“Man & Myth” de Roy Harper. La grandeza de los pequeños detalles
Por Kepa Arbizu.
Puede sonar extraño y hasta poco explicable, pero después de casi 50 años desde su debut, el nuevo disco de Roy Harper sigue sonando exactamente igual, o por lo menos básicamente sujeto a los mismos parámetros, que aquellas grabaciones realizadas en los primeros pasos de su carrera. Estamos hablando de un músico de más de 70 años encuadrado en la escena folk británica de aquel entonces y que con discos como “Stormcock” se postuló como uno de sus grandes referentes.
Hay un matiz en la historia del intérprete inglés que hay que destacar y es que, aunque su sitio estaba en aquel sonido tradicional, tenía también un pie situado en el terreno rockero, estando cerca de grupos como, Jethro Tull, T. Rex, Pink Floyd o Led Zeppelín, llegando a dedicarle estos últimos incluso una canción y colaborar activamente con Jimmy Page. Evidentemente esta doble vertiente dejará una impronta en su obra.
Roy Harper ha mantenido su carrera a lo largo de los años con serenidad y entereza. Han pasado 13 años desde su anterior trabajo y ahora con “Man & Myth” está de regreso. Y lo está, tal y como ya ha quedado apuntado, con las mismas armas que ha esgrimido desde un principio. Acompañado de su mano derecha de los últimos años, John Fitzgerald, y ayudado en la producción por Jonathan Wilson, ha conseguido dar forma a una obra de una imponente personalidad, en lo musical y en sus textos, donde lejos de obviedades analiza de manera poética el ser humano, en conflicto consigo mismo y con todo lo que le rodea.
Hay una parte de este conciso, en cuanto al número de canciones (sólo siete), disco que opta por un estilo más sobrio e intenso. Una voz en primer plano y una guitarra acústica son los elementos que predominan en “Time is Temporary”. Con ellos recrea un dramatismo contenido que no está exento, algo habitual en su carrera, de una instrumentación delicada y muy matizada que a base de pequeños detalles construyen una composición estremecedora. En “January Man” con iguales armas crea un tono más angustioso donde interpreta haciendo más cabriolas vocales implementando todas las sensaciones mencionadas anteriormente. “The Stranger” supone una variación, no en la esencia, pero sí un deje hacia el folk irlandés y la incorporación de una percusión de la que se trasluce un ritmo marcial, cosas que le hacen recordar a otro contemporáneo suyo como es Richard Thompson.
Con otros matices, aunque en un mismo sentido general, se presenta “The Enemy”, en el que se mezcla lo acústico y eléctrico bajo un manto más rockero, aunque la influencia de los detalles, en este caso un piano que aporta profundidad, sigo siendo una cualidad esencial para el perfecto acabado. La influencia de Neil Young que ya se atisbaba en este tema sigue patente en “Cloud Cuckooland”, esta vez con un sonido todavía más robusto, en buena medida por la colaboración de Pete Townshend. Por su parte “The Exile” opta por desarrollar una atmósfera más psicodélica construida entorno a una zigzagueante y punzante guitarra.
“Man & Myth” es un disco fascinante, de esos que tienen como meta (alcanzada de sobra) dirigirse a los más íntimo y profundo. Ese es precisamente el terreno en el que se mueven los temas que componen este trabajo tomando elementos del folk y del rock. Además tiene la virtud de estar tan cerca del presente como de poseer ese elegante aroma a clásico. Poco más hay que añadir de un disco con el que sólo se puede hacer una cosa, escucharlo y sobre todo sentirlo.