Laura Castañón habla de memoria histórica y de "Dejar las cosas en sus días"
Por Benito Garrido.
Dejar las cosas en sus días, primera novela de la escritora Laura Castañón (Mieres, 1961), habla de nuestra historia más reciente. La historia de quienes vivieron y murieron en España durante la convulsa primera mitad del siglo XX –con especial acento en los años de guerra civil y en la cuenca minera del Aller–, pero también la de aquellos que han crecido a la sombra de la dictadura franquista y del recuerdo cercano del horror. Castañón dirige talleres literarios e imparte cursos de Creación Literaria, Literatura y Comunicación desde mediados de los años ochenta. También ha trabajado en radio y en televisión, ha sido jefa de prensa y ha desarrollado labores de programación cultural y comunicación empresarial.
Dejar las cosas en sus días. Laura Castañón. Editorial Alfaguara, 2013. 560 páginas. 18,50 €
Aida, una periodista en la cuarentena, vive obsesionada con encontrar los restos de su abuelo, asesinado durante la Guerra Civil. Para ello reconstruye la historia de su familia, los Montañés, desde que se afincaron en Asturias a principios del siglo pasado para trabajar en las explotaciones mineras del marqués de Comillas, paradigma del paternalismo industrial en un entorno agitado por el movimiento obrero. La verdad sobre la casa de Pomar se irá revelando a pesar del conflicto que articula la trama: el debate entre quienes piensan que es mejor dejar las cosas en sus días y el empeño de Aida por recuperar y dignificar el pasado al amparo de la apertura de fosas comunes previo a la aprobación de la Ley de Memoria Histórica.
P.- Novela nostálgica repleta como en un álbum, de grandes recuerdos. ¿Quizás en uno de ellos está también el germen de este libro?
La imagen origen de todo está en mi infancia: tendría cinco o seis años y yo iba caminando de la mano de mi madre por la carretera, entonces me fijé en una casa grande, que según mi madre tenía hasta biblioteca y sala de billar. Pensar que una casa tuviese una sala llena de libros me impactó, me dejó fascinada, de hecho siempre se quedó grabada en mi memoria. Ahí vivían la familia del director de las minas en tiempos (finales del siglo XIX, primeros del XX) del Marques de Comillas… Y hasta ahí todo paralelismo con la realidad. El resto es pura invención. En esa imagen y en mi fantasía personal (sobre todo por la biblioteca) está el germen de la novela. Han sido dos años y medio de escritura, a veces con periodos ciertamente irregulares, pero en los que la novela seguía creciendo en mi cabeza.
P.- ¿Qué se despertó en Laura Castañón para, tras varios años de docencia en talleres literarios se decidiese finalmente a escribir este libro?
Yo siempre he escrito, aunque solo fuesen cosas más o menos sueltas y sin intención, inicios de novelas, o algunos experimentos narrativos. Pero siempre he querido escribir una novela, y estaba segura que lo haría, pero nunca encontré el momento adecuado. Hasta ahora yo había tenido una vida profesional muy activa, pero me llegó el hachazo de la fibromialgia que me cambió por completo la vida. Esa hiperactividad que tenía se acabó, y entonces fue cuando me planteé más en serio sentarme a escribir. Y aquí está el resultado.
P.- Diferentes narradores, diferentes puntos de vista… En una novela tan de personajes como ésta, debe resultar difícil dar una voz propia a cada personaje.
Pero es algo imprescindible. Ponerse en la piel de cada personaje y trabajarlo es una de las cosas que más me gusta a la hora de escribir: crearlo y hacerlo único e insustituible. Que cada personaje tenga su propia voz, su propia personalidad, que el lector sepa identificar sus palabras sin necesidad de nombrarlo, es para mí algo fundamental.
P.- Novela cuyas historias, al igual que las diferentes técnicas narrativas, encajan como si se tratase de un puzzle que el lector debe completar. ¿Era lo que buscabas?
Sí, era lo que buscaba desde el principio, la complicidad con el lector, en el sentido de que él vaya completando ese juego de diferentes perspectivas, narradores, planos temporales… y algo más que tiene que ver con el desenlace en la medida en que no he buscado un final sorprendente de fuegos artificiales, sino que he buscado que el lector vaya recogiendo pistas hasta hacerse cómplice del autor intuyendo e imaginando que va a suceder de espaldas incluso a los protagonistas. He hecho muchas cosas que a mí como lectora me gustan.
P.- Apelas directamente a la memoria histórica del ciudadano. Con independencia de buenos y malos, ¿consideras necesaria la recuperación de dicha memoria?
Sí, totalmente. Hablo de la memoria histórica como concepto, con independencia de la bondad o maldad de la ley que la regule. Pero la memoria histórica de forma colectiva es imprescindible como país, como sociedad, como pueblo, por muchas razones. Por la dignidad de todo aquello que se silenció no pueden quedar lagunas. Es necesario que las personas que perdieran allegados tengan un lugar donde llorarles. Colectivamente un país debe recuperar su memoria. Otra cosa es que a nivel individual cada persona tenga la libertad para enfrentarse o no a esa realidad pasada, para superar miedos, indagar y poder descubrir lo ocurrido.
P.- ¿El título “Dejar las cosas en sus días” (versos de una canción de un grupo de los setenta) y su intención serían más claros si se dijese: dejar las cosas como están, no remover el pasado…?
Dejar las cosas en sus días es la duda que gravita a lo largo de toda la novela. La novela más que dar respuestas lo que hace son muchas preguntas. Y esa era mi idea, que el lector tras leer la novela se proponga cuestiones.
P.- Los escenarios se convierten en protagonistas de tu novela. Trasmites verdadera adoración por los espacios.
Son los escenarios y paisajes de mi infancia. Ahí es donde he crecido y he conocido a toda la gente que me ha transmitido. Y luego está también la fascinación histórica: esa zona de la cuenca minera que tuvo tanta repercusión y que estuvo bajo el poder del marqués de Comillas, un señor muy peculiar que creía firmemente en la idea del paternalismo empresarial. Así, se preocupaba de sus obreros como empleados, pero también en su faceta más personal, incluso en su vida religiosa (hacer buenos obreros y buenos cristianos). Por toda esa zona se pueden encontrar colegios, sanatorios o cines impulsados por esa visión industrial. La comarca vivía entonces como en una burbuja dentro del movimiento obrero asturiano, al margen del sindicato minero y de los actos más revolucionarios tan conocidos. En esa burbuja todo era ordenado, se vivía una sensación de obediencia, de sumisión que no tenía nada que ver con lo que ocurría alrededor.
P.- En los años de incomunicación que vivimos, ¿crees necesario mirar al pasado para poder localizar nuestra propia identidad?
El pasado siempre guarda muchas enseñanzas, y a veces incluso sorpresas. Creemos que se pude transitar por él con la tranquilidad del conocimiento, pero de repente, se descubren amenazas o historias que no se esperan. Además en el pasado está la explicación de lo que hoy somos.
P.- ¿Son los talleres de creación literaria un criadero de nuevos escritores o una vía de escape para aficionados con aspiraciones literarias?
Hay de todo. Yo llevo dando talleres literarios desde el año 84, cuando apenas había bibliografía ni gente interesada en el tema. Tras miles de personas que han pasado por mis talleres, he encontrado de todo: desde escritores que han llegado a publicar libros (algo que me enorgullece) hasta gente que solo quería encontrar salida a una serie de inquietudes personales sin aspirar a nada más. La literatura tiene muchas funciones, desde la puramente terapéutica hasta la trascendencia artística, y los talleres son un buen campo de cultivo para ello.
P.- Como jefa de prensa de la Semana Negra de Gijón que has sido, estarás al corriente de su evolución. ¿Cómo ves la situación actual del certamen?
Los últimos años no he ido tanto como quisiera, pero el certamen sigue teniendo una vitalidad realmente sorprendente. Cada año es más difícil por circunstancias económicas o políticas, pero la Semana Negra saca fuerzas y energías suficientes para seguir adelante con nuevos autores y un montón de propuestas. Tiene vida por sí misma, será difícil acabar con ella.
P.- ¿Tienes ya nuevos proyectos literarios entre manos de los que nos puedas hablar?
Estoy escribiendo otra novela. Aunque Dejar las cosas en sus días es una historia autoconclusiva, forma parte realmente de una trilogía. Esto fue algo que descubrí conforme iba escribiendo, no había ningún propósito previo. Ahora estoy con la segunda parte de esa trilogía: no se desarrolla en la misma zona pero sí existe una coincidencia en el tiempo, algunos personajes hacen cameos, y alguna trama no central de esta novela va a iluminarse y desarrollarse.
En esta web sortean la novela:
enhttp://www.creatividadliteraria.es/quieres-dejar-las-cosas-en-sus-dias/
Estoy leyendo el libro y me parece una obra inmensa, prefiero no definir porque seguro me quedaría corta y no quiero estropearlo, me faltarían palabras para poder ponderarla.
Eres grande laura castañon y perderse en tus lineas es la mejor de las terapias para vencer el aburrimiento y la desidia de esta vida que tiene algunos días bastantes fustrantes…