In-Edit Festival 2013: No te acostarás sin saber una cosa más
Por Elisenda Hernández Janés.
El In-Edit Festival ha cerrado su undécima edición con grandes cifras de asistencia (cerca de 30.000) y un total de 49 documentales musicales a sus espaldas. Diez días intensos de música y descubrimientos que, gracias al In-Edit TV (plataforma online en la que está disponible el 50 % de la programación del festival), todavía podrán alargarse unos cuantos más. Este año cabe destacar el sold out implacable y continuado de “Nitsa 94/96 el giro electrónico”, sobre la mítica discoteca barcelonesa, así como los homenajes a los cineastas Les Blank y Dick Fontaine. No te acostarás sin saber una cosa más, dicen, y en épocas de In-Edit, el refrán es aplicable más que nunca. A continuación, la selección de documentales que han hecho que la noche otoñal nos recibiera estos días siendo un poquito más sabios.
Muscle Shoals (Greg Camalier, Estados Unidos, 2013)
En los parajes recónditos de Alabama, entre tractores, lodo y plantaciones de algodón, unos modestos estudios de grabación inspiraron al mundo inmortalizando sonidos que marcarían la historia. El primero fue Fame que, fundado por Rick Hall (aprendiz de mecánico reconvertido a músico y más tarde productor, de origen muy humilde y trágica vida personal) y respaldado por The Swampers (músicos de sesión que aparecieron en cientos de legendarios exitazos), grabó las almas de Arthur Alexander, Jimmy Hughes, Percy Sledge, Aretha Franklin, Etta James, Wilson Picket y muchos otros. El segundo fue Muscle Shoals, fundado por los propios Swampers y bautizado como el sonido y la ciudad que les dio la fama, en el que rockeros como The Rolling Stones, Traffic o Lynyrd Skynyrd acudieron para impregnarse de esa magia sureña arrullada por el río Tenessee. Cautivador retrato de esos sonidos fascinantes y las personas que les dieron vida. Sweet Home Alabama.
20 Feet from Stardom (Morgan Neville, Estados Unidos, 2013)
Los personajes secundarios se convierten en protagonistas en este documental centrado en esas figuras bailongas y misteriosas que son las coristas. ¿Qué mujeres se esconden tras esos talentos anónimos que tan decisivamente han perfilado el sonido y puesta en escena de los grandes artistas de nuestro tiempo? Las coristas de Bruce Springsteen, The Rolling Stones, Sting, Stevie Wonder, Ray Charles y muchas otras, empuñan el micrófono y nos explican sus historias. Las hay que tienen grammys, las hay reconvertidas en profesoras, las hay satisfechas con su posición apartada de los focos y las hay que todavía esperan la gran oportunidad que las descubrirá al mundo. Todas comparten algo: sus voces privilegiadas, su pasión por la música y sus rostros ocultos tras el resplandor del estrellato. El caso más impresionante, en mi opinión: el de Darlene Love, a la que el productor Phil Spector, genio y malnacido a partes iguales, grabó y estafó durante años, que tuvo que limpiar casas para pagar las facturas y que, finalmente, retomó su carrera musical ya cuarentona y consiguió reconocimiento con ingreso en el Rock’n’roll Hall of Fame incluido. Muy interesante.
Big Star: Nothing Can Hurt Me (Drew DeNicola, Olivia Mori, Estados Unidos, 2012).
La historia de Big Star es una historia agridulce. Agria, porque su carrera estuvo marcada por el fracaso comercial, los problemas personales y, en general, la mala suerte (culminada con la muerte prematura de casi todos sus miembros). Dulce porque, adorados por la crítica y responsables de tres discazos de referencia, el tiempo les colocó en el pedestal que merecían hasta convertirles en grupo de culto. Incluso su música no se libra de esa particular dicotomía, y es que Alex Chilton, Chris Bell, Jody Stephen y Any Hummel eran expertos en convertir el dolor en belleza, en revestir la semilla cruda de sus mensajes de arreglos luminosos y bellos estribillos creando así composiciones únicas llenas de matices. El documental narra su historia de manera correcta, aunque tal vez algo apática, centrándose más en el suceder de acontecimientos (el pasado de Chilton en los Box Tops, los orígenes, los discos, Ardent Records, los problemas de distribución, las peleas, la ruptura, la convención de periodistas, la resurrección en los noventa, la repercusión posterior) que en plasmar la esencia de su música y sus sensibilidades. Echo de menos directos del grupo, entrevistas con sus fundadores, entresijos y curiosidades de sus técnicas y maneras de componer (probablemente la falta de material y la muerte de sus líderes no hayan facilitado semejante tarea). Aun así, el documental cumple y nos explica una historia que merecía ser contada. El alma del grupo seguirá en sus canciones y allí la (re)descubriremos cada vez que le demos al play.
Mistaken for stangers (Tom Berninger, Estados Unidos, 2013)
En un momento álgido de sus carreras, habiendo alcanzado un puesto destacado en el panorama del indie rock internacional, The National se embarcan en una gira mundial. Su líder Matt Berninger le ofrece a su hermano pequeño Tom, treintañero que sigue viviendo con sus padres en Cincinatti, un puesto como road manager. Ambos hermanos son como la noche y el día. Elegante, sobrio, de seria apariencia y vozarrón imponente, Matt disfruta de su nueva condición como estrella del rock de manera adulta y responsable. A Tom le sobran kilos, bebe demasiado, escucha música metal y le pirran las películas gore y las grabaciones caseras. De hecho, se trae una cámara y decide grabar un improvisado documental. ¿El resultado? Un divertido viaje por los entresijos de una gira y las relaciones sibilinas, un reflejo de personalidades con particular carisma que son únicas y, al mismo tiempo, fácilmente reconocibles en el entorno de cada uno. Un retrato que arranca carcajadas pero que también hace asomar alguna traidora lagrimilla, con la bella Europa de telón de fondo y banda sonora de lujo (en la que me habría gustado que se explayaran más). Tener talento (Tom Berninger es el director y protagonista del documental, después de todo) no es incompatible con ser un completo desastre.
Narco Cultura (Shaul Schwarz, Méjico- Estados Unidos, 2012).
Existe un mundo donde las colegialas sueñan con ser novias de narcotraficantes, los asesinatos atroces se suceden a diario ante los ojos tolerantes de una policía corrupta, el pueblo festeja al son de canciones de alegres cadencias que ensalzan las virtudes de la tortura, y el negocio de la droga es la principal fuente de empleo y “riqueza”. No se trata de una novela de ciencia ficción malrollera, sino de la terrible realidad que se vive en algunas ciudades del norte de Méjico. El documental nos acerca (adentrándose en sus propias casas) a los protagonistas de esta pesadilla macabra: narco-estrellas de la canción (rodeados de groupies y lujos), miembros de la policía, madres desgarradas por el dolor… Imágenes muy duras, otras tan grotescas que harían reír de no ser tan escalofriantes (yanquis emperifolladas que posan para la cámara con un cubata en una mano y una metralleta en la otra, padres que animan a sus hijos a canturrear canciones sobre cocinar metanfetaminas…). Una labor de investigación encomiable sobre una realidad espeluznante. Trágico, arriesgado y brutal.
A Life In The Death Of Joe Meek (Howard S. Berger, Susan Stahman, Estados Unidos, 2013).
Hasta ayer el nombre de Joe Meek era para mí el de un completo desconocido. Hoy sé que fue un productor pionero que cambió las reglas de grabación en unas épocas en las que eran inamovibles, que le dio la espalda a las grandes discográficas y se estableció por su cuenta en un modesto estudio desde el que consiguió varios números uno con sus rudimentarias y experimentales técnicas do it yourself. Original de un pueblecito recóndito del sur de Inglaterra, gay con pluma en unas épocas en las que la homosexualidad era delito, sus fans y conocidos (entre los que se encuentra un entusiasta Jimmy Page) repasan su personalidad y su trayectoria. Resulta curioso cómo, a pesar de que su retrato es el de un tipo misógino y temperamental que (aquí va un SPOILER ASÍ QUE NO SEGUIR LEYENDO SI NO SE QUIERE SABER EL FINAL) acaba su vida matando a una viejecita y pegándose un tiro, los recuerdos de sus conocidos se perciben llenos de cariño y nostalgia. Algo confuso en ocasiones pero, en general, un documental interesante y recomendable para todo rock’n’rollero que se precie.
Beware of Mr. Baker (Jay Bulger, Estados Unidos, 2012)
Un joven cineasta se pregunta que se ha hecho de ese crack de la percusión que tocaba en Cream y decide ir en su búsqueda. Lo descubre en Sudáfrica y consigue que, desde su sofá, entre cigarrillos e insultos, le haga partícipe de su intenso y delirante pasado. El salvaje pelirrojo que, de niño, se sentó por primera vez tras una batería y descubrió que ¡sabía tocar!, pionero del uso del doble bombo y con una técnica equiparable a los grandes virtuosos del jazz, es también un cabronazo de mucho cuidado. Todos hablan mal de él, todos se quedan boquiabiertos al verle tocar. Estrellato, heroína, ritmos africanos, negocios fallidos, familias que se quedan por el camino…y, para culminar, un bastonazo al director con rotura de nariz incluida. Muy entretenida.
Palmarés In-Edit 2013
Premio de la competición internacional a The Punk Singer (Sini Anderson, Estados Unidos, 2013).
Premio de la competición nacional a Triana pura y dura (Ricardo Pachón, España, 2013).
Premio del público a Bustamante Perkins (Pep Garrido, Xesc Cabot, España, 2013).