El Tornillo de Klaus: El futuro del cine español (II)
Por Miguel Ángel Martín Maestro.
Rodando por festivales, promocionando su excepcional último corto, Caída Libre, Alicia, Carlos, Miguel y Pablo forman las piezas de este Tornillo, las cuatro patas del “Cabezahueca” que preside el logo de sus creaciones, y pareciendo versátiles y multifuncionales entiendo que, detrás de un proyecto en común supongo que cada uno tiene unas funciones definidas en el grupo ¿es así o todos hacéis de todo?
En el Tornillo no existe una jerarquía ni necesariamente tomamos siempre las decisiones por consenso. Se trata de un manicomio gobernado por los mismos pacientes. Nos comunicamos por e-mail o tratamos de tener una reunión al mes por Skype, ya que físicamente es imposible la asistencia de todos. El resto del tiempo cada uno hace lo que le da la gana, es decir, lo que mejor se le da.
Dicho esto, milagrosamente, las cosas van saliendo bien. Cada uno con sus propias destrezas e intereses complementa a los demás. Nos lo recordamos continuamente, especialmente cuando estamos de broncas: un caballo cojo sólo puede aspirar a una bala en la cabeza.
– ¿De dónde surge el nombre “El tornillo de Klaus? Os confieso que he buscado en internet pensando que sería algún concepto científico, algún invento científico, pero todas las referencias y enlaces dirigen a vosotros, que no es mala cosa. ¿Y porqué un caballo como logo?
Werner Herzog llamó “el tornillo de Klaus” a la manera que tenía Klaus Kinski de enroscarse alrededor de la cámara y entrar de forma desconcertante en el plano. Se forma así una relación especial entre el actor y la cámara, entre Kinski y Herzog, un baile de opuestos, porque Herzog y Kinski se odiaban y asimismo dependían el uno del otro. Sus películas son la celebración de esa relación destructiva, de esa ira, entre la amistad y el odio.
En cuanto a Caballo, la historia se remonta a varios años atrás. Alicia, recién licenciada en Comunicación Audiovisual, trabajaba de recepcionista en una empresa de logística, en donde además le imparten una formación especial ante la posibilidad de recibir paquetes bomba. Resulta que la empresa, como luego averiguaría, abastecía ocasionalmente de armas a otros países. En vísperas de la navidad, los empleados fueron invitados a tomarse un dulce y escoger un artículo de broma entre los que había dispuesto en una mesa. Así fue como Alicia encontró a Caballo. Y sería en otro currele similar (donde uno encuentra tiempo para leer revistas del corazón, sacarse una carrera o ser un delincuente inquieto), subida a la azotea con el guardia de seguridad, que también accedió a colocarse la máscara de Caballo para que ella le tomase fotos, donde surgió la imagen de nuestro grupo… Irónicamente, con un guardián fascista en el horizonte desordenado de una gran ciudad, en una azotea que daba no muy lejos del edificio Warner, donde también habían rechazado su currículum con una respuesta amable, hueca y automatizada.
Caballo no es una forma de escapismo sino de rebelión, un símbolo de creación. Te pueden cerrar todas las puertas del mundo y entonces uno se defiende creando su propia puerta y su propia llave. La impotencia da lugar a la rabia y, en este caso, la rabia dio lugar al arte. La mediocridad no puede disculparse por la falta de medios u oportunidades. Ese es el recordatorio, que destella dentro de los ojos de quien habite la máscara de Caballo. Siempre hay una forma de seguir operando sin rendirse. No se dejaron de hacer obras artísticas ni aun cuando las bombas de la guerra llovían en las calles. Es parte de nuestra condición humana. Nuestra forma de pelearnos contra una tentativa conformista.
– En 2009 rodáis vuestro primer corto, La agradable velada del Cabezahueca y ahora estáis en plena fase de presentación de vuestra última obra, Caída libre, las diferencias de estilo, de forma, de narración entre uno y otro son notables, ¿es la madurez que se acerca o este último corto está más próximo a vuestra idea de cine?
En Caída Libre nos encontramos con una especie de álbum fotográfico sobre la inercia y el consumismo. En el Cabezahueca se buscaba el frenetismo del delirio juvenil y su necesidad de no anclarse a nada, el latido histriónico de la cocaína y una cercanía con los acontecimientos de violencia que se daban en el exterior, en una España que da los primeros síntomas de una crisis económica que todos se empeñan en no ver. Aquí la cámara en mano, el zoom, el desenfoque y el montaje entre el documental y el videoclip fueron nuestros mayores aliados. Nuestra forma de narrar está al servicio de la historia. Y esa es la única forma de poder explicar esa «evolución», por llamarlo de algún modo. La curiosidad y la necesidad de expresar cosas (llámese historias o emociones) son el motor de esos cambios. Estamos aprendiendo pero no maduramos. Seguimos siendo esos niños con sueños imposibles, seguimos quemándonos los dedos por meterlos en el enchufe.
– Empezando con Poema, siguiendo con Sólo pienso en ti y culminando con Caída libre presentáis una imagen del amor no sólo como algo que acaba, sino que arrasa con el propio individuo, es una alienación completa y destructiva, no aparentáis ser un grupo de misántropos pero ofrecéis una imagen de descreídos y de vuelta de todo, ¿tan mal os ha tratado la vida o es que resulta más atractivo rodar el desamor que el amor?
Como bien dices, hablamos de desamor, pero no sería esta nuestra esencia. El Tornillo de Klaus es un proyecto pasional, en donde muchas de nuestras inquietudes temáticas podrían acogerse perfectamente bajo el mismo paraguas: el desencanto: desencanto hacia los circuitos artísticos mercenarios, desencanto hacia las verdades religiosas o morales que dimos por supuestas, desencanto hacia la pasividad de una sociedad que permite ser utilizada por unos cuantos ladrones, y desencanto, en efecto, hacia lo que nos han enseñado a llamar «amor» pero que viene a ser una forma mezquina, posesiva y alienante de relacionarse, donde son ignoradas las múltiples realidades de nuestra personalidad.
Las tres obras que citas han sido escritas por Miguel, una persona que vive en su propio carrusel sentimental. Para Caída Libre, su hermano Pablo, encargado de la dirección, le pidió un guión sobre una serie de personas haciendo cola a la entrada de un cine, y Miguel, recientemente divorciado, se volcó en una historia prácticamente autobiográfica donde protesta contra las deficiencias elementales de la pareja tradicional.
En cuanto a la otra parte de tu pregunta, no somos misántropos propiamente dicho, ni elitistas, pero también somos conscientes de que el gran público no es el nuestro, y lo que fácilmente es digerible por cualquiera no puede ir más allá de ser una simple papilla. La ventaja esencial de ser una plataforma underground es que no tienes miedo de expresarte como eres. Nuestra manera de hablar del desencanto, es otra forma de manifestar nuestra nostalgia por ese tiempo en el que creíamos en tantas cosas. Es el anhelo del Paraíso perdido. Y sabemos que en un mundo tan imperfecto, los perdedores son la gente que no comulga con unas reglas de juego tan injustas y que buscan más allá de su propio éxito. Por eso nuestro ideario de grupo no se queda solamente en el gusto por historias de desamor. El mejor reflejo de ello está al comienzo de Poema: «Son magníficos los hombres que se rebelan inútilmente y van a romperse la cabeza contra el mismo muro.» Es un mensaje de consuelo, de comprensión, un abrazo que le mandamos a todos esos hermosos perdedores con los que nos identificamos.
– En Caída libre lo primero que me impacta es la imagen, ¿cuándo surge la idea de hacer una película en fotografías? ¿lo teníais claro al iniciar el rodaje o surgió sobre la marcha?
Era una parte fundamental del punto de partida. Caída Libre habla principalmente sobre el estancamiento de las parejas y para ello quisimos recrear esa sensación de inmovilidad, de congelación del tiempo, porque así es como vemos algunos modelos de relación donde prima la falsa dependencia. La fantasía es lo único que “mueve” a estos seres que carecen de voluntad para tomar el control de sus propias vidas, un principio para cambiar las cosas. Por otro lado, están las fotografías robadas, documentos que componen un retrato de una Madrid navideña y desolada.
¿Porque habéis rodado película y habéis extraído las fotografías de la misma o directamente habéis fotografiado a los actores y el entorno?
Todo fue fotografiado y posteriormente retocado digitalmente para remarcar los neones de la gran ciudad. Fotografiamos a los actores, con las luces del mismo entorno y ópticas no especialmente luminosas, en una tarde invernal, que se hizo muy larga. Los intérpretes y figurantes, obligados a mantener la misma postura, las pasaban canutas y los trabajadores de los recientemente clausurados cines Roxy B, constantemente, les invitaban a entrar al vestíbulo donde tenían puesta la calefacción. Toca agradecer la paciencia y profesionalidad de los que participaron.
-Después de ver vuestro corto en dos ocasiones se me han venido a la mente dos referencias, muy alejadas de vuestra historia y de vuestra imagen, pero con las que encuentro referencias, la primera las fotonovelas que se vendían en los kioscos en los 70 y primeros 80, de nula calidad fotográfica y literaria, con la que os emparenta la forma en que habeis presentado la historia mediante una sucesión de fotografías dinámicas, y la segunda el Wonderland de Winterbottom, en ésta la imagen se aceleraba en la noche londinense y en la vuestra Madrid pasa lentamente pero con la misma sensación de devastación de los personajes, el mismo entorno de alcohol y noche, de luces que dejan su estela en el aire
Más que fotonovelas, desde niños fuimos asiduos a los cómics. Estos estaban cargados de un alto contenido erótico y violento que nuestros padres nos prohibían y eso los hacía doblemente excitantes. Recordamos aquella secuencia mágica de Wonderland con música de Michael Nyman, estoy seguro de que habita en alguna parte de nuestro subconsciente colectivo pero en realidad yo diría que hay un intento de acercamiento a las noches neoyorkinas de antaño, sobrecargadas de neones y una búsqueda aún mayor de las atmósferas solitarias de Wong Kar Wai.
– Otro aspecto destacable en vuestras obras es la palabra, no tanto por lo que digan los actores sino por los textos propios o ajenos que incorporáis, en Caída libre es una sola voz la que habla por boca de todos los personajes, ¿pensasteis en algún momento dar una voz distinta a cada uno de los cuatro protagonistas? Con esa voz única saco la conclusión de que un quinto personaje analiza a las dos parejas simplemente con lo que ve a la puerta del cine de todos ellos, ¿buscabais algún efecto con esa voz distinta a los personajes pero que habla por todos?
Al principio imaginamos la voz de un narrador de documentales, estudiando el comportamiento humano desde una abstracción científica. Después buscamos la voz de Dios, capaz de leer y juzgar a los personajes de su propia tragicomedia. Y luego llegamos a la posibilidad de que aquella voz omnisciente pudiese ser el equivalente a la conciencia de uno de los dos protagonistas masculinos muchos años después. Una persona que ha sido ellos o alguien como ellos y se implica en esa amargura, que ha podido escapar de su propia trampa o sigue dentro de ella, haciéndose las mismas recriminaciones. Tuvimos mucha suerte de encontrar a Javier Garcimartín, esa voz llena de cigarrillos, de aguardiente, que transmitía perfectamente la sensación de muchas noches frías y solitarias.
– Cine en crisis y amor en caída libre, desde luego la mezcla no podía ser más deprimente, además, en la sucesión de imágenes del corto vais deslizando escenas de soledad, ciudadanos rodeados de fiesta ficticia o impuesta, sociedad de consumo, inmigrantes desarraigados, ¿sois conscientes de que no sólo habláis de desamor en el corto?
Miguel, como guionista, centró su texto en la intimidad de sus personajes, Pablo como director aportó su propia mirada enseñando las vergüenzas de nuestra sociedad. Alicia como montadora se encargó de cuajar ambos mundos. La descomposición de las salas de cine y la de las parejas van unidas. Los responsables de los Cines Roxy B de Madrid nos dieron permiso para rodar en la puerta de entrada, y se mantuvieron abiertos hasta más tarde de lo habitual. Poco después, la crisis los borró del mapa. La historia que contábamos se cerraba fuera de la ficción de una forma tajante. Este fue un cortometraje que habla de parejas en los momentos previos a su separación, a la entrada de un cine que ya no existe.
– “Los cines se han convertido en casas de putas en cuarentena”, como epitafio a la puerta de muchas de las salas de exhibición sería todo un éxito mediático, ¿cómo analizáis vuestro futuro en la profesión fuera de los circuitos comerciales claramente deficitarios en la actualidad?, quienes se dedican profesionalmente al cine desde hace tiempo no dejan de decir que quien quiera vivir de esto tiene que irse fuera, quien está empezando en esto ¿cómo se plantea el panorama?
El horizonte nunca estuvo claro, y a la falta de medios, subvenciones, público y mecenas interesados se suma el abordaje de tipos mediocres que se suben a carros demasiado explotados. Sin embargo, por muy mal que vayan las cosas, uno tiene la impresión de que tampoco antes fueron mejores. A las dificultades de siempre se suman otras, pero el caudal creativo se abre paso siempre, de forma inexplicable. Nosotros contamos con permanecer subidos a él y en proyectos cada vez de mayor magnitud.
– Como aficionado al cine, y a la cultura en general, echo en falta la existencia visible de movimientos colectivos donde los creadores expongan sus ideas y las debatan entre ellos para transmitirlos al público, extrapolando esto sería como la silente presencia del intelectual en España, donde ni se le oye, ni se le escucha ni se hace escuchar, como si cada uno permaneciera encerrado en su mundo sin tener un compromiso hacia la sociedad para que ésta reaccione, ¿como joven generación de cineastas que sois tenéis esas relaciones con otros creadores para poner en común o discutir vuestra idea de cine y comunicación y la finalidad que podéis pretender con vuestro trabajo?
Existen propuestas en ese estilo, sí, pero generalmente esto es un «sálvese quién pueda» y, que no nos engañen las apariencias, siempre ha sido así. Por eso nuestro diálogo es comedido, esporádico, sin atarnos ni cobijarnos en movimientos que pretenden innovar y repiten esquemas de siempre, donde prima la promoción sobre el trabajo. Hay mucho creador que oculta su falta de ideas amparándose en grupos artísticos. A nosotros no nos interesan los movimientos sino los artistas que valen la pena, vengan de la denominación que sea.
Cuando vemos un trabajo que nos impresiona, tratamos de darle nuestro apoyo de forma incondicional, sin esperar nada a cambio. Esto, en cierta forma, también nos ha llevado a hacer cierta amistad con gente inmersa en proyectos estupendos pero no de forma intencional. Estaríamos encantados de conocer a más profesionales de inquietudes similares.
– Os lo pregunto porque si veo que sois especialmente colaboradores con otros directores, he visto vuestros dos making off de sendos cortos A2042 de David Castro y Ensayo sobre el amor de Giulio Vita, la actriz de este último corto, Marina Guiu actúa en el último vuestro, con Giulio Vita habéis colaborado en la puesta en marcha del festival de cine La Guarimba en Amantea, al menos se transmite la idea de que hay colaboración y que entre vosotros compartís ideas y proyectos.
Giulio está realmente loco y es el tipo de personaje con el que nos interesa colaborar porque es de los que se atreven a todo.
Para Caída Libre pusimos un anuncio en busca de actores dispuestos a participar esta clase de proyectos invisibles, y entre los interesados apareció Marina Guiu. Nos fijamos en ella por su mirada melancólica y con chispas de locura. Poco después volvimos a coincidir (porque Madrid es muy pequeña y se dan muchos casos de endogamia artística) en el rodaje de Ensayo sobre el amor, una pieza dirigida por Giulio que apelaba a las narrativas de Cortázar y Godard, donde Alicia fue la encargada de realizar nuestro primer making of experimental. Lo demás surge de una relación con inquietudes comunes, sólo hay que ver que en Caída Libre trabajamos a las puertas de una gran sala a punto de ser cerrada y en La Guarimba International Film festival trabajamos para reabrir un cine al aire libre.
– Por cierto, ¿Cuándo hacéis un making off, realmente lo que hacéis es vuestra propia obra audiovisual, no? Vistos A2042 y Ensayo sobre el amor, vuestros making off son dos cortos con vida propia absoluta, ¿saben los compañeros a lo que se exponen dejándoos vía libre para rodar sobre sus rodajes?
Precisamente porque nos lo piden, saben a lo que se exponen, aunque no tengan idea de lo que vayan a ver. Desde luego los “klausianos” no creemos en el making of como un mero vehículo promocional. Nos parece un subgénero audiovisual muy devaluado y con mucho potencial. Cuando grabamos a los que ruedan, trabajamos en las diferentes conexiones entre el director y su obra, después dejamos macerando las ideas en una tinaja de ocio y cervezas hasta que en el montaje parimos una pieza con entidad propia. Una cara B del cortometraje, otra visión de la historia que respete el espíritu de esta.
– Volviendo a Caída libre, me ha sorprendido la nitidez, transparencia, calidad de la imagen, ¿técnica o estética?
Mucha voluntad, porque ambas estuvieran al mismo nivel, pero somos conscientes de que siempre hay cosas mejorables.
– Prestáis igualmente mucha atención a la música en vuestra obra, ¿quién es el encargado de la selección musical?, en Caída libre suenan tres temas de notable calidad de intérpretes poco conocidos, y cuya melodía fluye armónicamente con la imagen y la historia, no son tres canciones elegidas y colocadas al tuntún, sino salvaguardando el tono nostálgico y de derrota de la película.
La música, por supuesto, es importantísima y todos conocemos temas que nos gustaría poner en un cortometraje pero no hemos podido porque el pago de derechos de autor era demasiado costoso. Por ello para Caída Libre tiramos de músicos que nos parecen francamente buenos pero que no han sido descubiertos por el gran público y eso los hace más accesibles. Desde una cantautora navarra (Adriana Olmedo) hasta un grupo de jazz inglés (Lund Quartet) que escuchamos casualmente en un festival de música por Estonia.
– En 2009 rodasteis La agradable velada del Cabezahueca, y ya llamasteis a las cosas por su nombre, a la crisis la llamáis crisis aunque alguno se empeñara en llamarla desaceleración, dos personajes hablan de su condición de becarios para siempre, uno alardea de si cree que le va a ver alguna vez llevando pancartas en la calle reflejando ese pasotismo social que tan bien sirve al poder establecido, utilizáis imágenes reales de manifestaciones y enfrentamientos con la policía, voces en off de los días siguientes al 11M donde el actual presidente del gobierno hablaba de ejercicio antidemocrático referido a los manifestantes que acusaban al partido del gobierno entonces de mentir, todo esto ha empeorado notablemente. De hecho vuestro making off de A2042 es aún más combativo en ese sentido, habláis de vuestra generación como la que tiene que reaccionar ante esta desaparición de lo que, alguna vez, pareció una democracia. ¿Aparte de vuestras opciones personales pensáis en el cine como instrumento de resistencia o ataque ciudadano? ¿hasta qué punto, con el control asfixiante por parte del poder económico y político, si no son el mismo, de los grandes medios de comunicación, se puede aspirar a lanzar un mensaje alternativo a la ciudadanía?
Por supuesto, la denuncia entra parte de todo proyecto artístico aunque seamos conscientes de sus limitaciones. El cine puede ser lo que uno quiere que sea, no tiene que estar siempre asociado al mercantilismo y glamour de los ídolos adolescentes. Hay una responsabilidad de la que deben hacerse cargo los realizadores. Pero en España hay demasiada gente que sólo quiere hacer chistes, que se ampara en la idea de que uno debe reírse de lo que no puede cambiar. No buscamos lavar el cerebro de nadie, pero les invitamos a abrir los ojos, a que dejen de mirar de soslayo a una realidad trágica e incómoda que no va a mejorar por sí misma o en manos de políticos. Como ya dijimos, somos gente muy desencantada, pero nos encanta luchar por las causas perdidas.
– Imagino que las nuevas tecnologías os facilitan el rodaje y la rapidez en el mismo, incluso abaratar costes y difundir vuestra obra por cauces alternativos, pero al mismo tiempo la falta de dinero público y privado implica una losa en vuestra carrera, aparte de ilusión o trabajo a raudales, ¿veis la posibilidad de rodar de manera estable y autosuficiente o El Tornillo es un proyecto con fecha de caducidad programada?
No es un yogur, no caduca. Es posible que acabe en algún momento porque somos conscientes de nuestras diferencias. Finalmente, quizás cada cual vaya tomando su propio camino, y unos nos dediquemos al cine y otros a la literatura. Quién sabe. A lo mejor sigamos juntos muchos años. Lo cierto es que de nuestros desencuentros hemos parido cosas que nos enorgullecen.
Personalmente, nunca hemos contado con subvenciones de ninguna clase. Ni somos los primos, hijos, sobrinos o conocidos de alguien que nos pueda enchufar. Así que no sabemos qué es eso. Puede decirse que nuestra crisis no viene de ahora sino que es permanente y por eso nos hemos acostumbrado a luchar de esta forma. Nos alegramos de tener una libertad creativa total que no depende del bolsillo de nadie.
– Aparte de vuestras realizaciones visuales mantenéis un blog de indudable calidad, con el cine como pretexto, elaborando análisis sobre temas concretos que van ramificando hacia diversos contenidos y que demuestran erudición y muy buena escritura, no solo hacéis cine sino que se nota que sabéis de cine y os gusta el cine ¿tanta actividad desgasta o la consideráis necesaria para integrar a todos los miembros del grupo y mantener la unidad?
Desgasta, pero pule. Desgasta, pero pule. Desgasta, pero pule. Desgasta, pero pule….
– Por último, contadme la experiencia Amantea, ¿cómo surge, quién tiene la idea, cómo se consiguen los fondos, va a seguir en otras ediciones? Ante el retroceso de los festivales “oficiales”, en los que hemos pasado de un festival por autonomía o ciudad mediana a la desaparición total o parcial de muchos de ellos, ¿crear un propio festival es otra respuesta a la crisis de ideas y exhibidores?
“El cine al pueblo y el pueblo al cine” El Festival de la Guarimba nace en ese contexto beligerante que dices. Giulio es un soldado del cine y el fan #1 del Cabezahueca. Nos conocimos a través de este cortometraje y nos unió su espíritu combativo. La idea del festival comenzó en una de nuestras eufóricas veladas de griterío junto a una mesa repleta de cervezas vacías, escupiendo sueños y elaborados insultos sobre los pezones del Batman de Joel Schumaker. Giulio nos habló sobre Amantea y ese acto de resistencia que es reabrir el cine de su pueblo y convertirlos en otra cosa, en un foco de cultura, un punto de reunión para los locos por el cine. En nuestra estancia Carlos nos representó como miembro del jurado y aprovechamos el viaje para realizar un documental que fuera ese diálogo necesario acerca de los senderos que actualmente recorre el cine como arte, oficio o entretenimiento.