±1961 La expansión de las Artes. Apreciaciones sobre el desbordamiento del arte en los 60.
Por Cristian Sánchez San Segundo.
±1961 La expansión de las Artes.
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Calle Santa Isabel, 52, Madrid.
Hasta el 28 de octubre.
La exposición ±1961 La expansión de las Artes, que permanecerá hasta el 28 de octubre, comisariada por Julia Robinson y Christian Xatrec y organizada por el propio MNCARS, muestra como dentro del arte se estableció una serie de dinámicas en lo que se podría considerar, sobre todo por el grupo October, la segunda vanguardia. Es un periodo que determina cómo se va a producir el arte de las siguientes décadas. Estas obras suponen el arranque de la posmodernidad, Pero se también se podría plantear como una última modernidad, aun inmiscuida en un cierto carácter teleológico. En este sentido, la necesidad de superar el arte producido tras la guerra supone el resurgimiento de las formas dadaístas tras algunas experiencias colectivas que resultaron determinantes en relación al discurso que se pretende dar a las obras expuestas.
Ciertamente la muestra está demasiado focalizada en el contexto estadounidense. Quedando la experiencia europea, más concretamente la alemana, centrada sobre todo en los trabajos del alemán Dieter Roth, un poco de lado. En este sentido, sorprende la aparición prácticamente testimonial de algunos autores completamente determinantes en lo que fueron toda esta serie de procesos como Wolf Vostell o incluso el mesiánico Joseph Beuys. Es esta preponderancia norteamericana lo primero que llama la atención, aunque es innegable que la obra producida por autores japoneses como Toshi Ichiyanagi o Yoko Ono, pero sobre todo la del coreano Nam June Paik, tiene una gran presencia en la exposición. En tal caso la actividad que se ve reflejada de estos autores asiáticos es fundamentalmente en el contexto de Los Estados Unidos. La exposición plantea este país como punto de convergencia entre artistas procedentes de distintas zonas.
Fluxus; modalidad de arte fundamental en la renovación de la plástica, el teatro o la danza, aunque de una forma un tanto difusa dada la diferente proyección ideológica de quienes participaron en ella, es uno de los ejes, posiblemente el principal de la exposición. Pero también la presencia de artistas como Robert Morris o Walter de Maria, ligados al Minimal el primero y al Land Art el segundo, tengan una de las presencias más destacables en el conjunto de la muestra. Ciertamente las dinámicas que generaron casi todos los autores presentes en la exposición eclipsarían a finales de la década de los 60 y sobre todo en los 70 con el conceptualismo.
El desarrollo de este tipo de producción en Estados Unidos desde los 50, sobre todo en Nueva York, que era considerada en ese momento capital del gran arte, genera un enorme contraste con el discurso que se estaba manteniendo desde las principales instituciones. El MOMA y la fuerte presencia de Clement Greemberg como aglutinador y encumbrador de artistas y movimientos de un marcado carácter formalista, eran los mejores ejemplos del discurso hegemónico sobre cómo y que debía ser arte. Frente a esto aparecen propuestas como el Hapenning, acto completamente multidisciplinar y donde lo principal no es la obra acabada, sino el proceso. Esto se enfrenta de una forma directa a la idea de la obra como un objeto acabado y muy determinado por el marco donde adquiere un valor fundamentalmente cultual e hipertrascendental como artefacto cultural.
Los 60 es la década del siglo XX que supone una de las mayores rupturas en la forma de exponer arte. Es la década en la que se asientan las bienales, que no por ello son novedad, como forma expositiva para difundir la producción contemporánea del arte. A la vez aparece el curador como un verdadero constructor e interventor del discurso artístico; de hecho es la figura de Harald Szeemann la más determinante en este sentido. Estos dos fenómenos han sido fundamentales en el encauzamiento que ha empleado el sistema del arte para absorber las distintas propuestas que se van generando. También es la década en la que la presencia de la contracultura y la subcultura es completamente determinante para los procesos culturales de las siguientes décadas. Aunque aparentemente desligada en gran medida del sistema del arte, no necesariamente esto es así. El Pop, ausente en la exposición, con autores como de Jim Dine o propuestas como el schocker pop hubieran sido un excelente nexo entre las distintos procesos que estaban transformando el arte en esa década.
Es innegable que la exposición se ampara en los presupuestos hegemónicos del arte y la historia del arte actual. Donde aquellas dinámicas que en algunos casos eran radicalmente revolucionarias, caso de Henry Flynt y su cruzada contra las instituciones culturales o John Cage en esa, no búsqueda, sino trascendentalización del sonido fuera de cualquier forma hasta ese momento codificada de música, el ruidismo. Se han quedado completamente desactivadas en su sentido original, reificadas y recuperadas por un sistema del arte que tiende a hermetizar y academizar toda producción artística.