“El posmodernismo ¡vaya timo!”: una interesante -y a veces radical- opción para reflexionar
Por: Cristóbal Vergara Muñoz.
Nos encontramos con un libro que no sólo es un ensayo sobre un tema concreto, sino que además, y desde el inicio, da a conocer perfectamente la postura del autor sobre éste. Dentro de la colección “Vaya timo” de la editorial Laetoli tenemos este especialísimo volumen escrito por el joven profesor Gabriel Andrade, que hace una defensa de la visión moderna de la filosofía, al igual que de los aspectos positivos que a lo largo de la historia ha aportado a la humanidad la civilización occidental. El libro es pues una vindicación de la modernidad frente a críticas posmodernas, presentadas por su autor Andrade en muchas ocasiones como absurdos o sinsentidos.
La crítica a la posmodernidad está dividida tanto en autores como en comentarios a corrientes posmodernas y actitudes mantenidas por defensores del posmodernismo. La argumentación del libro realmente oscila entre un inicial planteamiento sobre qué es la posmodernidad y uno posterior en el que se expone de qué manera la definiríamos. Hecho esto observamos sus múltiples variantes y su desarrollo tanto en filosofía como en otras disciplinas. Siguiendo esta línea argumental pasamos entonces a destacar los rasgos generales y que suelen tener en común los autores posmodernos y sus posturas y el tipo de argumentos defendidos por éstos. Andrade analiza posturas relativistas, anticientificistas, antiilustradas, antimodernas, antioccidentales y también autores clásicos del pensamiento posmoderno como Foucault o Nietzsche.
Cuando nos ponemos a leer con detenimiento esta obra es profundamente digna de reflexión hasta un punto preocupante. Nos hace plantearnos: ¿somos posmodernos? ¿Nuestra manera de pensar es posmoderna? ¿Y nuestra manera de vivir, también lo es? Según las indicaciones que da Andrade acerca de la posmodernidad, efectivamente en muchos aspectos seguramente lo seamos y además ello conlleva un serio problema para el propio empoderamiento de nuestra vida y el ejercicio de nuestra libertad.
Una de los problemas que presenta el libro, por el cual muchas veces creo que también podemos cuestionarlo, es sin duda la insistencia – en ocasiones – en el menosprecio (a veces educado y disfrazado, pero sin duda acaba exponiendo serias dudas…) de varios autores canónicos para la posmodernidad y para la filosofía del S. XX. El repetido escepticismo ante por ejemplo Derrida (a quien acusa de absoluta ininteligibilidad), Claude Lévi Strauss (al que acusa de erróneas conclusiones) o Michel Foucault (al que acusa de tener una clara obsesión conspiratoria) llega a un punto de rozar lo altivo y prepotente y si tenemos ante alguno de los autores acusados un poco de respeto se hace hasta molesto. Quizás el libro peca de esa manera tan “moderna” que tiene la época de las luces de tratar de separar tajantemente lo que absolutamente es cierto de lo que está equivocado. Andrade pues peca de orgullo al igualar su pensamiento al de grandes clásicos.
Sin embargo, no podemos olvidar que se trata de un texto divulgativo y con carácter general para todos los públicos y de muy recomendable lectura para todo el mundo que sin duda haya intentado leer a autores posmodernos y haya acabado profundamente confuso tras tanta oscuridad y extraños requiebros existenciales. Por otro lado positivo hay que destacar que la claridad y distinción de la modernidad son también un sello que califica perfectamente a este libro y sin duda alguna tiene sentencias y defensas de cuestiones sobre las que deberíamos tener bastante poca duda. Por ejemplificar meramente, la apología del legado occidental como defensor y propagador de la racionalidad (entiéndase sobre todo centrado en lo científico) y como garante de bienestar y felicidad para gran parte de la humanidad. Y por poner otro caso: la defensa del Derecho y las victorias de la mujer en materia de libertad e igualdad. También se nos hace obvio que exista una preferencia del capitalismo moderno al sistema feudal. Occidente pues ha llevado la racionalidad a muchos ámbitos de la vida a lo largo de la historia en los que no reinaba y eso ha generado oportunidad e igualdad entre los seres humanos.
El ataque del autor a las posturas “románticas” defensoras de sistemas tradicionales que generan infelicidad y desigualdad es muy evidente e igualmente acertado. Muchas veces los autores posmodernos se centran en resaltar lo “malo” que encontramos en occidente, su sistema y su forma de vida sin separar el ámbito racional occidental del legado propiamente histórico de esta civilización, con lo que vemos que los posmodernos rápidamente se convierten en “rebeldes” contra el sistema. Muy adecuadamente el libro analiza que esto, únicamente, es una pura pose posmoderna y que en este colectivo las contradicciones son abundantes y graves. En numerosas ocasiones los defensores de la posmodernidad acaban luchando por ideales que fomentan la injusticia y las desigualdades más que ningún otro colectivo desde el advenimiento de la modernidad y, sin quererlo, comparten posturas terribles junto a toda clase de pensadores “premodernos”.
La posmodernidad acaba siendo nada más y nada menos -según la ilustración de Andrade- una traición al espíritu moderno y por tanto a la mentalidad occidental y, lo que es más grave aún, a la lucha por un mundo más justo y equitativo. Es decir, una inmensa puñalada al concepto de “verdad” con mayúsculas. En conclusión, he de argumentar que este libro es una genial guía para introducirse de manera muy cabal en qué pretenden y qué dicen de manera general los oscuros y extraños autores posmodernos. Sin embargo y como crítica final al libro he de decir que quizás no tiene en cuenta que en la vida y por tanto también dentro del ámbito del pensamiento las perspectivas son muy amplias y dispares y que no podemos conocer todo lo que “es”, pues ya decía un gran autor que en la filosofía los grandes sistemas acaban donde acaba la inteligencia de un pensador y que indudablemente la realidad es mucho más compleja.
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«El posmodernismo ¡vaya timo!«
Gabriel Andrade
Editorial Laetoli, 2013
296 pp., 19 €
Si el libro efectivamnente tatra de lo que explica este comentario, claramente su autor no entiende nada del posmodernismo.
En el campo del saber y la especulación filosófica, el posmodernismo es un conocimiento «válido» como cualquier otro. Pero, lo que se denuncia en este texto, y afines (como hace Mario Bunge), es la intromisión posmoderna con su relativismo en el campo de las ciencias, y es que guste o no, por las características de esta, se le confiere una confianza que no admite los devenir es y riesgos que implica el pensamiento posmoderno.
Muy importante que se recuperen para Latinoamérica pensamientos como el de Mario Bunge. En los últimos años, los sociólogos y filósofos latinoamericanos en su afán por crear el tan ansiado «pensamiento latinoamericano» se han dejado llevar por estos cuentos posmodernos europeos y les han servido para formar y crecer su prestigio en las universidades de la región. Qué difícil es trabajar y publicar si no se está de acuerdo con las sandeces posmodernas. Qué rápido se escala en las universidades si se escribe y habla enredado y se critica todo sin proponer nada. Qué culto les suena el que a pesar de estar usando un computador portátil y lleva a sus hijos a la sala de emergencia cuando están enfermos, reniega de la ciencia y su método. Bien por Andrade que tiene la valentía de enfrentarse a esta moda que aunque dice negar que haya verdades, acalla a los que los acusen de relativistas en una clara muestra de que cree poseer la verdad. Y eso que falta que se hable y escriba sobre la estupidez de la tal «colonialidad»… la version latina de los posmodernos que proponen sin vergüenza que se iguale la chamanería con la medicina… el espiritismo con la ciencia.