Ser todos los iconos
Por Miguel Andúgar
Los MTV Video Awards dan comienzo a la nueva temporada musical en su faceta más comercial. Y pese a que a ojos críticos puede considerarse que la gala supuso la confirmación de Justin Timberlake como uno de los mayores exponentes del pop, camino de convertirse en un veterano con mucho que decir, la prensa ya ha decidido quiénes ocupan más minutos en los telediarios: por una parte el paso de niña a mujer de Miley Cyrus, que lleva reivindicando ya años que no es la niña Disney que la hizo triunfar, y por otra Lady Gaga, que ante el poco éxito de su “Applause” se ve incapaz de reaccionar haciendo otra cosa que intentar ser más extravagante.
Ahora Cyrus es mujer, quiere decir, y como nadie le hace caso lo grita con una puesta en escena hipertrófica y desesperada. Y es que Cyrus siempre ha sido alguien haciendo de algo. En la actuación de los MTV awards la podemos ver desesperada por ser algo: a ratos una rapera, a ratos una rockera, a ratos una bomba sexual.
Y aquí es donde entra Gaga. En las entrevistas promocionales previas, la artista indicaba “No soy un solo icono. Soy todos los iconos”. Efectivamente, lo que le pasó a Cyrus le lleva pasando a Gaga toda su carrera. Un día icono sexual, otro día icono rockero, otro, reina de lo estrafalario… Los papeles se suceden, pero encarnados con tal rapidez y poca profundidad que ni convencen ni epatan. Tan solo aturullan. Ser todos los iconos es difícil, y al final, ser todos los iconos es exactamente no ser nada.
Si hemos de atender a la prensa, en una supuesta lucha entre Gaga y Cyrus ganó esta última. Pero la única razón es la novedad. A Gaga se le presupone la extravagancia, la sexualidad desenvuelta, la poca ropa, mientras que Cyrus simplemente genera eco por la novedad, por el cambio. Cuando llegue su enésima reencarnación, cuando saque la lengua por quinta vez, a todo el mundo le dará igual.
Y es que sólo unas pocas figuras del pop han sabido encarnar distintas personalidades, estilos musicales y visuales, y ser un icono que representa ser todos los iconos: por ejemplo David Bowie y Madonna. Ellos representan lo que Lady Gaga y Cyrus quieren ser desesperadamente, pero una se queda en estrella Disney reciclada por más que saque la lengua -sin erótico resultado- y la otra nada más que una artista del politono reciclada en hiperproducciones.