"Los ángeles mueren por nuestras heridas", la ambiciosa novela de Yasmina Khadra
«Nací con el rayo una noche de tormenta y viento. Con puños para golpear y una boca para morder. Aprendí a caminar chapoteando en la mierda y a levantarme agarrándome a las zarzas. Solo.»
Actualidad editorial:
Publicada con pocos días de diferencia sobre la edición francesa llega a nuestro país Los ángeles mueren por nuestras heridas (Editorial Destino, 2013), último título del autor argelino Yasmina Khadra, una novela que celebra la trayectoria literaria de un escritor con una obra intensa, original y de gran potencia narrativa. Siguiendo la línea de narraciones clásicas, Khadra cuenta historias de la vida, pero lo hace con un enorme respeto no solo por el argumento, sino también por la calidad y la plasticidad literarias, por el cuidado de las palabras y las frases. Surgen entonces opiniones contundentes que quedan grabadas inevitablemente en la memoria del lector. “Con este libro quise escribir la novela más grande jamás escrita sobre la Argelia colonial”, comenta Khadra.
Pendiente del patíbulo y desde la cárcel, el joven Turambo hace una profunda y rigurosa revisión de su vida. Con una potente voz narradora en primera persona, Khadra se pone en la piel de su protagonista para contar la experiencia vital de un hombre que, surgiendo de la nada, pudo llegar a convertirse en uno de los mejores boxeadores argelinos del periodo de entreguerras. Los ángeles mueren por las heridas se convierte entonces en un viaje iniciático, de superación y de amor, un recorrido plagado de encuentros y luchas que se desarrolla en el escenario agitado de una Argelia lastrada por la persistente ocupación francesa.
«El amor está hecho de azar y de suerte. Aparece a la vuelta de la esquina, como una ofrenda en el camino. Si es sincero, mejora con el tiempo. Y si se echa a perder, es que no se ha seguido adecuadamente las instrucciones de uso.»
El autor argelino estaba “muy contento de venir a presentar su libro al país que más le traduce en el mundo, aunque no sea el que más le lea”. Escribir este libro era todo un reto. Delante tenía a grandes figuras literarias francesas o argelinas que escribieron sobre su país, pero desde su propio ángulo. “Argelia es un país maravilloso sobreviviente del poder imperialista que se le ha ido imponiendo a lo largo de la historia: cartagineses, romanos, árabes, españoles, otomanos y franceses… Un país con tal turbulencia no puede quedarse hoy en un desierto literario.”
Khadra evoca no solo la anquilosada sociedad argelina de los años veinte y treinta, sino también la añoranza personal de una inocencia perdida, sometida a las circunstancias. Y es que la vida parece estar sujeta a unos oscuros designios que siempre afectan a los más desfavorecidos, que no auxilian a los que verdaderamente aman, y que en ocasiones castigan injustamente a los más inocentes. Esta es la historia de un hombre, que tenaz en sus ideales y en su búsqueda del amor, luchó por hacerse con el control de su propio destino… Algo que se presentaba como una batalla ciertamente difícil.
«—Sueñas que eres un rey —dijo con amargura—, y por la mañana, ya de vuelta en este mundo, se te cae la corona apenas abres los ojos. Tu palacio no es más que un cuchitril en el que las ratas presumen de animales fabulosos. Te preguntas si te compensa levantarte, pues ya sabes lo que te espera fuera, pero no tienes elección. Hay que moverse. Entonces sales y te pierdes en la nulidad.»
Tras Lo que el día debe a la noche, recientemente adaptada al cine, Khadra vuelve con una gran historia de superación, amor y aventuras en la Argelia de los años 20 y 30. Pero esta no es solo la historia de un hombre a la búsqueda del amor y la dignidad, sino también el retrato de una época, de una sociedad sometida pero turbulenta que ya pretende definirse en sus rasgos más inherentes. El autor vuelve a sus orígenes para recrear una fascinante y apasionada visión de aquellos años que marcaron la evolución personal e histórica de muchos argelinos. Entre sus páginas se hace patente el choque entre diferentes religiones, culturas, mentalidades, o simplemente formas de ver y entender la vida. “El país acababa de salir de aquella monstruosidad que fue la primera guerra mundial, la mayor tragedia humana de la historia. Solo quedaba la reconstrucción de un mundo devastado donde las ciudades se hundían entre escombros y odio, racismo, intolerancia, codicia y sobre todo, exclusión”.
Yasmina Khadra nació en 1955 en el Sáhara argelino. Es hoy un autor conocido y admirado en el mundo entero, con buena parte de sus novelas traducidas en más de cuarenta países. El atentado (2007) recibió, entre otros, el premio de los libreros franceses en 2006. Lo que el día le debe a la noche (Destino, 2009) fue declarado Mejor libro del año por la prestigiosa revista ‘Lire’. El pasado año publicó La ecuación de la vida. Mohammed Moulessehoul, verdadero nombre de Khadra, fue miembro del ejército argelino, y para evitar cualquier represalia decidió publicar su primera novela bajo pseudónimo femenino (los dos nombres de su esposa). Desde entonces ha seguido adoptando esa firma por la que ya es conocido en todo el mundo.
Los ángeles mueren por nuestras heridas. Yasmina Khadra. Traducción de Wenceslao-Carlos Lozano. Editorial Destino, 2013. 358 páginas. 20,50 €