Miguel Ángel Solá y Daniel Freire en ‘El veneno del teatro’
Por Horacio Otheguy Riveira
Un actor en manos de un poderoso señor. Una parábola del terrorífico dominio de los más poderosos sobre todos los demás. Una obra representada muchas veces que, en manos de Mario Gas, cobra una dimensión desconocida.
El formidable director del Teatro Español durante temporadas de impresionante vitalidad, y de puestas en escena encomiables como Muerte de un viajante, Sweeney Todd, Home Body/Kabul o Follies, plasma esta vez un cuento de terror gótico que corta la respiración. Cuando llegan los saludos finales, el espectador puede dudar, angustiarse de forma rara, preguntarse, por ejemplo, si es verdad lo que ha presenciado, si está vivo o medio muerto, como los propios personajes, enlodados en un círculo infernal de ambición frustrada y sadismo.
Este resultado sorprende especialmente porque, a bote pronto, no es una obra de este tenor: un actor famoso en un tiempo lejano, aunque impreciso, asiste a la llamada de un hombre rico. Va al lujoso caserón con la ilusión de ser admirado por el propietario y lograr convencerle de que invierta en su próximo espectáculo. Un gran patrocinador, un financiero, siempre el teatro tan necesitado del dinero amigo…
Al principio se encuentra con un criado ilustrado, amantísimo del teatro, quien resulta ser el propio amo… y a partir del juego eterno de la mentira y la media verdad se entreteje una tela de araña al comienzo muy sutil, casi imperceptible, cada vez más perniciosa y diabólica…
Miguel Ángel Solá y Daniel Freire son dos actores nacidos en Argentina con nacionalidad española y muchos años de aplaudidos éxitos entre nosotros. Su capacidad de trabajo se ha visto muchas veces bien alumbrada por producciones singulares. En este caso, el más veterano de ambos, y con más experiencia teatral, Miguel Ángel Solá, lleva a cuestas un personaje sinuoso, oscuro, tremebundo, de gran contención dramática, mientras Freire está a cargo de un papel mucho más difícil, que comienza en un tono de alta comedia tradicional y se sumerge paulatinamente en el papel de una víctima desamparada, creando situaciones de una sordidez pocas veces vistas en escena.
Esta función se estrenó en el invierno de 2012 y luego pasó a Buenos Aires en un teatro que antaño fue principesca sede de revistas musicales de gran popularidad. Les ovacionaron allí donde nacieron y les han ovacionado aquí donde han renacido: dos actores con mucho empaque, encantadores seductores de señoras y leales amigos de los caballeros, así de formales inician esta función en la que se deslizan por el pantanoso terreno de la angustia existencial que avanza hasta una locura persistente que tanto recuerda al maestro Edgar Allan Poe, como sugiere un vendaval de posesiones miserables, caprichos de aristócratas, caprichos de quienes dirigen el mundo con la firme mano de servirse de sus habitantes de a pie como fructíferos esclavos.
Y todo parte de un argumento muy sencillo, excusa de macabra trama:
“En París, Gabriel de Beaumont, un famoso actor, es invitado por el marqués, un aristócrata conocido por sus aficiones extravagantes, a visitarlo en su palacio. Allí recibirá el encargo de interpretar una obra teatral sobre la muerte de Sócrates, escrita por el propio marqués. Pronto comprobará que todo es una trampa de éste para someterlo a un cruel experimento sobre realidad y representación”.
El veneno del teatro
Autor: Rodolf Sirera.
Director: Mario Gas.
Intérpretes: Miguel Ángel Solá y Daniel Freire.
Iluminación: Juan Gómez Cornejo.
Lugar: Teatros del Canal. Sala Verde.
Fechas: Hasta el 6 de octubre.