"The Place Beyond The Pines" de Mike Patton
Por Javier Elba.
El legado musical de este estadounidense procedente de la zona californiana de Eureka es como la sombra del ciprés de Miguel Delibes: Alargado. Y con The Place Beyond The Pines, traducida torpemente por Cruce de Caminos en España, sigue cultivándolo. En su tercera aportación rítmica para un largometraje – luego de haber hecho lo propio con Crank 2: High Voltage y La solitudine dei numeri primi -, el aclamado líder de grupos tan dispares como Mr. Bungle, Faith No More, Fantômas, Tomahawk y Peeping Tom, entre otros, prosigue con su temática experimental y sus tintes influenciados, en gran parte, por Ennio Morricone, uno de sus más significativos referentes.
Patton se embarcó en el segundo film del director Derek Cianfrance (realizó Blue Valentine en 2010) después de que éste se lo ofreciera porque era uno de sus sueños que, finalmente, se hizo realidad.
Según palabras del director: “Mi hermano mayor me dio una cinta de Mr. Bungle, y no podía dejar de escucharla. Solía conducir por Colorado en un Mustang II (…). Entonces, en torno a 1991, vi tocar a Bungle y fue una de esas experiencias musicales que te transforman. Fue el mejor show que he visto. Patton llevaba como una máscara de esclavo con anteojeras de caballo (…). Estaba hipnotizado, lo vi lamer la cabeza de un tipo calvo que estaba en primera fila (…). Así que Patton se convirtió en mi héroe, casi hasta el punto de la obsesión”.
De modo que, una vez reunidos, Cianfrance le dijo: “Tengo este tipo de escena, aquí está la atmósfera, esto es lo que quiero”. Y se puso manos a la obra.
El resultado: una hipnótica pero desapercibida banda sonora porque, la sensación que da cuando se visualiza la película, es que parece estar camuflada. A medida que el metraje avanza, la sintonía fluye con él pero de una manera apagada. Los temas apenas se oyen y el único que marca la diferencia es el titulado “The Snow Angel”, que se escucha en más de una ocasión. Mike Patton compuso y utilizó previamente este “ángel de nieve” en la cinta italiana La solitudine dei numeri primi del año 2010 que el escritor Paolo Giordano publicó dos años antes.
El uso de violines, piano, guitarra, tambores, distorsiones y voces celestiales que se amoldan a la perfección y crean, en ciertos instantes, momentos de angustia, conforman, a mi juicio, el mejor trabajo compuesto para el celuloide de este genio musical – aunque él no se autocalifique así – con permiso del que realizó anteriormente para el cortometraje A Perfect Place del año 2008.
Por consiguiente, es una lástima que, tratándose de una gran composición, otra más de este versátil artista, no tenga mayor presencia sonora.
A todo esto hay que añadir los temas que integran el resto de la cinta como son “Please Stay” compuesto por Burt Bacharach, otro gran compositor de culto para Patton, e interpretado por The Cryin’ Shames, “Miserere Mei”, de Vladimir Ivanoff; “Dancing in the Dark”, de Bruce Springsteen; “The Wolves (Act I and II)”, de Bon Iver; “Maneater” de Hall & Oates e, incluso un fragmento del “Borriquito” de Peret , que Ryan Gosling se arranca a cantar en una escena.
Probablemente, con el tiempo, la colaboración Patton-Cianfrance se convierta en una dupla como la que formaron y forman (aunque algunas comparaciones sean odiosas) Leone y Morricone, Spielberg y Williams, Burton y Elfman, Lynch y Badalamenti o Aronofsky y Mansell. El tiempo lo dirá.
Lo que sí parece claro es que el trabajo cinematográfico de Mike Patton no va a quedarse ahí. Y, tampoco el de Cianfrance.
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