Bajo treinta
Por María Cabrera
Bajo treinta, Antología de nueva narrativa española.
Prólogo y selección de Juan Gómez Bárcena
Editorial Salto de Página, 2013.
Leer completamente una antología tiene, a veces, su recompensa. Al lado de textos, de escritores que una conoce, se suman otros, valiosos, recién leídos. El prólogo impecable de Juan Gómez Bárcena nos presenta su selección de catorce autores y catorce relatos (algunos, parte o capítulo de novelas), un conjunto heterogéneo que consigue acercarnos a la literatura inmediata, actual y, sin duda, interesante que se está haciendo entre nosotros. Todos, el prologuista también, tienen menos de treinta, por lo que cuentan con mucho en común, y está bien leerlos unos junto a los otros, para apreciar, una vez más, sus diferencias.
Así, el quinto capítulo de la novela Leonardo, de Guillermo Aguirre, que abre la antología, invita no solo a la búsqueda y lectura de su novela sino a la continuación de lo que vendrá en nuestra antología. Extrañeza y apertura extralímites en Piedras, de Cristian Crusat, mucha vida, vida de la buena en Los hombres que miran, de Irene Cuevas. Luz entrando por la ventana del aula, (ventanas por todo el libro), en Cualquier cosa viva (maravilloso título) de Almudena Sánchez. Reminiscencias de autores que los precedieron, desde Carver a Tizón, Capote, Cheever… lectores de relatos en todo el espectro. Referencias, nunca antes tantas, visuales, musicales, una realidad muy subjetiva en ocasiones, ganas de inventar y de contar, preguntas, ganas de lenguaje en la boca, en el cuerpo, en lo que tocan y finalmente, en lo que escriben.
La longitud de los textos, su lectura rápida se agradece, lejos de esas antologías mastodónticas en las que una se pierde como en enciclopedias y estudios costosos. En este librito, las medidas están bien tomadas, imprescindible para hacerse una idea, para disfrutar de algunos buenos relatos, de un estupendo prólogo, descubrir, al menos, una o dos joyitas, alguna relectura, y descartar también, sobre gustos, los colores. Trayectorias marcadas por el género, el híbrido de géneros, el gusto por la ciencia ficción fantástica, el apocalíptico escenario de moda, la cultura popular mezclada con la extrañeza, hacia la novela o el humor negros, como la de Matías Candeira, María Folguera, Juan Soto Ivars, Aixa de la Cruz. Personajes de edad similar a la de los propios autores, senos familiares, urbanismo también familiar en los relatos Yo no iba a venir, Delfines, Yo mataré monstruos por ti, Vietnam, e incluso historias fantásticas como La viuda, de Jenn Díaz o Una deslumbrante muestra de esplendor heterogéneo, de Julio Fuertes.
Los narradores de este libro han escrito mucho a pesar de ser jóvenes, han publicado a pesar de seguir buscando su estilo, según los propios autores, de dilucidar de qué y cómo quieren escribir, de ser, tal vez, capaces de hacerlo, y se han hecho a sus lectores a base de tenacidad, de trabajo. Sin hablar de grandes promesas, como pide el prologuista, creo que algunos de ellos llegarán a ser mucho mejores escritores de lo que son ahora. Lo cual, leyendo el resultado de este libro, es una excelente noticia.