“Not Cool” de Tim Easton. Aquel viejo y maravilloso sonido
Por Kepa Arbizu.
Aunque muchas veces se suele ver al músico como un individuo separado del mundo, al margen de cualquier influencia que llegue del exterior, no siempre es así, y en muchas ocasiones cambios puntuales o ciertas situaciones tienen una relevancia capital en su obra. Un buen ejemplo de esto es “Not Cool”, el nuevo disco de Tim Easton, marcado definitivamente por su traslado a Nashville y el influjo que ha tenido en él un lugar que supura historia por todos sus costados.
La carrera del intérprete es una montaña rusa a pequeña escala y de matices. Su estilo es evidente que se encuentra entre las raíces norteamericanas, pero la forma de acercarse a ellas ha ido fluctuando. Desde unos inicios en que lo hizo de una manera más contundente y rockera, fue evolucionando hacia un sonido más desnudo-acústico para, de nuevo, ir regresando hacia sus primeros pasos. Algo que le ha llevado hasta este trabajo, una vuelta hacia los orígenes, no solo a los suyos propios sino principalmente a los del sonido americano.
Así que Tim Easton se vuelve a rodear de Robin Eaton y Brad Jones, ambos producen y colaboran tocando algunos instrumentos; se deja imbuir por el espíritu de Nashville, incluso “recluta” a algunos músicos que descubre en la zona como JD Simo; de las grabaciones de Sun Records, y da un salto hacia atrás en el tiempo, colocándose junto a las influencias del sonido primigenio del rock and roll y sabiéndolas trasladar hasta su habitual estilo elegante.
Y es que si se trata de “rescatar” el sonido de las décadas 50 y 60 principalmente, hay algunos nombres, que abarcan desde Buddy Holly a Chuck Berry, que es obligatorio que hagan acto de presencia, algo que sucede de manera palpable en canciones como “Troubled Times”. En otro tipo de tesituras, más cercanas al sonido surf, se mueven temas como “Lickety Split”, con su ración de coros “poperos”, o “Crazy Motherfucker From Shelby, Ohio”, más rudo en su sonido y por lo tanto más cercano a Link Wray.
Una buena parte del disco estará compuesto por una serie de canciones que se alimentan de diferentes géneros y que aparecen interpretados desde una forma más “mestiza”. Entre ellas hay que nombrar el rhythm and blues que ejecuta en “Don’t Lie” o “Little Doggie (1962)”, en las que sobresale una guitarra con claro regusto clásico pero de una robusta presencia. Hacia un ambiente más rock and roll y garagero se dirige la arrebatada “Tired and Hungry”, en la que se destapa de manera obvia el deje “dylaniano” que tiene la voz de Easton.
Siguiendo en esa misma idea de amalgamar sonidos, también hay un recorrido por otros más campestres-rurales, que ya sea por medio de la slide guitar de “Four Queens” o el polvoriento “Gallitin Pike Blues” (nuevamente la figura del autor de “Blowin’ in the Wind” presente), se asoman al country-blues. Las dos canciones que cierran el disco se alejan parcialmente del común denominador del resto del álbum, así la homónima será una balada con una mayor instrumentación y menos rugosa, mientras que “Knock Out Roses (For Levon)”, es un bello homenaje a Levon Helm a ritmo, instrumental, de folk irlandés.
En Tim Easton, observando su carrera hasta el momento, es obvio que se dan cita todo tipo de influencias clásicas del rock, su sonido siempre ha dejado traslucir esa situación. Con este nuevo trabajo ha querido mostrarlas en su forma más pura, y lo ha hecho de manera perfecta y siempre bajo su propio prisma, manteniendo el equilibrio con un pie en el pasado y otro en el presente.
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