Interiores, Esmeralda Berbel
INTRODUCCIÓN
Quien puede saber las razones por las que se escribe un libro. Son tantas, tan repletas de matices y de giros, que todo posible argumento anula a otro que tal vez late con más fuerza. Sí puedo decir que mi deseo de escuchar fue el motor. De saber por qué hoy toco yo los límites y otro día eres tú quien los rebasa. De saber por qué unos sí y otros no. Sabiendo, a la vez, que nadie tiene certezas. Y que toda justificación podría volverse literaria.
He estado escuchando a estos hombres y mujeres durante diez o doce horas, en un café, en mi casa, en la suya, paseando. He registrado, a mano, todo cuanto ellos han deseado contar. No hice ninguna selección previa, no escogí los temas, tampoco preparé las preguntas, las tuve solo para arrancar el discurso o cuando el relato se perdía o ellos necesitaban mi intervención para poder continuar. Los primeros encuentros surgieron casi al azar, yo ya había escuchado partes de la historia de Pablo, de Lo, de Candela, antes de pedirles que me contaran de un tirón y como un monólogo de dónde nacía todo, o de qué partes, de que me contaran esas zonas más difíciles, más íntimas de su vida. Su forma de hablar, de contar, de callar y de mirar fue lo que me fascinó. El lenguaje oral, sin tramas, sin giros ni trucos de ficción, esa caligrafía tan difícil de acertar en la ficción la sentía ahí tan pura, tan a mi alcance, que quise grabarla, anotarla, no olvidarla jamás,
conocer su verdad y su fuerza. Cada una de las personas que he entrevistado tienen algo en común, son fuertes, están llenas de esperanza, buscan, creen, se preguntan dónde empezó todo y cómo fueron resolviendo sus conflictos, se preguntan si su vida es importante, si a mí me va a interesar. Anna Caballé resalta y señala la necesidad de la presencia del Otro, la necesidad de ser mirados, escuchados y amados. Y es tan cierto… dejar de ser mirado por el padre o la madre nos convierte en invisibles, en cuanto esa mirada ha dejado de estar en cada uno de ellos o ellas, algo se tuerce, algo empieza a ir mal, se tocan con facilidad los márgenes, y la atención se vuelve hacia cualquier situación límite. ¿Hasta cuándo? Hasta que «ya no se puede más, chica», dice Manuel.
En cada uno de ellos he reconocido una parte de mí, como dice la cita de Kapúscinski, y en menor o mayor medida he sentido esa búsqueda, esa desazón, ese deseo de huir y de quedarme, ¿dónde?, en la mirada, en la voz, en la escucha.
Escuchar, escucharlos ha sido un regalo.
Desde muy niña he necesitado a la literatura para salir de la realidad que era mi barrio, un país alejado del resto, dividido por un río sucio que delimitaba a los de aquí y a los de allá. Con los libros viajaba más rápido y sin permiso a cualquier parte que cruzara los bloques densos y azules de la periferia. Cada cuento escrito era un vagón de tren y en él podía hablar con los seres más disímiles. Y la vida tal cual, sin ficción, la iba registrando en mis diarios, en las cartas, en algún poema. Ambos géneros se mezclaban sin ninguna necesidad ni voz que me instigara a dividir nada. Y años más tarde aún era la vida tal cual la que me atraía con una fuerza que no me dejaba en paz. Era el escuchar a los otros. Su vida, sus cosas, sus detalles, su mundo.
Creo que es por eso que he escrito este libro.
ESMERALDA BERBEL
En los jardines, con Pablo
Todos mis pensamientos están en tierra de nadie. Sí, que están por ahí, como un gas.
A mí me hubiera gustado mucho estudiar… Ahora me interesan muchas cosas, pero ahora estoy roto. Aunque hay una parte de mí que quiere cosas nuevas. Me gustaría… cómo escoger unas palabras para decirte… Cuando tengo fe se me pasa el miedo y no se me aparecen los otros Pablos. Cuando tengo fe pienso que en una semana acabo con esto y… Estoy demasiado en mí. Desde que me levanto hasta que me voy a dormir estoy totalmente dependiente de mí, y mi relación conmigo mismo es fatal. Muto. Muto según lo que venga. No cambio. Muto. Me gustaría estar tranquilo. A gusto. Necesito parar. Estoy esperando que el mundo de afuera me haga parar y eso hace 42 años que lo espero. Sí. Ahora me doy cuenta de que no es el mundo de afuera.
Quería disfrutar de ese dinero que me cayó como del cielo, y me creé una ficción conmigo mismo. Pues la del dandi decadente. Buscaba en la oscuridad. Ella se dejaba golpear con látigos, palos, de todo. Tenía en los labios vaginales dos aros y allí le colocaban unas pesas pequeñas y unas pinzas metálicas con cadenas, y ella lo aguantaba todo. Yo estaba en catarsis, estaba totalmente ido. El rol puede cambiar, ¿ves? En la vida no es fácil cambiar los roles porque no son acuerdos. Esto es un juego, yo puedo cambiar el rol, ser el que recibe.
Estoy pidiendo a gritos un cambio, ¿no crees? Lo del pasado no funciona ya. ¿Crees que estoy a tiempo? Ahora es un buen momento para ponerse las pilas. En vez de gastar dinero en cosas de ansioso podría hacer caja y meterme en terapia, dejar el tabaco, ir al gimnasio, no pesas, ¿eh? Tener una disciplina.
Creo que nunca he hecho nada por mí.
Vallcarca, 10 de la mañana
Interior
7 de abril del 2003
Esmeralda Berbel (Badalona, 1961) es escritora y profesora de Escritura Creativa. Estudió Filología Hispánica en la Universidad de Barcelona. Ha escrito diversos libros de testimonios, como Trátame bien, De qué hablamos las mujeres cuando hablamos de lo que nos importa, Lo que piensan las adolescentes , el libro de relatos El hombre que pagaba noches enteras, Alismas y el poemario Calma corazón, calma .
Como editora y autora ha publicado el libro de diarios 27 de sep. Un día en la vida de las mujeres y el libro epistolar No se lo cuentes a nadie. Su labor literaria ha merecido diversos premios, entre ellos el de Femenino-Lumen, Montserrat Roig, Ana María Matute o Cuentos breves del Sur.