluntad de expresión con estereotipos o asociaciones lingüísticas fosilizadas en la tradición, que representan una determinada visión del mundo; el tercer nivel corresponde a la búsqueda del lector cómplice, algo esencial en la literatura de gran parte del siglo XX. El capítulo siete se cierra con sus preocupaciones políticas y sociales contenidas en El libro de Manuel. La última clase está dedicada al erotismo, aunque tratado con superficialidad y poco acierto a nuestro juicio, quién sabe si por la falta de tiempo, ya que sus consideraciones nos parecen algo pacatas y difusas. El libro concluye con un apéndice final, compuesto por dos conferencias sobre la literatura latinoamericana y realidad y literatura.
Julio Cortázar nos deslumbra en este Clases de Literatura con su frescura, su sinceridad, su gran cultura, pero sin pedantería, con su enorme fluidez, humor, sobre todo en la elección de anécdotas, y sencillez de exposición propias de un gran seductor del lenguaje, que transmite una desbordante pasión y fascinación tanto por la literatura como por el ser humano. Todo un lujo haber asistido a sus clases.