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"La Philosophía vulgar", de Juan de Mal Lara

Por Ignacio G. Barbero.

la-philosophia-vulgar-9788437631387“A nadie le resulta chocante que yo diga que los proverbios pertenecen a la ciencia de la filosofía”- Erasmo

La filosofía española no ha sido presentada usualmente bajo la forma de un explícito e intencionado sistema de pensamiento, hecho que ha dificultado enormemente su reconocimiento como una tradición legítima y relevante. La pintura, la poesía, la novela, el teatro e incluso la música de nuestro país han estado (y están) atravesados sutilmente por estimulantes ideas sobre la realidad y el ser humano; sólo hay que acercarse a las obras para descubrirlo. La intensidad filosófica que en ellas podemos hallar es muy elocuente.

Un buen ejemplo de este pensamiento español «oculto» es “La Philosophía vulgar”, de Juan de Mal Lara, obra del S.XVI bellamente editada por Cátedra. Si bien el título de la obra contiene la palabra “philosophía”, el contenido es, en primer término, esquivo con la ortodoxia formal de la disciplina, pues se trata de una gigantesca recopilación de refranes populares acompañada de comentarios a cargo del autor. Sin embargo, estas glosas desvelan, tras una atenta lectura, el matiz reflexivo que posee el escrito de Mal Lara. Como bien afirman los editores, “el sevillano completa, en un sentido que nadie había abordado, la visión humanística de la centralidad del hombre, buscando, a través de los refranes, la síntesis de su forma de vivir, de sus relaciones con el mundo que le rodea, de sus sentimientos, de sus pasiones y desengaños” (p.67).

La ciudad en la que nace y vive, Sevilla, está lastrada por profundas desigualdades sociales que se esconden detrás del boato y la “riqueza” provenientes de la conquista y espolio del continente americano. Nada que no podamos reconocer inmediatamente: por un lado, clases privilegiadas enormemente ricas -cuatro gatos- y, por otro, buena parte de la población sin nada que llevarse a la boca. Un gran retraso y miseria aquejan al pobre pueblo llano, entre el que se difunde, como suele acontecer,  la mendicidad, el robo y la delincuencia. Las notas del autor a los proverbios servirán como profundo -y crítico- recordatorio filosófico de la decadente sociedad de su tiempo, a la que quiere poner frente a sus carencias y errores:“Su interés se fija en todos los estratos sociales, con particular atención a la familia, a la educación de los hijos, al excesivo deseo de aparentar un bienestar inexistente y también al ambiente eclesiástico, donde se constatan ciertas actitudes contrarias al buen vivir cristiano” (p.65).

Juan de Mal Lara
Juan de Mal Lara (1524-1571)

El análisis y la posterior crítica social de Mal Lara, que desnudan la injusticia propia de una época miserable, son de raigambre católica, a saber: estamos hablamos de un hombre de la Contrarreforma. En consecuencia, los temas que aborda se plantean desde el criterio valorativo de la dogmática cristiana. Lo observamos claramente en su concepción de la familia, la cual considera el núcleo más importante de la sociedad. Dedica numerosas páginas a su organización, a las relaciones entre padres e hijos, a la educación de estos últimos, a la mujer, al matrimonio, etcétera. En sus comentarios defiende una familia católica, arcaica y patriarcal en la que es el hombre el que tiene en sus manos la honra y la renta de la familia. Además, recomienda la imposición de unas estrictas reglas de comportamiento para la mujer, que debe sufrir en silencio cualquier engaño, ataque de cólera o los celos del marido. Su vida ha de estar dedicada y sometida a la voluntad del esposo, al cuidado de la casa y a la crianza de los hijos; no hay mención alguna, además, de que deba ser educada. Aquí dejo varios ejemplos claros de adagios que Mal Lara recoge -y comenta solícito- sobre esta cuestión y que muestran este patriarcal planteamiento sobre el matrimonio y el papel de la mujer : “¿Quieres tener a tu marido contento? Tenle puesta la mesa con tiempo” (p. 861)/ “- Madre, ¿qué cosa es casar? – Hija, hilar, parir y llorar (p. 799) / “En casa del mezquino, más manda la muger [castellano antiguo] que el marido (732). / “El asno y la muger a palos se han de vencer» (p. 724). Resulta chocante y violento leer algunos de estos proverbios y sus reseñas, pues representan unos valores que han de ser eliminados (no debemos olvidar que siguen más presentes de lo que creemos), más ahí reside su utilidad: en darnos cuenta de la gravedad de esos asertos y de lo arraigados que todavía siguen en nosotros.

La manera que tiene Juan de Mal Lara de argumentar y defender este conjunto de estudios filosóficos y sociológicos viene determinada por citas e ideas de los clásicos grecolatinos (Plutarco, Séneca, Aristóteles, etc.). No establece, así, ninguna discontinuidad entre lo popular -los refranes y la vida del vulgo- y lo cultural/noble -la filosofía que los comenta- ; al contrario, realiza una síntesis sin precedentes de ambos estratos, tan separados hasta ese momento en la cultura de nuestro país. Un mérito que hay que reconocerle y que representa el aspecto más moderno de la obra, pues marca el camino para la novela (Cervantes), el ensayo/aforismo (Gracián), el teatro (Lope y Tirso) y la poesía (Quevedo, Góngora y Lope) del siglo siguiente en España.

Si atendemos al maravilloso estudio previo del mismo autor, veremos que esa fusión está implícita en la definición de refrán que él mismo suscribe:

Y según dize Aristóteles, parescen los proverbios o refranes ciertas reliquias de la antigua philosophía que se perdió por las diversas muertes de los hombres / (…) El refrán es sciencia averiguada en proposiciones y dichos verdaderos o provables, que será muy provechosa para muchas cosas. Lo primero, para aprender, según tenemos dicho, grandes partes de buena philosophía, por tener sus principios sabidos. Y assimismo para persuadir a los hombre que abracen la virtud, que huyan del vicio, que se templen, que no sean avarientos, no mentirosos, no jactanciosos, no sobervios; que tengan aviso y discreción, cordura y buena crianza, gracia y donaire, facilidad y mansedumbre, paciencia y esfuerzo, liberalidad y magnificencia, que en todo sean más entendidos que los otros, más bien hablados. A su tiempo, tenga unos dichos con que recree y alivie la pesadumbre del continuo razonamiento, interponiendo algunos refranes a su tiempo, a propósito, según vemos que hazen los filósofos, los oradores, los predicadores discretos, los poetas y todos los que escriben (pp. 259 y 280).

Las palabras del humanista Juan de Mal Lara nos retrotraen, así, al comienzo de esta reseña, donde hablábamos de la sutil filosofía española, muchas veces escondida entre formas artísticas extrañas a la forma canónica de la disciplina. En este grandilocuente texto (donde se recogen casi 1000 refranes y sus correspondientes glosas) la descubrimos luminosa en la fructífera combinación de los pensadores clásicos y las palabras del vulgo, entre las costumbres populares – y su moral- y los valores racionales que las justifican o censuran. Y lo disfrutamos.

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«La Philosophía vulgar»

Juan de Mal Lara

Cátedra, 2013

1512 pp. , 25 €

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