Entrevista a Eloy Moreno por "Lo que encontré bajo el sofá"
A finales de 2008, Eloy Moreno decidió imprimir él mismo la novela que acababa de escribir, El bolígrafo de gel verde, y venderla por su cuenta. Poco a poco consiguió visibilidad en varias librerías de Castellón, su ciudad natal, y se fue convirtiendo en un fenómeno en internet, con lectores entregados a su causa y excelentes críticas. Un libro autoeditado estaba revolucionando las redes. Dos años después el autor se consagra con su segunda novela, Lo que encontré bajo el sofá, una original propuesta que retrata, con sus luces y sus sombras, la vida de una docena de personas en la actualidad de nuestro país.
Lo que encontré bajo el sofá. Eloy Moreno. Editorial Espasa, 2013. 320 páginas. 19,90 €
¿Qué ocurre al mover un sofá? ¿Y al mover una vida? Quizás en ambos casos encuentres algo parecido: objetos –o personas- que ya habías olvidado, un calcetín que se quedó sin pareja o una pareja que se quedó a la espera, esquirlas de otra vida… O uno de esos secretos que creías enterrado para siempre y que te obliga a pronunciar la frase que lo cambia todo: «tenemos que hablar.» Esta es la novela de una generación indignada.
P.- ¿Qué se suele encontrar más bajo un sofá: la basura que no queremos recoger, los secretos ajenos o las cosas sin importancia que no nos cuesta olvidar?
Creo que los secretos, pero más que los ajenos los propios, incluso hay veces que preferimos no mirar, que no queremos verlos. El problema surge cuando todo aquello que nos callamos es tanto, que ya no cabe más… y entonces explota.
P.- A través de historias humanas salta la crítica a los políticos corruptos, al sistema sanitario, a las actuales medidas laborales… ¿Te has dejado algo en el tintero para otra novela?
He pretendido hacer una radiografía de la sociedad, pero sin ser partidista. He repartido para todos lados por igual, para los de fuera y para nosotros mismos. La dualidad de la doble moral es practicada por casi todos: desde el taller que cobra en negro hasta la señora que se va a urgencias para no hacer cola en el ambulatorio, o el médico que desvía a los enfermos a su clínica privada. Cuando decidí que la historia transcurriese en Toledo, me sorprendió el hecho de que durante años desapareciesen calles en la ciudad: señores particulares que se ponen de acuerdo para correr los muros de sus fincas para ocupar más terreno, y así hasta sesenta y cinco calles afectadas. Toledo me daba el perfil perfecto para el lugar donde recrear mis historias que vienen a veces del pasado para desarrollarse en el presente.
P.- ¿Cuánto hay de realidad en esta novela?
Sí que hay historias personales que me han tocado de cerca, algunas de ellas muy cercanas también a mucha otra gente. Las infidelidades por ejemplo no son exclusivas. También me acerqué a hablar con varios psicólogos para documentarme sobre la psicología de un niño o de una persona reservada. Una cosa muy curiosa que me comentaron es que actualmente algunos de ellos van colegios para explicar a los chavales que las relaciones no tienen por qué ser para siempre: están detectándose muchos casos de fracaso escolar en chicos que ha sufrido una ruptura; se enamoran tanto que cuando acaba la historia dejan de estudiar. Algo realmente impactante.
P.- ¿Es hora de afrontar ciertos temas de manera radical, políticamente incorrecta?
En esta novela hay muchas cosas que podrían considerarse políticamente incorrectas: cómo solucionas el acoso escolar que hacen a tu hija, quizás dándole una hostia a la otra niña… Uno de los personajes comenta que la crisis política se solucionará cuando maten a un político y entonces se den cuenta que no se trata de un grupo intocable… Temas políticamente incorrectos de cara a la actual opinión pública. Es más de los colegios normalmente termina yéndose el agredido, no el agresor.
P.- Demasiados gusanos para tan poca manzana… La individualidad por encima de la colectividad… ¿Somos egoístas por naturaleza o la sociedad nos ha cincelado así?
Aunque sea un mensaje que pueda transmitir mi novela, tampoco creo que seamos tan individualistas. Creo que todos tenemos momentos en que nos volcamos en apoyar o ayudar a los demás. Precisamente en momentos de crisis es cuando la fraternidad surge más espontánea. Y si esto no la desarrollamos ahora, entonces ¿cuándo? ¿tenemos que esperar a que llegue una crisis aún peor?
P.- Nuestros padres no nos enseñaron a ser corruptos, ni a drogarnos, ni a jugar con los demás, ni a maltratar… ¿en qué momento se produjo el deterioro social y personal del individuo?
Es cierto que no nos enseñaron eso, pero quizás ha habido un salto en la forma de ver la vida, de intentar conseguir las cosas de la manera más fácil, o incluso de escapar… En la novela aparece un alumno al que su profesor consulta sobre qué quiere ser de mayor, y éste contesta que político pues su tío que lo es, siempre se jacta cuando llega a casa de que no hace nada y cobra un montón de sueldos… Hasta que punto está llegando el deterioro de determinadas instituciones. El poder puede llegar a corromper, aunque finalmente depende del nivel de moral que cada persona tenga. Aún así, creo que todos podemos ser corruptos, sin tener en cuenta la cantidad robada sino el hecho.
P.- Pero también hay lugar para la ilusión y la esperanza… la paternidad estrenada, el amor… ¿Se termina equilibrando la balanza?
Sí. Hay mentiras o errores que no se pueden evitar sobre todo cuando se habla de amor: uno de los personajes está siendo infiel a su pareja, pero no puede evitarlo pues realmente se ha enamorado de la otra persona. Y en esos casos es cuestión de reconocer la situación y enfrentarla.
P.- Personajes muy cercanos a la realidad, al sentimiento de frustración y también de rabia. ¿Es la mejor manera de empatizar con el lector?
Quizás soy muy visceral. Ya me pasó con mi anterior novela. Es como coger el tejado de cada casa, levantarlo y ver qué pasa en cada uno de esos hogares, realidades que se quedan dentro pero que son comunes a muchas personas. Me gusta diseccionar y plantear situaciones y preguntas. El otro día un amigo hizo una definición de mi escritura que me encantó: té escribes como cuando los grupos heavys hicieron baladas, dices cosas muy fuertes con palabras bonitas.
P.- ¿Echarás de menos la promoción librería a librería ahora que juegas en las grandes ligas?
Creo que cada cosa tiene su momento. Ahora eso que hice sería impensable. Lo he sustituido por mi presencia en las redes sociales: el contacto con los lectores lo tengo en estos momentos por internet.
P.- ¿Es esta segunda novela la prueba palpable de que la flauta no sonó por casualidad?
Supongo que sí. Todos los lectores que ya la han leído me han comentado que les ha gustado más que la anterior. En ese sentido estoy un poco tranquilo pues creo que la cosa va bien.
P.- ¿Referencias literarias que hayan sido decisivas en tu escritura?
Aunque mi escritura es totalmente realista a mí lo que me gusta mucho leer es ciencia ficción. De este género saco muy claramente la moralidad de las personas y cómo funcionan las relaciones humanas. Puede parecer un poco raro, pero es así. Y dentro de los maestros de la ciencia ficción, me quedo con Asimov. Fuera de ella, me encantan los mundos creados por Juan José Millás.
Por Benito Garrido.
Es imposible que no sea mejor que la primera. En todo caso, no perderé el tiempo en comprobarlo.
Solo he leído 40 páginas y me está encantando.
Gracias y enhorabuena.