Entrevista a José Ignacio Montoto
«La poesía debe iluminar la senda que nos lleve a aspirar a la libertad de facto»
Por Cristina Consuegra
José Ignacio Montoto ha publicado Tras la luz (La Garúa, 2013), un poemario que acontece gracias al ejercicio de la luz y que adquiere una personalidad caleidoscópica por la singular naturaleza de lo que alumbra o señala, de aquello que posibilita lo visible. La luz que encierra el poemario de Montoto no es un agente estático condenado a iluminar, en el devenir, el mismo territorio o paisaje, no; el poeta cordobés piensa y hace posible en el verso una luz que busca lo que permanece en el destierro que impone la oscuridad, invocando para ello al movimiento y fractura, a esa otra manera de estar en la luz, asuntos o cuestiones que pretenden reflexionar en torno a uno de los grandes temas del individuo contemporáneo, la identidad, y en ese pensar, propone otro modelo de realidad.
La relación entre luz y verso es diversa y compleja; evocadora, fructífera y profunda. Muchos poetas han escrito y reflexionado sobre este par. En el caso de Tras la luz, ¿es la luz lo que mide, regula y alumbra al verso, o es éste el centro del que nace la esencia del poemario?
En este caso concreto es el verso el centro del poemario. En él, la luz se bifurca en busca de la imagen y la sintaxis precisa trazando una estructura indivisible unida por la línea imaginaria y metafórica que algunas de las propiedades de la luz sugieren.
¿Qué encierra Tras la luz en contraste con el resto de tu obra poética?
Tras la luz supone un punto de inflexión con respecto a mi poética inicial. La mano del poeta primerizo ha dado paso a la pausa, la concisión, el uso de un lenguaje mucho más connotativo, un giro estético y un tomar cierta distancia sobre las cosas, dando paso a un narrador en tercera persona que ha vencido a ese yo iniciático que muchos jóvenes poetas hemos llevado dentro en nuestros comienzos. Si alguna vez aparece el yo en este poemario, diríamos que lo hace desde un punto de vista objetivo y no subjetivado.
El esqueleto de Tras la luz consta de cuatro partes (“Refracción”, “Propagación”, “Interferencia” y “Reflexión”). ¿Por qué decides acomodar los poemas según estos apartados?
Como apunté anteriormente, me he servido de algunas de las propiedades de la luz para sugerirle al lector a modo de prólogo por dónde van a discurrir los poemas que va a ir encontrando según avance en la lectura del poemario. Diríamos que se trata de la señalética que va a ayudar, de algún modo, a que el lector sepa el cómo y el porqué, y sobre todo, cuál es la dirección de los versos de este poemario.
En la primera parte, “Refracción”, hay mucho de memoria, de tiempo y perspectiva u óptica. ¿Es este un elemento importante dentro de tu trayectoria?
Ante todo decir que soy un observador, creo que mis poemas contiene la observación del entorno que me rodea tanto a nivel material como inmaterial.
Hablar de trayectoria quizá sea atrevido por mi parte, pues apenas he recorrido camino. Lo que sí puedo apuntar es que los elementos que has enumerado, han abierto nuevos campos semánticos en mi poética y me han servido para trazar el imaginario que se extiende a través de las páginas de ‘Tras la luz’.
Y la identidad -saber quién o qué se es- como símbolo de la luz, lo que la luz alumbra es, adquiere sentido… ¿hasta qué punto es determinante en este poemario?
La búsqueda de una identidad, diría yo. Caminar tras la luz buscando respuestas, no dar pasos de ciego, deslumbrarnos por la belleza de las cosas que nos rodean, reflexionar sobre el significado de lo que acontece bajo la luz del día, encontrar en el atardecer un pretexto para el ojo, como dije en un poema; «somos un haz de luz centrifugada», quizás pequeños cuerpos celestes que necesitan de la luz para encontrarse a sí mismos y a su vez de otros cuerpos para cobijar la luz.
Tras la luz destaca por la presencia de elementos propios de la naturaleza, el ejercicio de palabras ligadas a esta materia refuerza la poética de esta obra. Dos preguntas en relación con esto: ¿Hasta qué punto ha sido determinante el lenguaje en Tras la luz? ¿Cómo logras que palabras tan sencillas -cielo, sol, nube, azul- adquieran una nueva dimensión?
El lenguaje, la sintaxis ha sido determinante a la hora de escribir este poemario pues quería delimitar desde el principio los márgenes del verso, para ello ha sido necesario pulir mucho cada verso y tachar y desechar muchos poemas, articular el lenguaje de manera que las chispas de luz surgieran del contacto entre versos, no de una electrocución. En segundo lugar, la luz ofrece un campo semántico muy amplio a la hora de crear imágenes, como bien apuntas, una de las claves del poemario reside en recrear símbolos nuevos a través de lo que no se dice, es decir, plasmar la claridad de un día azul partiendo del imaginario de un niño que dibujo un sol en una cartulina azul o jugar con el último vuelo centelleante de las luciérnagas (noctilucas). Hay una apuesta estética bastante clara a la hora de reformular paisajes de la naturaleza así como una plasticidad palpable en cada uno de los poemas que componen el poemario
Dado el acontecer, ¿qué puede o debe iluminar la poesía?
Muy buena pregunta, sí. La poesía debe iluminar el camino, la senda que nos lleve a aspirar a la libertad de facto, debe revitalizar el lenguaje de la memoria y, sobre todo, debe iluminar un mundo donde las sombras, por momentos, emergen en un tiempo en el que muchos ojos han sido velados por temor a la claridad.
Excelente prefabricación de la entrevista a uno de esos ejemplares preocupados por la promoción para compensar su falta de genio poético (aunque no engañen a los que están dentro del mundillo y saben).
Y qué terrible documento la fotografía con esas gafas estilo Top Gun. Suponemos que no soporta la luz de interiores.