Del color de la leche
Por Esther Ginés
Del color de la leche. Nell Leyshon. Sexto Piso, 2013. Traducción de Mariano Peyrou y prólogo de Valeria Luiselli. 174 pp.
Una de las novedades editoriales de este otoño es Del color de la leche, una novela breve y narrada con un enfoque original, que se lee casi del tirón y deja poso. Una de esas joyas con las que nos sorprenden editoriales tan notables como Sexto Piso. Del color de la leche nos traslada al año 1830, a una zona rural de la campiña inglesa. Mary, la protagonista de esta historia, es una joven granjera, analfabeta y acostumbrada a trabajar duro en la hacienda familiar. Mary apenas tiene quince años, pero es astuta y está dotada de una sinceridad desgarradora. Su pelo es del color de la leche y su voz atrapa desde la primera página del relato. En su afán por contar la historia que ha vivido –ya desde las primeras líneas queda patente que es algo que la ha marcado de manera profunda–, Mary lucha contra su ignorancia y aprende a leer y a escribir:
Quiero contarte lo que ha pasado pero tengo que tener cuidado de no apresurarme como hacen las vaquillas en la entrada, porque entonces iré por delante de mí misma y puedo tropezarme y caerme y de todas maneras tú querrás que empiece por donde se debe empezar. Y eso es por el principio.
Como una confesión acelerada, llena de urgencia pero no por ello exenta de detalles, Mary escribe con esfuerzo cada capítulo de una historia que comienza en la primavera de 1830, una madrugada en la que se levanta para ordeñar a la vaca, inaugurando una dura jornada laboral en la que cada uno de los pasos de Mary y del resto de sus hermanas son supervisados por el severo padre, un hombre que maldice su suerte por no haber podido tener hijos varones. Los personajes de la familia quedan retratados a la perfección. Cada una de las hermanas, con su difícil carácter, la madre, apenas una sombra al lado del progenitor, y el abuelo, el único miembro de la familia por el que Mary parece sentir un verdadero afecto. Un día, el padre decide que Mary vaya a trabajar temporalmente a la casa del vicario para cuidar a la mujer de este; se ve obligada a dejar la granja familiar y a asumir un nuevo destino que ella no ha elegido. Asistimos a sus frases sin apenas comas, sin mayúsculas, asistimos a una escritura dolorosa pero que no puede ser aplazada (“este es mi libro y lo he estado escribiendo con mi propia mano. He deletreado todas sus palabras. He escrito todas sus letras”), y al triunfo de un testimonio lleno de fuerza y sinceridad.
La palabra escrita, fuente de oscuridad en la granja, se presenta ante Mary como un aliado lleno de luminosidad para dar testimonio de una vida que jamás le ha permitido elegir.
Del color de la leche es una bella historia sobre tiempos oscuros, no tan alejados de nosotros como nos gustaría creer. Tiempos en los que había dominantes y dominados, y en los cuales la mujer de poco servía si no era para traer hijos al mundo. Un texto sobre el poder de la palabra para luchar contra las tinieblas que nos rodean.