Maldito escarabajo
Por Fran Portillo. “¿Qué hace uno cuando el sentido común deja de obedecerle? ¿Cómo cierra uno de golpe el mejor capítulo del libro de su vida?
Ya no pienso con claridad. Mis pies apenas tocan la cornisa que me separa de una caída inminente desde 16 plantas de altura. Mis lágrimas interrumpen de vez en cuando mi escritura, pero quiero dejar constancia de lo que hago y de por qué lo hago. Siempre me han aterrorizado las alturas, pero aquí estoy.
Del mismo modo que un castillo de naipes cae con un simple movimiento, a mi me han derrumbado. He caído y aún no soy consciente. Mejor. Todo acabará pronto. Me han extirpado el pilar central de mi vida, ¡de cuajo!
¿Por qué no le dije te quiero aquella mañana? Estaba un poco enfadado con ella, el motivo ya ni lo recuerdo. Salí como alma que lleva el diablo al trabajo sin siquiera mirarla. Y ya no la vi más.
¿Qué voy a hacer ahora? Esta mañana he ido al servicio y ha aparecido un nudo en mi garganta al ver su cepillo de dientes junto al mío. En el vaso de cristal. Junto a la pasta que, a pesar de que ella me reñía para que apretara bien el tubo, aún posee la marca central. Me he duchado a oscuras, con su esponja, llorando como un bebé mientras el agua caliente me quemaba la piel. Me he secado con su toalla y su olor me ha dominado. Entonces he comprendido que no podía seguir así, no podía vivir sin ella; no quiero vivir sin ella.
Cuando iba conduciendo esta mañana se me ha pasado por la cabeza apretar el acelerador y cerrar los ojos, pero, ¿quièn soy yo para jugar con la vida de la gente?
Después pensé en este edificio. El conserje es amigo mío y siempre me ha dejado acceder a la azotea. Aquí se respira paz y eso para mis novelas me venía genial. Silencio, inspiración.
Ahora no hay vuelta atrás. Voy a saltar y nadie podrá impedírmelo, porque lo más seguro es que cuando terminéis de leer estas líneas ya esten recogiendo mis restos de la acera.
Pero no solo quiero escribir palabras amargas, aunque cada latido de mi corazón duela como mil puñales. También quiero agradeceros que hayais estado ahí en lo bueno y en lo malo. Aguantando mis chistes malos y mis momentos de explosión creativa.
He de darme prisa, hay vecinos en el edificio de enfrente que me han visto y han llamado a la policía.
Cariño, si me estás viendo, espérame allá donde estes. No te guardo rencor por haberme dejado solo, espero que no me lo guardes a mí por haberme enfado contigo. Soy un estúpido. Y sé que pensarás que esto que estoy a punto de hacer es una locura, pero es que no puedo vivir así. Te recuerdo a cada segundo, en cada noche que estiro el brazo y noto un hueco en la cama; cada mañana que te veía despertar bajo la tenue luz del cuarto de baño y te decía: buenos días, princesa. Todo eso ha muerto contigo, y yo también.
Espero que aquellos que leais esto me perdoneis. Nunca quise causar daño, pero no quiero vivir el resto de mi vida con esta herida mortal. Adiós a todos”.
Extracto de “Maldito escarabajo”
Un proyecto de Fran Portillo.