Calle Berlín, 109
Calle Berlín, 109, Susana Vallejo. Plaza & Janés. Barcelona, 2013. 318 páginas. 17,90 €.
Por Emilio Bueso
Nada como el verano para darle vacaciones al ogro interior y emprenderla con los libros luminosos y positivos, esos que durante el resto del año lo mismo no entran del todo bien pero que ganan lo suyo cuando se leen desde una tumbona… Yo este agosto me había propuesto cambiar de tercio y ponerme a despachar toda una serie de obras que venía acumulando de un tiempo a esta parte y que no tenían mucho en común con la clase de libros que me suelo recetar, y he aquí el único descubrimiento que me ha sentado francamente bien: Calle Berlín, 109 (Plaza & Janés, 2013), una novela de misterio muy adictiva y de excelente ritmo, que hará las delicias de los que anden buscando una blanca novela negra. Lo fresco de la propuesta es que viene con los mimbres de una narración coral bien equilibrada, y que trae su propia historia de fantasmas.
Cuenta cómo un policía fuera de servicio investiga la muerte de su compañero en extrañas circunstancias para toparse con un caso de narcotráfico que le viene mucho más que grande, con un elenco de sospechosos juntos y disjuntos que terminan haciendo un conjunto de lo más interesante; y con un escenario del crimen en el que, todos a una, Fuenteovejuna, se nos introduce en una comunidad de vecinos en la que se cuecen habas en todas las plantas, a cual más peligrosa. El curso del libro tiene momentos en los que se disfruta como una comedia de enredo, con sexo, asesinatos de distintos tipos, un suicida en potencia, un sicario que anda suelto y el fantasma de la muerta por medio, para acabar de liarlo todo… Pero lo gordo es ver cómo Susana Vallejo huye del delirio potencial y consigue mantener la música sonando a buen ritmo para acabar dándole a cada cual lo suyo. Todo muy refrescante.
En el aspecto negativo debo decir que estuve a punto de mandar el libro a paseo en un par de ocasiones, tras comprobar por enésima vez que apenas hay autoras capaces de retratar con realismo la prostitución y sin acabar cayendo en los momentos Pretty Woman. Y es que Calle Berlín, 109 resulta dulce hasta para plasmar las miserias más sórdidas, cosa que puede verse como un mérito o un demérito, a gusto del consumidor… Algo muy parecido sucede con su prosa, elegante y sobria, sencilla y amable, en la que cabría esperar un poco más de retórica, especialmente en los momentos más conmovedores.