Extremoduro: Mordiendo en el sitio justo
Por Sebastian Villar.
Para todos los públicos (2013) es el último disco de Extremoduro y salió a las calles de la web el viernes 8 de noviembre (su salida se adelantó por una filtración en la cadena de distribución).
Para sentir
¿Un tema intenso? Mi voluntad. El comienzo nos anticipa lo que será la batería a doble bombo. Y si de todo el disco tengo que seleccionar una sola estrofa, resalto: “Voy que te perdí de vista / detrás de tu pista / y por si acaso / desaceleraré el paso / para comprender primero / lo que estoy buscando sin parar”. El solo final concentra el juego de fraseos que sonaron durante toda la canción. Y el último rasgueo da muestra de terquedad. Atención.
Han pasado muy pocos días desde su lanzamiento, pero el ritmo vertiginoso de la red permite leer ya variadas críticas sobre el nuevo material, y nos da una pista sobre la expectativa que ha generado la banda liderada por Roberto Iniesta desde el anterior Material Defectuoso (2011). Vale decir que en lo musical este último disco se aparta del camino trazado por su predecesor. Las guitarras de Iñaki “Uoho” Antón lo llevan a revisitar la crudeza de discos anteriores, al tiempo que aprovecha para abrir la mochila de sus influencias y ensamblar un todoterreno.
Las nueve canciones que aparecen en el disco permiten múltiples interpretaciones. Algunos consideran que se trata del mejor disco de la banda. Ellos fundamentan que tienen la extraña capacidad de convertir lo soez en arte. En la vereda opuesta, se escuchan los gritos de aquellos que los consideran dinosaurios. Según dicen, las canciones nuevas se paran en las huellas impresas sobre el barro que vio crecer obras magistrales como La Ley Innata (2008). Estos otros, en tono de crítica lapidaria se preguntan cuánto más les queda de vida.
Ahora es mi turno para desparramar el combustible de las palabras, y echar fuego. No siempre el análisis de un disco despierta interés al recorrer cada pista y etiquetarla en tal o cual estilo. O cuando por ejemplo asocian una canción a otra que suena similar, y entonces el crítico traza el mapa en busca del eslabón perdido. Ni qué decir cuando algunos salen con formulario en mano a tratar de pasar la obra por un cuestionario con preguntas estandarizadas, como sometiéndolo al más riguroso control de calidad. No interesa que se trate de un libro, de una película, de un disco, o simplemente de un verso escrito en una servilleta, prefiero acercarme a la creación desde un lugar diferente. Quiero decir, celebro cuando la obra me encuentra desnudo, listo a sentir con cuerpo y alma, para advertir que no estamos solos. Y lo que escucharemos hoy, viene a tocar esa fibra que ni los cirujanos logran alcanzar.
No soy un practicante de la doctrina “describa la obra en una frase”, pero si no queda otra, voy a la biblioteca, abro Primavera Negra de Henry Miller y leo: «¡comprendo lo radiante que puede ser la vida si nos están mordiendo en el sitio justo!». Ahí también está Robe, ese mismo que escribió El viaje íntimo de la locura para transformar su poesía en prosa. Un poeta con montón de paradas en lo mundano. Alguien que toma las palabras para pintar diferentes realidades articuladas por deseos lujuriosos estilizados con metáforas que invitan a pensar. Las letras de Extremoduro deambulan por un mundo que se cae a pedazos, al que sobreviven con astucia y lucidez.
Para todos los públicos
Como single de lanzamiento eligieron ¡Qué borde era mi valle! Los arreglos y fraseos de guitarra que remiten de manera inevitable a Jimmy Page, ilustran la explosión que arrasa la ciudad en la cubierta del disco. Mientras escuchamos una voz que atraviesa las montañas sin más herramientas que los recuerdos, para llegar cada vez más lejos. Después de escuchar este tema, seguro damos una oportunidad al disco.
Para todos los públicos abre con Locura transitoria. Con sus 8:14 de duración, la canción relata la suerte de quien pierde lucidez y se hunde en el desconcierto generado por la curiosa virtud humana de estar bien y mal al mismo tiempo. “Vuelve a llegar la primavera / y me molesta el sol. / Alma que nunca se deshiela / y se queja del calor”. Sin hacernos esperar, aparecen los elementos que caracterizan las letras del grupo: razón, bragas, locura, misterio. “Ahora que ya no entiendo nada / y no me funciona un hemisferio / quiero saber si entre tus bragas / está la clave del misterio”. Para cerrar, el violín aclimata el ambiente para conciliar la primavera con los distintos estados de ánimo que conforman la canción. Así termina el primer tema y prepara el terreno para desparramar las otras canciones.
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El disco sigue con Entre interiores, mientras el blues no escapa a los punteos de Uoho, la letra nos lleva por un viaje que motivado por el desamor termina en cuestionar la belleza. “¿Y yo para qué las quiero/todas las palabras/ si todo lo que sueño/está en las entrañas?”. Abren fuego para calentar las vísceras.
Y si de las nueve canciones tuviera que elegir sólo una, esa sería Poema sobrecogido. La apertura nos golpea a martillazos y la introspección se vuelve poesía alcanzando su punto más alto. Con aire de rock andaluz, es una canción que te invade la mente y luego de varias escuchas te convence: yo soy otro. A escucharlo.
Luego llega lo que podemos catalogar como guiño jocoso. Manué IV (dice IV porque en discos anteriores aparecieron Me estoy quitando, Villancico del rey de Extremadura, La vieja) no es más que un diálogo de 30 segundos. “Qué pena que nadie nos fusile al alba. “
Mama es un funk que (de a ratos) muta en metal. Atención con este tema, al principio puede engañar, la fusión rompe con la simpleza y en el minuto final la canción se convierte en jungla.
Pequeño rock and roll endémico. Es rock and roll. Sí. Si es endémico o no, lo sabrán ellos.
El camino de las utopías. Una canción Extremo. Comienza con un manifiesto: “que no me gustan los maderos / ni la gente con banderas, / ni la Virgen María, / ninguna ideología” y da paso al relato con forma de canción, que transita por la locura, el misterio, la pérdida de conciencia social, y el siempre presente asombro por la relevancia de la banalidad en nuestra cultura. Antes de finalizar, suben a una montaña rusa: el instante de silencio que sigue al último solo provoca vértigo.
Para terminar
En términos estadísticos, Para todos los públicos es un disco con mayoría simple de canciones largas (de las 9, 5 superan los 5 minutos).
La variedad de estilos en las composiciones le dan sentido al nombre. Fusionan ritmos que ya se escucharon en sus trabajos anteriores, pero ahora con mayor protagonismo del guitarrista. Es un disco intenso. Aunque por más virtudes que se le encuentren, no supera lo que fue y es La ley innata.
Las influencias de los gigantes del rock son evidentes. Pero eso no convierte a Extremoduro en un dinosaurio. Al contrario, vemos unos muchachos con el calor visceral necesario para atravesar diferentes épocas, adaptándose -y adaptando- variados estilos.
Sí, en las letras se repiten sus preocupaciones, pero… ¿cuáles son las reglas para el poeta?
Y vuelvo casi al principio. No afirmo que este sea el mejor disco del grupo pero tampoco acompaño el pensamiento de quienes ponen en duda la evolución de la banda. De esa tarea se encargará la historia.
Para terminar les quiero decir que celebro la salida de este disco. Extremoduro sabe cómo hacerlo: está mordiendo en el sitio justo.
Escucha Para todos los públicos de Extremoduro en Spotify
disculpame, que luego de tantos años uno venga a descubrir en Chile a estos cojonudos. Y también por recordar que el “rayo que no cesa…” es un verso de su enorme Miguel Hernández. Abrazos