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Sangrar

Por Violeta Nicolás. Escribir cuando se sangra ¿es diferente?, nos debe afectar de manera similar a cuando estamos enfermos ya que pensamos también con el cuerpo, aunque intentemos abstraernos, no es aconsejable ignorar nuestro cuerpo, hay que escucharlo. Debemos admitir aquello que forma parte de la vida: «Y no sé porqué debería negar / lo que soy: una mujer que sangra» dice la poeta Leire Bilbao Barruetabeña -autora del poemario «Scanner» (Susa)- antologada en el libro que nos ocupa. La antología «Sangrantes» (Origami), editada por Luna Miguel -también poeta, su último libro publicado «La tumba del marinero» (La Bella Varsovia)- que ha seleccionado a distintas poetas en lengua castellana desde algunas más conocidas de gran trayectoria como Cristina Peri Rossi o Chantal Maillard, hasta otras inéditas como Clara Bueno o Sara Torres. Se plantea como un libro no sólo para mujeres sino también para hombres sensibilizados o interesados en este tema literario de la sangre, (la menstruación, el vientre, ser madre o no, la enfermedad), «en tantas ocasiones malinterpretado o despreciado» como dice la editora. Luna Miguel nos indica que ha entendido el resultado del libro como un catálogo y también «como una perfecta representación de cuales son las concepciones posibles de la sangre menstrual a partir de unas voces que guardan en común un aspecto: el momento de la purificación del cuerpo que siente y escribe».

Es un tema complejo, que alcanza palabras como herida o danza. A continuación algunos de los versos de escritoras que componen esta bella antología.

Sara Torres, poeta muy joven inédita:

«El día de la sangre ellas se unen en danza

traen los ojos firmes y encendidos

beben para el dolor ardiente líquido amargo

y pulsan con el pie la tierra buscándole el pálpito»

 

La poeta Ada Salas, -autora de «No duerme el animal»(Hiperión) que reúne sus cuatro primeros libros- quizá la concisión del silencio sangrante:

«Es mi carne también este silencio.

Gime y crece y se ahonda

con el día y reposa en la noche

sobre el frío del sueño.

Vive en mi como vive mi sangre

y se abre dichoso en esta herida»

 

También hay momentos para extrañarnos, y descubrir la otredad, de la mano de la poeta Chantal Maillard -escritora del célebre poemario «Matar a Platón» (Tusquets)- :

«Cada veintiocho días me siento, cielo abajo, piernas adentro, tan habitada, tan ocupada por ese ser que siento tan otra y es, no obstante la que más me frecuenta ….»

 

Sangrar, a pesar de la costumbre cíclica, no deja de ser difícil, cómo asimilar este hábito del cuerpo de la mujer. Miriam Reyes, poeta y artista plástica:

«Eventualmente paso días enteros sangrando

(por negarme a ser madre)

El vientre vacío sangra

exagerado e implacable como una mujer

enamorada».

 

 

Ana Gorría, -su publicación más reciente, también muy recomendable «La soledad de las formas» (Sol y sombra)- es pura ternura:

«Derroché

las ciruelas

que habitaban

mi vientre

las que

probablemente

dejábamos

a la continuidad

discúlpame

eran tan deliciosas

tan dulces

y tan frescas»

 

«Yo pertenezco a una raza de mujeres con el corazón biodegradable» nos dice en uno de sus poemas emocionantes e intensos, la poeta Elena Medel -que ha ganado recientemente el premio Loewe por su poemario «Chatterton»-.

 

María Ramos -poeta y también traductora de «Tres mujeres» de Sylvia Plath (Nórdica)-, con tres versos sintetiza lo salvaje enorme, en murmullo:

«La vida me invade.

Traspasa mi cuerpo.

Sangro

 

 

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